Miguel Cárceles
Ideal
A perro flaco, todo son pulgas. Y en una época en la que el adjetivo boyante se ha convertido en la antítesis de la definición del momento económico tras años de floridos crecimientos, mucho más. Día tras día las noticias económicas invitan a seguir inmiscuidos en un pesimismo económico que mantiene a la sociedad alerta. Los datos del paro, la deuda estatal, el déficit en las cuentas públicas, la calificación de las agencias, los despidos, las condiciones laborales, el cierre de empresas, la caída en el número de autónomos, las hipotecas, el stock inmobiliario... Como un goteo, las malas noticias no auguran un buen futuro. Y si faltaba poco, el Fondo Monetario Internacional augura dos años más de crisis y afirma que por lo pronto, en 2012 el Producto Interior Bruto del país caerá un 1,7%. Si se tiene en cuenta que los expertos afirman que como mínimo se necesita un 2% de crecimiento para poder generar empleo, el vaticinio es aún más negro, sobre todo para el futuro laboral del país y, por ende, de aquellas zonas más gravemente afectadas por la lacra del paro. El viernes se daba a conocer la Encuesta de Población Activa, la estadística que la UE toma como referencia para conocer la marcha del mercado laboral de los países. Y la cifra fue la peor de la serie histórica comparable para un cierre del año: un 33,31% de la población activa. O lo que es lo mismo, 120.500 almerienses están esperando encontrar un puesto de trabajo que les permita ganarse la vida.
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Escenas de la emigración española: antes eran
jornaleros, hoy son jóvennes licenciados |
Con estas cifras, tan altamente negativas, hay quienes han colmado su paciencia y su esperanza y han optado por hacer las maletas y marcharse fuera del país, o a quienes se les está pasando la idea por la cabeza. Las magnitudes de este fenómeno no paran de crecer. Este año ha sido el primero en el que España ha perdido población después de décadas de crecimiento importante y sostenido. Y en Almería, una provincia acostumbrada a tener una de las tasas de desempleo más bajas del país, que la había convertido en uno de los destinos favoritos para la inmigración, el fenómeno es aún mucho mayor que en otras zonas de Andalucía y de España. Un estudio de la empresa de trabajo temporal Adecco, al que ha tenido acceso este periódico, dan una imagen de cuán preocupante puede llegar a ser este nuevo modelo demográfico implementado con el inicio de la crisis. Y si bien Andalucía -y Almería- se encuentra en torno a la media española, y la tendencia general y sin excepciones es a un incremento de personas que se buscan la vida fuera del país, no por ello deja de ser una cuestión de calado.
«El número de demandantes de empleo para trabajar fuera de nuestro país se ha duplicado desde que comenzase la crisis y se ha intensificado aún más en los últimos dos años», indican desde Adecco, «llegando a representar este colectivo el 10% de los demandantes de empleo» que se acercan hasta sus oficinas. Especialmente se trata de gente joven, dado que la tasa de desempleo juvenil española es la más alta de toda la UE.
Las cifras del Censo Electoral de Españoles Residentes en el Extranjero (el CERA, una estadística elaborada por la Oficina del Censo Electoral) ratifica los datos de Adecco. Las cifras del CERA hacen referencia al número de españoles censados en el extranjero y mayores de 18 años, por lo que quedarían fuera de él aquellos en edad de trabajar pero sin derecho a voto -entre 16 y 18 años- además de estudiantes o recién titulados que estén trabajando fuera del país mediante becas pero que no estén censados . Pues bien, si en enero 2008, cuando la crisis ya asomaba sus feroces garras, los almerienses residentes fuera del país eran 22.559, en diciembre de 2011 eran ya 29.828. Es decir, en estos cuatro años, 7.269 almerienses han hecho sus maletas y se han marchado del país. Esto es, al día, cinco almerienses emigran.
En cifras absolutas, Almería no destaca en el ámbito autonómico. Está muy cerca de otras provincias como Granada o Málaga. Sin embargo, en términos relativos, la historia es diferente. La emigración almeriense ha crecido un 32,2% entre 2008 y finales de 2011. Este es el mayor porcentaje de toda la comunidad autónoma andaluza, cuatro puntos por encima de Málaga (la que le sigue), y hasta casi 23 puntos por encima de los datos arrojados por Córdoba.
Fuga de cerebros
La 'nueva' emigración tiene distintos tintes que los éxodos más habituales por parte de los españoles. La multinacional del trabajo temporal ha detectado que las personas que se sienten más atraídas por la idea de hacer las maletas e iniciar una nueva vida en el extranjero son personas con un perfil muy definido: jóvenes, con prioridades laborales respecto a la responsabilidad de su puesto, la autonomía profesional y la perspectiva de hacer carrera allá donde vayan. Además, claro está, de convertirse en muchas ocasiones en la «oportunidad idónea» para aprender un idioma diferente. Son lo que algunos sociólogos denominan 'emigración selectiva' o 'fuga de cerebros': personas de entre 25 y 35 años, sin responsabilidades familiares, con una formación altamente cualificada. ¿Es este fenómeno positivo? «A corto plazo puede considerarse un peligro para el propio desarrollo del mercado laboral español», indican desde Adecco, «ya que se puede perder el potencial de algunos profesionales que pueden aportar conocimiento, entusiasmo y experiencia a nuestra economía». Sin embargo, en el otro lado del fiel de la balanza se ubica el conocido como 'know how', es decir, el bagaje que luego podrán importar los emigrantes tras participar en otras culturas empresariales, con economías más experimentadas.
Entre los motivos para esta nueva migración está la situación del mercado laboral y el incremento continuado del paro, que se plantean -desde Adecco- como las «grandes circunstancias del éxodo». Pero no sólo. También está el hecho de que las empresas españolas focalizan cada vez más sus esfuerzos en mercados con mayor potencial de crecimiento. Y, además, hay países de destino, como Argentina, Francia o Alemania, que poseen ofertas «más competitivas y atractivas que las españolas, tanto desde un punto de vista profesional como económico, lo que hace que muchos trabajadores se sientan más valorados en el extranjero».
El éxodo de trabajadores españoles se había vinculado tradicionalmente a los años previos a la transición, cuando no sólo problemas económicos, sino también los políticos, animaban a los trabajadores a buscar empleo y nuevas experiencias, a 'hacer las Américas'. Ahora, una nueva realidad toma cuerpo en Almería y en el resto del país, un territorio que en las últimas décadas se había acostumbrado a conocer a los extranjeros en la panadería de su barrio.