José Luis Sánchez Teruel
Secretario General del PSOE de Almería
Cada consejo de ministros del nuevo Gobierno de Rajoy, da igual que sea fin de año o víspera de Reyes, es un hachazo a las aspiraciones de recuperación económica que nuestra sociedad mantiene contra viento y marea. Está siendo un invierno helador en unos días, precisamente, de cielos despejados y temperaturas moderadas. Los sastres de Rajoy, algunos de los cuales están aprendiendo el oficio después de años de derroche en sus territorios o de beneficiarse de la especulación financiera que trajo la crisis mundial, se aplican ahora con entusiasmo a podar el árbol público que ha protegido a nuestra sociedad durante décadas.
No somos los ciudadanos los que hemos generado el endeudamiento de las Comunidades Autónomas dirigidas por el PP, ni los que hemos provocado los problemas de solvencia de determinadas entidades bancarias. Bajo el paraguas del déficit, la derecha administra aceite de ricino a las familias con el argumento de que aguanten el mal sabor porque después se sentirán mejor, es decir, habrá más empleo. Y en el camino se quedan las inversiones en políticas sociales, las prestaciones como la Dependencia, las revisiones salariales, los beneficios laborales, la investigación científica y la gestión pública de lo que es público.
A golpe de decreto, Rajoy vende rigor, eficacia y austeridad para calmar al sistema financiero. Nada de lo hecho hasta ahora ha merecido una explicación pública del presidente del Gobierno. Estoy seguro de que a cualquier ciudadano le gustaría tener una explicación sobre la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros en la desviación del déficit público. El PP aplica ahora recetas que hubieran sido buenas hace años para evitar excesos de presidentes y consejeros de su partido que han contribuido en buena medida a la situación actual.
Los ajustes anunciados estos días van a afectar al crecimiento económico y al empleo, retrasando la recuperación y la confianza pública en el futuro de nuestro país. No hay demagogia en exigir al señor Rajoy que la mayor presión fiscal que anuncia se distribuya de forma que más paguen quienes más tienen.
Muchos países han llegado a la conclusión de que los ajustes, necesarios donde sean precisos, no son suficientes para reactivar nuestro crecimiento. Nada ha dicho hasta ahora el Gobierno que permita confiar en una vuelta a la confianza y a la actividad. Por el contrario, tenemos congelación salarial, eliminación de ayudas públicas y más impuestos.
El PSOE ha demostrado siempre, desde el gobierno y desde la oposición, un sentido de lo público y del interés general que es la base de su servicio a los ciudadanos. Y desde la perspectiva de una nueva etapa, de un nuevo liderazgo, los socialistas apoyaremos y propondremos las medidas que realmente vayan en beneficio de los ciudadanos, sea la lucha contra el fraude fiscal o el férreo control del gasto público, pero no podemos estar de acuerdo con aquellas que lo que hacen es meter siempre la mano en el bolsillo de los mismos: las clases medias trabajadoras.
No somos los ciudadanos los que hemos generado el endeudamiento de las Comunidades Autónomas dirigidas por el PP, ni los que hemos provocado los problemas de solvencia de determinadas entidades bancarias. Bajo el paraguas del déficit, la derecha administra aceite de ricino a las familias con el argumento de que aguanten el mal sabor porque después se sentirán mejor, es decir, habrá más empleo. Y en el camino se quedan las inversiones en políticas sociales, las prestaciones como la Dependencia, las revisiones salariales, los beneficios laborales, la investigación científica y la gestión pública de lo que es público.
A golpe de decreto, Rajoy vende rigor, eficacia y austeridad para calmar al sistema financiero. Nada de lo hecho hasta ahora ha merecido una explicación pública del presidente del Gobierno. Estoy seguro de que a cualquier ciudadano le gustaría tener una explicación sobre la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros en la desviación del déficit público. El PP aplica ahora recetas que hubieran sido buenas hace años para evitar excesos de presidentes y consejeros de su partido que han contribuido en buena medida a la situación actual.
Los ajustes anunciados estos días van a afectar al crecimiento económico y al empleo, retrasando la recuperación y la confianza pública en el futuro de nuestro país. No hay demagogia en exigir al señor Rajoy que la mayor presión fiscal que anuncia se distribuya de forma que más paguen quienes más tienen.
Muchos países han llegado a la conclusión de que los ajustes, necesarios donde sean precisos, no son suficientes para reactivar nuestro crecimiento. Nada ha dicho hasta ahora el Gobierno que permita confiar en una vuelta a la confianza y a la actividad. Por el contrario, tenemos congelación salarial, eliminación de ayudas públicas y más impuestos.
El PSOE ha demostrado siempre, desde el gobierno y desde la oposición, un sentido de lo público y del interés general que es la base de su servicio a los ciudadanos. Y desde la perspectiva de una nueva etapa, de un nuevo liderazgo, los socialistas apoyaremos y propondremos las medidas que realmente vayan en beneficio de los ciudadanos, sea la lucha contra el fraude fiscal o el férreo control del gasto público, pero no podemos estar de acuerdo con aquellas que lo que hacen es meter siempre la mano en el bolsillo de los mismos: las clases medias trabajadoras.
Creo que no hay moral para lanzar piedras sin estar libre de pecado. PP ó PSOE son los mismos sastres con distinto collar (siglas), el traje lo empezaron unos y lo remataran otros, un traje que quedará estrecho para los mismos muchos de siempre y con bastante holgura para lo otros pocos de siempre, y entre estos pocos tambien andais los políticos.
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