Kayros
Periodista
Si un historiador se ocupa sobre las guerras médicas o sobre el caballo de Atila nadie se siente ofendido, todo el mundo lo ve normal como un trabajo específico de quien se dedica a conocer mejor el pasado. Ahora bien, como lo haga sobre alguna cuestión relacionada con nuestra memoria histórica tendrá que oír sin más remedio argumentaciones bastante peregrinas.
Por ejemplo, pongan la mirada en el Valle de los Caídos y la tumba de Franco. Tengan en cuenta que los llamados "nacionales" ya se opusieron por sistema a abandonar cualquier símbolo de la guerra civil que pudiera seguir dividiendo a los españoles. Si por ellos fuera aún seguiríamos saludando al caudillo en las escuelas y topándonos con el caballo del cuadro velazqueño de Las Lanzas en las plazas públicas. No entienden que aquí ha habido una cosa que se llama Transición que obliga a trascender a la dictadura.
Franco no fue un "caído" sino el principal responsable del golpe de Estado que sembró de muertos la península. Si en un delirio de grandeza levantaron el Valle de los Caídos como recuerdo a las víctimas -a todas la victimas- Franco debió ser enterrado en otra parte porque después de treinta años sigue siendo un mal ejemplo para los democracia.
Este gobierno nombró una comisión imparcial para solventar este problema aplazado sine die, pero, ya se sabe, los de siempre dicen que ahora no toca y menos después del triunfo del PP. Me pregunto cuándo tocará para los cálculos de la ultraderecha que merodea agazapada debajo del partido conservador. Dirán que es resucitar odios guerraciviles para que no se hable del paro, pero no pueden disimular que la democracia les sienta a los vencedores como a un Cristo dos pistolas.
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