Luis A. Torralba
Valencia Plaza
Buena parte del éxito de Cajamar recae en su presidente, Antonio Pérez Lao (Almería, 1943), que entró a trabajar en Caja Rural de Almería en 1971 -cinco años después del nacimiento de la entidad- cuando contaba con 28 años de edad. Fue ascendiendo en el escalafón de la caja desempeñando diferentes puestos y responsabilidades en los servicios centrales, entre ellos director del Área de Secretaría General y subdirector del Área Social desde 1996 a 2000. En la asamblea general de ese año fue elegido vicepresidente de la Caja Rural de Almería, recién fusionada con la Caja Rural de Málaga -dando lugar a la hoy Cajamar-, para en marzo de 2006 ser nombrado presidente en sustitución del fundador, Juan del Águila Molina.
Antonio Pérez Lao |
Seis años antes su trabajo en la 'sala de máquinas' de Cajamar había comenzado con la citada fusión con Caja Rural Málaga, lo que dio lugar a la actual Cajamar. Y, desde ahí, este "campechano, cordial y afable presidente" -como lo definen dentro de la casa- al estrellato del cooperativismo español.
El próximo 31 de marzo abandonará el cargo al expirar su mandato y no haberse presentado a la reelección para favorecer el relevo generacional. Lo hará para ocuparse de la vicepresidencia de la Fundación Cajamar con la satisfacción del deber cumplido, al haber aunado esfuerzos para sacar adelante el mayor proyecto cooperativista español: Cajas Rurales Unidas, producto de la fusión de Cajamar con la valenciana Ruralcaja.
Lo hará con unos números -correspondientes al pasado 31 de octubre- que triplican a los de su ahora 'aliado' Ruralcaja en volumen de negocio, inversión, balance, número de socios, clientes y empleados, mientras que se cuadruplican en términos de recursos propios y recursos gestionados y con un capital social seis veces mayor que el de la caja valenciana. Además con una implantación prácticamente total por todas las comunidades españolas, con las excepciones de Extremadura y País Vasco.
Cajamar ha ido abriéndose paso en la Comunitat Valenciana a golpe de adquisición, del mismo modo ha hecho a lo largo del territorio español. Un modelo al más puro estilo del cooperativismo francés y holandés -avalado por el éxito de Credit Agricole y Rabobank, sus puntas de lanza-, que ahora quiere implantar en España de la mano de Ruralcaja -otrora su máximo rival aquí- en Cajas Rurales Unidas (CRU), la nueva entidad que surgirá tras su fusión.
Un nombre que es toda una declaración de intenciones y que apunta directamente hacia la extinción de la atomización de las rurales españolas, dado que, según ha podido saber este digital, un buen número de las que todavía permanecen 'solteras' se han mostrado muy interesadas en participar en Cajas Rurales Unidas aunque primero habrá que cerrar la operación anunciada antes de ayer, que se espera esté finalizada a primeros de mayo.
Un proceso del que deberá velar muy especialmente el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) y no sólo por ser el supervisor de las entidades que están bajo su control -como las rurales locales- sino porque la Comunitat Valenciana es, con diferencia, la región española que más rurales y secciones de crédito tiene. Además, con la particularidad que sólo le queda la supervisión a la Caixa Ontinyent, dada la desaparición de Bancaja y Caja Mediterráneo (CAM) y por aquello de que los bancos no están bajo su dominio. No obstante, y visto el desenlace del sistema financiero autonómico, hay a quien le podría resultar intrascendente la supervisión del brazo ejecutor de la política financiera de la Generalitat Valenciana.
Un proceso del que deberá velar muy especialmente el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) y no sólo por ser el supervisor de las entidades que están bajo su control -como las rurales locales- sino porque la Comunitat Valenciana es, con diferencia, la región española que más rurales y secciones de crédito tiene. Además, con la particularidad que sólo le queda la supervisión a la Caixa Ontinyent, dada la desaparición de Bancaja y Caja Mediterráneo (CAM) y por aquello de que los bancos no están bajo su dominio. No obstante, y visto el desenlace del sistema financiero autonómico, hay a quien le podría resultar intrascendente la supervisión del brazo ejecutor de la política financiera de la Generalitat Valenciana.
La caja almeriense sigue los pasos del Banco Sabadell y, además, por una doble vertiente: seguir elevando activos y con ellos hacerse fuerte en el sistema financiero español en general y valenciano en particular. Si la entidad vallesana ha sumado en los últimos quince años seis bancos -Asturias, Herrero, Atlántico, Natwest, Urquijo, Guipuzcoano y recientemente Banco CAM-, la rural que preside Antonio Pérez Lao no se queda atrás.
CASI TRES DÉCADAS DE LIDERAZGO COOPERATIVO
CASI TRES DÉCADAS DE LIDERAZGO COOPERATIVO
A lo largo de la última década ha ido fusionando/absorbiendo a Caja Rural Málaga, Caja Rural Murcia, Grumeco, Caja Rural del Duero, Caixa Rural de Balears y la requenense CajaCampo, que a su vez había 'arrastrado' a otras cinco rurales de la Comunitat Valenciana más (Casinos, Albalat, Petrer, Turís y Castellón), mientras la rural canaria acabará en sus brazos la próxima semana y Ruralcaja lleva camino de hacerlo en los próximos años para terminar definitivamente con el sistema financiero local.
De momento ambas trabajan en la puesta en marcha del mayor grupo cooperativo español, pero teniendo en cuenta que la almeriense lleva las riendas de la operación. Por algo viene siendo la mayor cooperativa española por balance, activos y negocio desde hace casi tres décadas. Además, al margen del Banco Cooperativo Español (BCE) del que se salió después de que en el año 2000 propusiera consolidar los balances de todas las cajas rurales españoles sobre él, prescindiendo de sus servicios. De ahí que dicho banco bien pudiera sumarse en los próximos meses al proyecto de Cajas Rurales Unidas -además de RGA Seguros y Rural Informática- porque de lo contrario se le complicaría muy mucho la existencia al BCE.
Asimismo, la rural almeriense abanderó el Grupo Cooperativo Cajamar debidamente autorizado por Banco de España a finales de 2009 donde figuran -amén de ésta- Caja Rural de Casinos, Caixa Albalat, Caixapetrer, Caixa Turís y Caja Rural Castellón.
Baleares y CajaCampo optaron por la fusión directa con la entidad cabecera del grupo que al cierre del pasado año contaba con 2,5 millones de clientes, 1.027 oficinas, 770.000 socios y más de 5.300 empleados.
DESEMBARCO EN LA COMUNITAT
Cajamar aterrizó en la Comunitat Valenciana en mayo de 2003 con la apertura de diez oficinas (cinco en Valencia y otras tantas en Alicante). Una implantación que respondía a a los intereses comunes desde el punto de vista económico y sociológico con Almería, Málaga y Murcia como la agricultura exportadora, turismo, construcción, servicios y comunicaciones. Un desembarco que estuvo capitaneado por Juan José Moya, que precisamente procedía de Ruralcaja donde ostentaba el cargo de ex director general. Al cierre de dicho ejercicio, según datos del Anuario 2003 del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), Cajamar ya contaba con 15 oficinas (7 en Alicante y 8 en Valencia) de las 733 que tenía repartidas por toda España.
Desde entonces ha venido elevando su presencia en la Comunitat hasta cerrar el pasado año, según datos del IVF, con 38 oficinas repartidas entre Alicante (16), Castellón (2) y Valencia (20), totalizando 935 en todo el territorio valenciano, prácticamente monopolizando la mitad del sector cooperativista autonómico.
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