José Luis Sánchez Teruel
Secretario General del PSOE de Almería
A veces tengo la impresión de que la mayoría absoluta que los ciudadanos le dieron al Partido Popular el 20 de noviembre está afectando al comportamiento de muchos de sus representantes públicos. Así lo sentí este miércoles pasado, cuando veía por la televisión el pleno del Congreso de los Diputados que dio luz verde a los recortes y a la subida de impuestos que Rajoy había acordado en su primera semana en el gobierno: aplaudían y aplaudían con enorme entusiasmo la aprobación de algo que castigaba duramente a las clases medias trabajadoras, a los ciudadanos en definitiva. ¡Increíble!
Lo que me llamó la atención fue ver a las señorías ‘populares’ tan exultantes, felices de la vida y aplaudiendo a rabiar a sus líderes tras consumarse el mayor engaño electoral del que tiene memoria nuestra joven democracia. Lo que se acababa de aprobar era una subida de impuestos injusta, negada y escondida hasta entonces. Era llevar al Boletín Oficial Estado, hacer ley, un tijeretazo brutal e injusto contra la sociedad a la que representan. Hacer pagar más a los que tienen una nómina o pensión. Y esa alegría, ese entusiasmo de los diputados del PP me pareció obsceno, entonces y ahora. Me vino a la mente la imagen de un circo romano y un público disfrutando de una escabechina en la arena: aplaudiendo cómo los leones se comían a las personas.
Sería bueno que las barras bravas del PP dejaran su entusiasmo y sus aplausos para otro tipo de acuerdos que se adopten en el Congreso de los Diputados, de mayor beneficio para los ciudadanos, y no para este tipo de medidas que no son plato de buen gusto para nadie, excepto por lo visto, para ellos. No creo que los espectadores, fueran votantes o no del PP, compartieran ese momento de euforia de esos parlamentarios, para quienes la sesión parecía más un combate ganado por una tribu, que lo que en realidad era, la consumación de unos recortes y de una subida de impuestos para los españoles.
Los hechos han demostrado que las medidas aprobadas el miércoles por el PP, con el concurso de CiU, suponen una fuerte subida fiscal a las rentas del trabajo, menos dinero para investigación, menos derechos sociales. Nada hay en ellas que favorezca la creación de empleo ni el incremento del consumo, elementos que van unidos indisolublemente. Nada de aumentar la aportación fiscal de los bancos y las grandes fortunas. Sí hay, por el contrario, una histórica congelación del Salario Mínimo Interprofesional.
Resulta decepcionante, por otra parte, la falta de ambición de Rajoy para combatir el fraude fiscal, materia en la que la Administración Zapatero ha obtenido buenos resultados en cada ejercicio. El sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda ha hablado de ello, poniendo el énfasis en que el objetivo de recaudación en 2012 del dinero sumergido es nada menos que un 20% inferior al del año pasado.
En cambio, la economía transparente de los asalariados, de los que pagan siempre, de los que tienen una nómica, se va a resentir en estos doce meses de forma clara. Esos mismos técnicos han calculado que los contribuyentes almerienses, por poner ese ejemplo, vamos a pagar por esta subida de impuestos de Rajoy una media de 222 euros más al año sobre lo que ya veníamos pagando.
Cualquier esfuerzo del Gobierno del PP por acabar con esa injusticia del fraude fiscal, de los que ocultan lo que ganan, contará siempre con el apoyo del PSOE. Pero hace falta, claro está, el compromiso real de la derecha, plagada de liberales contrarios a la intervención del Estado.
A lo que iba, Rajoy hace pagar a justos por pecadores y sus señorías del Partido Popular lo aplauden en el Congreso de los Diputados. ¡Menudo espectáculo!
Lo que me llamó la atención fue ver a las señorías ‘populares’ tan exultantes, felices de la vida y aplaudiendo a rabiar a sus líderes tras consumarse el mayor engaño electoral del que tiene memoria nuestra joven democracia. Lo que se acababa de aprobar era una subida de impuestos injusta, negada y escondida hasta entonces. Era llevar al Boletín Oficial Estado, hacer ley, un tijeretazo brutal e injusto contra la sociedad a la que representan. Hacer pagar más a los que tienen una nómina o pensión. Y esa alegría, ese entusiasmo de los diputados del PP me pareció obsceno, entonces y ahora. Me vino a la mente la imagen de un circo romano y un público disfrutando de una escabechina en la arena: aplaudiendo cómo los leones se comían a las personas.
Sería bueno que las barras bravas del PP dejaran su entusiasmo y sus aplausos para otro tipo de acuerdos que se adopten en el Congreso de los Diputados, de mayor beneficio para los ciudadanos, y no para este tipo de medidas que no son plato de buen gusto para nadie, excepto por lo visto, para ellos. No creo que los espectadores, fueran votantes o no del PP, compartieran ese momento de euforia de esos parlamentarios, para quienes la sesión parecía más un combate ganado por una tribu, que lo que en realidad era, la consumación de unos recortes y de una subida de impuestos para los españoles.
Los hechos han demostrado que las medidas aprobadas el miércoles por el PP, con el concurso de CiU, suponen una fuerte subida fiscal a las rentas del trabajo, menos dinero para investigación, menos derechos sociales. Nada hay en ellas que favorezca la creación de empleo ni el incremento del consumo, elementos que van unidos indisolublemente. Nada de aumentar la aportación fiscal de los bancos y las grandes fortunas. Sí hay, por el contrario, una histórica congelación del Salario Mínimo Interprofesional.
Resulta decepcionante, por otra parte, la falta de ambición de Rajoy para combatir el fraude fiscal, materia en la que la Administración Zapatero ha obtenido buenos resultados en cada ejercicio. El sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda ha hablado de ello, poniendo el énfasis en que el objetivo de recaudación en 2012 del dinero sumergido es nada menos que un 20% inferior al del año pasado.
En cambio, la economía transparente de los asalariados, de los que pagan siempre, de los que tienen una nómica, se va a resentir en estos doce meses de forma clara. Esos mismos técnicos han calculado que los contribuyentes almerienses, por poner ese ejemplo, vamos a pagar por esta subida de impuestos de Rajoy una media de 222 euros más al año sobre lo que ya veníamos pagando.
Cualquier esfuerzo del Gobierno del PP por acabar con esa injusticia del fraude fiscal, de los que ocultan lo que ganan, contará siempre con el apoyo del PSOE. Pero hace falta, claro está, el compromiso real de la derecha, plagada de liberales contrarios a la intervención del Estado.
A lo que iba, Rajoy hace pagar a justos por pecadores y sus señorías del Partido Popular lo aplauden en el Congreso de los Diputados. ¡Menudo espectáculo!
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