La utilidad del concejal


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Los ayuntamientos utilizan de una manera más o menos común la figura de la empresa concesionaria para descargar en ella servicios públicos que ejecutados desde las propias administraciones locales suelen terminar generando enormes pozos sin fondo, más bien negros en la mayor parte de los casos, por una mala gestión y la consecuente aún peor administración de los mismos. Hasta ahí todo bien, puesto que está archidemostrado que la empresa privada es razonablemente más efectiva a la hora de ejecutar tareas. Ahora bien, lo que no se entiende es la utilidad de un concejal delegado para esa área que ha sido entregada a una empresa concesionaria, máxime cuando la concesiones las negocian siempre los dos o tres hombres de confianza del alcalde. Los ayuntamientos pasan de generar grandes agujeros a ingresar algún beneficio, aunque también es cierto que en su mayor parte se pierde sin saber dónde ha ido. Mucho menos entendible es que a todas las concesionarias se les deba enormes sumas de dinero por retrasos en los pagos acordados mediante contrato.

Igual, todo este gazpacho de porqués es lo que trata de arreglar el gobierno con sus nuevas normas y responsabilidades, aunque resulta poco creíble si no han sido capaces de poner orden en su propio gallinero antes de fijarse en corrales ajenos.

Ya no hay que irse a Valencia para buscar casos que llamen la atención o a Murcia para ver que quien a determinado árbol se arrima termina cosechando los mismos frutos. Basta con mirar el número de concejales liberados, con sueldo, que hay en Almería capital y las pocas tareas que quedan por hacer fuera de las concesiones dadas para pensar que los pozos sin fondo no terminan de eliminarse y que, desgraciadamente, determinadas situaciones huelen como verdaderos pozos negros.

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