Las vigas de una escuela

Pedro Mena Enciso

Profesor de Historia

En estos momentos especialmente críticos, mi preocupación por la educación se acrecienta. Es verdad que atravesamos una coyuntura muy difícil y que la austeridad lo inunda todo. Sin embargo la inversión en educación siempre ha sido un capítulo pendiente en nuestro país desde tiempos inmemoriales. Por otra parte, tampoco nos hemos puesto de acuerdo nunca para implantar un sistema educativo verdaderamente eficaz y sostenible en el tiempo. Unos y otros, enfrascados en la demagogia que rodea por naturaleza a la política, han descuidado a la Escuela cuando no la han abandonado a su suerte como ocurrió en el Siglo XVIII en el bello pueblo almeriense de Ohanes. A continuación transcribimos parte de los expedientes tanto de 1736 como de 1740 porque son verdaderamente curiosos y merece la pena divulgarlos al máximo para acrecentar la conciencia social de que la educación, como afirmaba Jacques Delors, es el mayor tesoro que puede tener un pueblo ya que sin ella no hay futuro.

Pues bien, en noviembre de 1734,  el maestro de Primera Letras de Ohanes, Zenón Garrido, se dirige en diversas ocasiones al Alcalde de dicha localidad informándole del peligroso estado en que se encuentra la viga que atraviesa el aula con el peligro inminente de que pueda provocar una tragedia. Las autoridades no hacen ni caso al educador al que descalifican demostrando lo poco que les importa no sólo la enseñanza sino incluso la seguridad de los niños. En una de las respuestas, el Alcalde llega a decir:

"Me parece excesiva tanta machaconería en el asunto de la viga. Sepa el señor Maestro, que si no le conviene la Escuela puede pillar el camino e irse a otro sitio, que aquí para lo que enseña, falta no hace. ¿Qué le importan a estas gentes ni a nadie, ¿dónde está Marte? ni las vueltas que da la luna, ni que cuatro por seis son veintisiete, ni que Miguel de Cervantes descubrió las Américas? Para coger un mancage basta y sobra con tener fuerza para ello. No obstante, como soy amante de la curtura y no quiero que digan que he ablao al maestro y no le trato como se debe, nombraré una comisión que informe sobre el asunto de la viga, y si resulta que usted me ha engañao sa caído".

En sus informes, los peritos afirman que la cosa no es para tanto y, aunque parezca increíble, aseveran textualmente:

“Que la dicha viga no se ha movido, solo se ha bajao diez o doce deos, amenasando solo caer, pero nunca juntarse con el suelo aplastando a los que coja dentro. Pero como quiera que la madera es un cuerpo astilloso, tiene que crujir antes de pegar el golpazo dando tiempo a que se salven por lo menos siete u ocho. Por todo lo cual, y puesta la mano en el corazón y en conciencia, decimos que el peligro que ofrece la aludida viga, es un peligro leve, o sea de poca trascendencia”

Esto ocurría el 15 de mayo de 1736 y el 15 de diciembre de 1740 encontramos en el Archivo Municipal de Ohanes un legajo sobre el asunto del que transcribimos unos fragmentos que tampoco tienen desperdicio:

“El día catorce de Octubre del año de Nuestro Señor Jesucristo, mil setecientos cuarenta, siendo Alcalde de esta villa D.Bartolomé Zancajo y Zancajo, y siendo las doce de la mañana, se hundió el techo del salón de la escuela de esta localidad, pereciendo en el siniestro, el señor maestro de primeras letras D. Zenón Garrido Martín y los catorce niños que en aquello momentos daban su clase…..como pruebas concluyentes se presentó Expediente ,incoado al efecto, en que dos peritos albañiles y el Ilustre Escribano de esta Villa, informaban sobre el buen estado del local, en fecha muy próxima al suceso, ya que los informes datan de 15 de Mayo de 1736; quedando plenamente demostrado, que únicamente un accidente fortuito fue el responsable del hundimiento al que hemos hecho referencia. Y para que quede constancia, lo redacta y lo firma en Ohanes de las Alpuxarras a 15 de Diciembre de 1740. Joseph Sancho Mengíbar (cronista oficial de la Villa)…”

Queridos lectores, para qué seguir, únicamente hacer una reflexión en estos momentos en que la educación se parece más a un barco a la deriva por la dejadez permanente de los responsables políticos de nuestro país: El maestro o el profesor merecen respeto por sí mismos y por la función que desempeñan, una de las más nobles, necesarias y hermosas que hay.

De nuestras aulas, porque lo fundamental, queridos lectores, es y será siempre la clase con el maestro y los alumnos, han de salir formados ciudadanos competentes humana y científicamente que también sean capaces de buscar su propio destino a través del autoempleo. ¡Cuidemos pues a los maestros, a la Escuela, porque en ello nos va la vida!