Luis Rogelio Rodríguez-Comendador
Alcalde de Almería
Las fiestas navideñas tocan a su fin en la ciudad con la celebración de la Romería a Torregarcía, que, como cada año, congrega a miles de almerienses en la playa para conmemorar la aparición de la Virgen del Mar, nuestra patrona. Será el punto y final al paréntesis navideño antes de iniciar un año difícil, en el que tendremos que seguir apretándonos el cinturón, pero, a la vez, esperanzador porque, por primera vez en ocho años, al frente del Gobierno de España hay un equipo firme y con sentido común, que quizá tome algunas decisiones impopulares por la envenenada herencia socialista que ha recibido, pero que está decidido a buscar soluciones al complicado momento que vive nuestro país.
Desde el punto de vista municipal, la adversa coyuntura económica nos ha exigido continuar y acentuar las medidas de austeridad que ya veníamos contemplando en ejercicios anteriores para no comprometer la salud financiera del Ayuntamiento y los casi 181,5 millones de euros de presupuesto para 2012 nos van a permitir seguir dinamizando la ciudad con un espíritu de eficiencia en la aplicación del gasto público, sin provocar por ello una merma en los servicios públicos y buscando mantener el nivel inversor, dentro de las posibilidades actuales, como generador de empleo y riqueza.
La finalización del Mercado Central y la urbanización de su entorno, la continuación del desdoblamiento de la Nacional 344, y de la mejora de los barrios, en especial del Barrio Alto y del Casco Histórico, de nuestras calles y espacios públicos, la segunda fase de las obras de la Casa Consistorial o la primera de la Ciudad de los Niños son algunos de los objetivos que nos hemos marcado para este año. Pueden parecer pocos o muchos a tenor de las circunstancias, es discutible, pero lo que no admite discusión es que se han planificado desde el mayor rigor para no poner en riesgo ni el equilibrio presupuestario y la tesorería del Ayuntamiento ni el de las empresas y trabajadores que los puedan llevar a cabo.
Si desde la óptica local se prevé un año marcado por la estabilidad, en el plano autonómico, 2012 se perfila como el año del cambio en Andalucía. Nuestra Comunidad no aguanta más la situación a la que nos han abocado treinta años de gobierno socialista, con más de un millón doscientos mil parados y una gestión enfangada en fraudes. Los andaluces y los almerienses nos merecemos un Gobierno transparente y un presidente, como Javier Arenas, que no distinga andaluces de primera o segunda, y que acabe con el despilfarro socialista y sea capaz de volver a la senda de la creación de empleo con políticas eficaces y austeras.
Si Mariano Rajoy protagonizó en noviembre la primera parte del cambio que va a recuperar la solvencia y fiabilidad de España, facilitando así la creación de empleo y garantizando los derechos sociales de los ciudadanos, ahora llega el tiempo de Javier Arenas, que cerrará en Andalucía el círculo del cambio iniciado en las municipales y generales con un proyecto no para las próximas elecciones, sino para las futuras generaciones. Andalucía es un gigante de prosperidad que necesita ser despertado y a esa tarea estamos todos convocados. Sin duda, 2012 no va a ser un año fácil, pero ahora más que nunca tenemos el convencimiento y la esperanza de que la situación puede y debe cambiar a mejor.
Desde el punto de vista municipal, la adversa coyuntura económica nos ha exigido continuar y acentuar las medidas de austeridad que ya veníamos contemplando en ejercicios anteriores para no comprometer la salud financiera del Ayuntamiento y los casi 181,5 millones de euros de presupuesto para 2012 nos van a permitir seguir dinamizando la ciudad con un espíritu de eficiencia en la aplicación del gasto público, sin provocar por ello una merma en los servicios públicos y buscando mantener el nivel inversor, dentro de las posibilidades actuales, como generador de empleo y riqueza.
La finalización del Mercado Central y la urbanización de su entorno, la continuación del desdoblamiento de la Nacional 344, y de la mejora de los barrios, en especial del Barrio Alto y del Casco Histórico, de nuestras calles y espacios públicos, la segunda fase de las obras de la Casa Consistorial o la primera de la Ciudad de los Niños son algunos de los objetivos que nos hemos marcado para este año. Pueden parecer pocos o muchos a tenor de las circunstancias, es discutible, pero lo que no admite discusión es que se han planificado desde el mayor rigor para no poner en riesgo ni el equilibrio presupuestario y la tesorería del Ayuntamiento ni el de las empresas y trabajadores que los puedan llevar a cabo.
Si desde la óptica local se prevé un año marcado por la estabilidad, en el plano autonómico, 2012 se perfila como el año del cambio en Andalucía. Nuestra Comunidad no aguanta más la situación a la que nos han abocado treinta años de gobierno socialista, con más de un millón doscientos mil parados y una gestión enfangada en fraudes. Los andaluces y los almerienses nos merecemos un Gobierno transparente y un presidente, como Javier Arenas, que no distinga andaluces de primera o segunda, y que acabe con el despilfarro socialista y sea capaz de volver a la senda de la creación de empleo con políticas eficaces y austeras.
Si Mariano Rajoy protagonizó en noviembre la primera parte del cambio que va a recuperar la solvencia y fiabilidad de España, facilitando así la creación de empleo y garantizando los derechos sociales de los ciudadanos, ahora llega el tiempo de Javier Arenas, que cerrará en Andalucía el círculo del cambio iniciado en las municipales y generales con un proyecto no para las próximas elecciones, sino para las futuras generaciones. Andalucía es un gigante de prosperidad que necesita ser despertado y a esa tarea estamos todos convocados. Sin duda, 2012 no va a ser un año fácil, pero ahora más que nunca tenemos el convencimiento y la esperanza de que la situación puede y debe cambiar a mejor.
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