José Fernández
Periodista
En Almería la construcción ilegal ha llegado a alcanzar cotas industriales sin que ello haya generado algún tipo de consecuencia política, civil o penal. Ni tan siquiera un asomo de arrebol. Aquí no pasa nada y, si pasa, se le saluda con mucho arte. Y para arte, el del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, que acaba de aprobar un decreto para regular todas nuestras viviendas ilegales de un plumazo. Bueno, todas no, que ahí está el Algarrobico dando brillo y esplendor a nuestra jurisprudencia.
Supongo que todos ustedes recordarán cuando la Junta de Andalucía inició una campaña de respeto a la ordenación urbanística consistente en aplicar la ley y acabar con las viviendas construidas ilegalmente. La campaña fue tan severa como breve, pues comenzó y terminó en la demolición mediática de una casita propiedad de un matrimonio de jubilados británicos. Reposado el polvo del derribo nunca más se supo de aquella flamígera iniciativa. Es más; en vista de la que se había formado, la Junta llamó a capítulo a los alcaldes de la zona del Almanzora (adivinen de qué partido eran la mayoría) y comenzaron a contar las casas hechas al margen de la ley ladrillo a ladrillo y (suponemos) sin que instituciones o particulares fueran favorecidos, engrasados o untados por ello. Reconocidas oficialmente, unas trece mil casas más o menos.
Fíjense si no hay casas para montar un pueblecico en condiciones. En condiciones de ilegalidad, sí, pero un hermoso villorrio al fin y al cabo. Les invito a pasar un rato divertido imaginando nombres para esta fantasmagórica pedanía almeriense que tendría más de ventosidad urbanística que de otra cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario