Cristina Narbona
Diputada por Madrid
El manifiesto "Mucho PSOE por hacer" ha animado el imprescindible debate sobre el futuro de nuestro partido, estimulando la reflexión colectiva y la identificación de los planteamientos que permitan, en su momento, elegir entre diferentes candidatos.
La mayoría de las aportaciones a dicho documento -formuladas tanto por parte de militantes como de ciudadanos no afiliados- inciden en la necesidad de cambios significativos en la organización y funcionamiento del PSOE, para que responda de manera más efectiva a la demanda social de regeneración de la política. Sin duda, los socialistas debemos sentirnos especialmente afectados por la pésima consideración que los españoles tienen de la clase política; y absolutamente comprometidos a cambiar esa percepción, reforzando las exigencias tanto en el plano de la ética como de la eficiencia. Ello requiere mecanismos concretos de participación, de transparencia, de rendición de cuentas... que nos hagan mucho más creíbles a la hora de defender, desde el PSOE, las mejoras necesarias en la calidad de la democracia , dentro y fuera de nuestras fronteras. En ese sentido va esta contribución, en la que intento recoger muchas de las propuestas ya recibidas, que podrían convertirse en enmiendas a la ponencia a debatir en el próximo Congreso Federal. Es, también, un mensaje dirigido a quienes estén dispuestos a liderar el PSOE, para que expliciten la orientación de su candidatura. Como bien señala el manifiesto, la razón última de nuestro rotundo fracaso electoral está en la desconexión entre el partido y la sociedad. Las elecciones no se ganan ni se pierden en las campañas electorales, sino día a día, en función de la credibilidad -y por tanto de la coherencia y la ejemplaridad- de quienes representan al partido en todas las instancias, institucionales y orgánicas.
Para empezar, un poco de perspectiva. Hay que recordar que hemos venido perdiendo votantes desde mucho tiempo atrás, desde mucho antes de la actual crisis económica: en 1995 perdimos las elecciones en Comunidades Autónomas y en ciudades que no hemos vuelto a recuperar, ni siquiera en los mejores momentos de " éxito " económico y político. Y ello debe hacernos reflexionar. Allí donde perdimos las instituciones, el partido no ha conseguido mantener los vínculos con la ciudadanía. Y allí donde las mantuvimos, también hemos ido perdiendo progresivamente el apoyo de los ciudadanos, en particular el voto urbano, el voto de los jóvenes, de los mayores, así como de los colectivos más comprometidos con una transformación más progresista de la sociedad. Sin duda, una parte de esa desafección la explican las políticas que hemos defendido, en algunos ámbitos demasiado parecidas a las defendidas por la derecha.
Desde el Gobierno de la nación, pero también desde el resto de las administraciones, el PSOE, como mínimo, ha tolerado el enriquecimiento y el sobreendeudamiento asociado a la burbuja inmobiliaria, sin que se nos identifique nítidamente con otro modelo económico más sostenible y más equitativo; hemos renunciado, al menos parcialmente, a la fiscalidad como herramienta de distribución de la renta y de la riqueza, y no hemos combatido suficientemente el fraude fiscal y la corrupción. A nivel europeo tampoco hemos defendido, con la energía necesaria, respuestas contundentes para frenar la especulación financiera y evitar el control de la acción política por parte de desde los "mercados".
Sobre los fallos en el contenido de las políticas hay otras aportaciones en curso. Yo quiero centrarme en cómo se definen y explican las decisiones políticas, en cómo se eligen los responsables de llevarlas cabo, en cómo se supervisan los resultados. Es decir, en la necesaria democracia interna como garantía de permanente conexión con la sociedad, incluyendo la relación entre los militantes y sus dirigentes. Porque decimos, creo que con toda razón, que "antes de que los ciudadanos se alejaran de nosotros, nosotros nos alejamos de los ciudadanos". Entre esos ciudadanos están nuestros propios afiliados, que han ido abandonando su militancia porque no se han sentido suficientemente participes ni de nuestros debates internos, ni de las decisiones, ni de la elección de nuestros propios dirigentes.
A continuación enumero algunas posibles líneas para seguir enriqueciendo nuestro debate en los próximos días.
