Usero, como don Tancredo

Antonio Lao
Director de Diario de Almería
 
A Juan Carlos Usero le llovían chuzos de punta y él, impasible, como Don Tancredo, ni se inmutaba. El "cariño" que le había cogido el secretario general de la agrupación local del PSOE al sillón era tan enorme que no tenía reparo en mantenerse pegado a él, aunque con ello arrastrase a todo el socialismo capitalino a una crisis sin precedentes y, lo que es más grave aún, a que él -personalmente- devaluase su credibilidad por debajo del valor de una subasta de bonos del tesoro griego.

Juan Carlos Usero

El jueves no soportó la presión y las dimisiones le obligaron a irse a él también. Un gesto que ya no le honra, porque llega tarde. Pasará a la historia y será recordado dentro del socialismo local como el secretario general menos desprendido. Sin capacidad de autocrítica, escasamente trabajador y atrincherado, el dirigente local ha permanecido más tiempo del debido impasible a las dimisiones que llegaban desde su ejecutiva; alejado de la realidad hasta el extremo de creer que el aumento de votos en la capital hacia el PSOE -pese a la derrota- se debía a su trabajo, cuando sólo es producto de una mayor participación electoral y, lo que es más grave, no tenía empacho en aliarse con Dios y el diablo, sin con ello perpetuaba en su puesto.
 
La cantidad de "bofetadas" que ha recibido -incluso cuando era presidente de la Diputación- o lo han curtido tanto en la cultura del fracaso que es inasequible al desaliento o, por el contrario, sólo pensaba en sus intereses personales para insistir en permanecer en la secretaría general cuando sus militantes le gritaban a voces que se fuera. Y él, como Joe Rigoli, te miraba, sonreía y decía: Yo.... sigo.
 
En un partido en horas bajas, superado por la marea popular, si no eres capaz de aunar en torno a tí todas las fuerzas, difícilmente estás en situación, no ya de ganar algo, sino de mantener lo que te queda. Esa es la realidad, tozuda, a la que se enfrenta el PSOE. Y en esas, te encuentras con un Don Tancredo, impasible, sin mover una sola ceja, sin pestañear, ajeno a lo que ocurre alrededor, tratando de sostenerse en pie y evitar que el "toro" de la lógica y la coherencia te derrumbe. No ha sabido mantener un poco de dignidad y salir con un atisbo de coherencia. Esa era la lógica, pero mucho me temo que para él no existe.

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