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En el debate de investidura celebrado hace tan solo unos días, el entonces candidato a presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pronunció una frase que fue aplaudida por todos los ciudadanos, hartos de tanto engaño y manipulación. La frase fue ésta: “Me comprometo a decir siempre la verdad, aunque duela, sin adornos y sin excusas: llamar al pan, pan, y al vino, vino”. Apenas llevan una semana en el cargo los nuevos ministros y algunos de ellos andan empeñados en poner en evidencia el compromiso presidencial.
La ministra Mato debe ser mujer descuidada en sus expresiones, a juzgar por las veces que mete la pata. Pero sucede que no es lo mismo un desliz cuando te mueves desde la oposición (recordemos aquello de los niños andaluces recibiendo clases en el suelo por falta de pupitres) que cuando lo haces desde la oficina de comunicación de un ministerio, donde se supone que tienes a tu servicio a varios profesionales de la información. Afirmar que el asesinato cometido en Roquetas de Mar es poco menos que un accidente doméstico (seamos precisos: “violencia en el entorno familiar”) es dar un paso atrás en la lucha contra la violencia de género, esa lacra que corroe la dignidad del ser humano.
En un entorno menos trágico que el anterior, el nuevo ministro de Economía, Luis de Guindos, también se ha puesto esta semana el traje de los eufemismos. Para decirnos que este cuarto trimestre la economía española entrará en recesión ha afirmado que “registrará un crecimiento negativo”. Y para anunciarnos que es posible que 2012 también sea un año de recesión, ha afirmado que “va a tener un perfil relativamente desacelerado”. Con lo fácil que resulta llamar a las cosas por su nombre…
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