1. La actividad política no debe entenderse como una actividad permanente y exclusiva. Cuanta más libertad de expresión y autonomía tengan nuestros militantes, más calidad tendrá nuestro debate interno, y mayor engarce tendremos con la realidad social. Precisamente porque la política debe ser ante todo un compromiso, una vocación, todos nuestros militantes deben demostrar con su propio comportamiento la adhesión a los valores que defendemos, y, por supuesto, no solo ser honrados, sino parecerlo, en todos los ámbitos de nuestra vida diaria. Se nos tiene que identificar como vanguardia en la defensa y la consolidación de los derechos y de las obligaciones establecidas en las normas, así como en la lucha contra la corrupción, el fraude y todo tipo de comportamientos insolidarios.
2. Más allá de lo ya enunciado en nuestro programa electoral -una persona, un sueldo- , es imprescindible elevar la dedicación y la calidad de los resultados de la acción de nuestros dirigentes, tanto en las instituciones como en el partido, diferenciando mucho mejor las tareas y los objetivos correspondientes en cada ámbito para que haya una correcta rendición de cuentas en cada caso. Para ello es preciso reducir la concentración de poder en pocos dirigentes, establecer reglas sobre la limitación de los mandatos y definir los mecanismos de evaluación.
3. La formación permanente de nuestros militantes debe considerarse una prioridad en todos los niveles de la organización, de forma que podamos contar siempre con los mejores para el desarrollo de nuestra tarea, acorde con la complejidad creciente de la sociedad que queremos transformar.
4. Hay que potenciar la participación de los militantes en la elección tanto de los dirigentes del partido como de los candidatos a las instituciones. Para ello cabria generalizar las listas abiertas en la elección de los delegados a los congresos, así como en la selección de candidatos a tareas institucionales, estableciendo además el sistema de primarias abiertas a simpatizantes en el caso de la elección del candidato a la presidencia del gobierno, así como a otras responsabilidades institucionales de primer nivel (alcaldes, presidentes de comunidades autónomas...).
5. Además de cambios en la elección de nuestros representantes orgánicos e institucionales, parece necesario mejorar la participación de los militantes en el debate interno, tanto en la elaboración de los programas electorales como en la sistemática evaluación del cumplimiento de los mismos. Los militantes deben tener acceso permanente a la información necesaria y suficientes argumentos para poder defender lo que hacemos e incluso aquellos cambios en nuestra posición en el caso de que estos estén justificados por circunstancias sobrevenidas. Ello requiere también una permanente implicación de los cargos institucionales en la actividad.
6. La actividad presencial en las agrupaciones debe complementarse con el uso pleno de las nuevas tecnologías y con la presencia y participación activa de nuestros militantes en todos los ámbitos de la sociedad civil, muy en particular en aquellos donde más hemos retrocedido: hay que ir a buscar a los jóvenes, a los mayores... a los profesionales, a los investigadores, a los emprendedores... allí donde estos llevan a cabo su actividad, con el objetivo de ampliar el número y la capacidad de militantes y simpatizantes.
7. El PSOE debe fortalecer sus vínculos con los partidos socialistas de otros países, en particular de la Unión Europea, para contribuir a una autentica plataforma internacional en defensa de nuestros valores. Nuestros militantes en el exterior deberían poder implicarse activamente en esta tarea, y ello requiere una consideración especial, a la vista de los recientes resultados electorales. Además de la derogación del voto rogado, debería debatirse la oportunidad de una circunscripción electoral propia y la creación de un área en la dirección federal dedicada a las agrupaciones socialistas en el exterior.
8. Debemos integrar mucho mejor a los ciudadanos no afiliados en la actividad del PSOE. En particular, el Congreso Federal debería acordar que la elección del candidato o candidata a la Presidencia del Gobierno se lleve a cabo con el voto de militantes y simpatizantes, como ya ha decidido el PSC. Además, los simpatizantes deben poder participar de manera mucho más efectiva en el debate interno a través de la actividad y de las propuestas de las organizaciones sectoriales existentes, (salud, educación, medio ambiente, emprendedores...).
9. El PSOE tiene que poder integrar todas las sensibilidades que se reclaman de izquierdas. Hay que debatir, por lo tanto, con la máxima libertad y rigor, sobre posiciones que defienden algunos de nuestros militantes, así como organizaciones y movimientos que en algún caso se han distanciado del PSOE a pesar de una coincidencia básica en los valores que defendemos.
10. Los equipos son fundamentales para ejercer un buen liderazgo, y para ello deben ser inclusivos e integradores. La elección en primarias no debe nunca convertirse en un pretexto para excluir de los equipos dirigentes a quienes en su momento hayan defendido opciones diferentes.
Espero que esta reflexión venga seguida de cuantas sugerencias y criticas permitan identificar mejor el sentir mayoritario de nuestra militancia y de los ciudadanos que siguen con interés nuestro debate.
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