Qué vergüenza

José Luis Sánchez Teruel
Secretario General del PSOE de Almería

Estos días se está celebrando un juicio en Valencia contra el que hace pocos meses era el todo poderoso presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia, Francisco Camps, y el secretario general del Partido Popular valenciano, Ricardo Costa, que nos está dando a conocer un rosario de cariñosas y bochornosas conversaciones telefónicas, que incluso a los que ocupan el banquillo, sonrojan por su descaro y porque saben que las está escuchando todo el mundo. Que Camps haya tenido que oír de nuevo sus conversaciones con el Bigotes, con su amiguito del alma, debe de haberle resultado incómodo -hasta el juez tuvo que llamarle la atención por hacer continuamente gestos y hablar- pero para el resto de los españoles suponen la clara evidencia de uno de los mayores escándalos políticos que se han producido en este país.

Las conversaciones son elocuentes: regalos por doquier, tarjetones, abrazos fuertes, caviar, bolsos, relojes y mucho te quiero entre personas que han dejado la Comunidad Valenciana en la bancarrota. En estos momentos, la deuda de la Generalitat pone 450 colegios al borde del cierre y la agencia de medición de riesgos Moody's ha rebajado la calificación de la Comunidad Valenciana, debido a sus problemas de liquidez y sus dificultades para financiarse. Podría ser que Camps, mientras se ocupaba de las cosas de sus amiguetes, no atendiera sus responsabilidades ni las necesidades de los valencianos y valencianas. Podría ser. O que estuviera tan ocupado hablando con el Bigotes que se le fuera el día al teléfono o en un mundo de película, desconocido e inalcanzable para el común de los mortales. Es posible.

La mayoría de los españoles asisten a este juicio con expectación, por las perlas que está dejando, pero también con un tremendo sentimiento de vergüenza ajena. Lo que se oye, lo escucha un país sumido en una profunda crisis económica de la que saldremos por el empuje de todos los ciudadanos, a pesar del gran engaño que ha ejecutado el Partido Popular nada más llegar al Gobierno. Lamentablemente de lo que no se sale tan fácilmente es de la crisis moral, cuyo modelo se está haciendo público durante estos días en la sala de un Tribunal de la Comunidad Autónoma de Valencia.

Los ciudadanos necesitamos que las personas que nos representan sean honestas y escrupulosas en su gestión, puesto que la política es un servicio a la sociedad, una actividad noble que alcanza su prestigio y sentido cuando se identifica con los problemas de los ciudadanos. Si atendemos a esta definición, no parece, por lo tanto, que estos dirigentes del Partido Popular, Camps y Costa, se hayan impregnado de este espíritu de compromiso y servicio.

Resulta curioso que muchos de los que apoyaron a Camps y Costa en su día, guarden ahora silencio. Javier Arenas puso al Gobierno de Camps como ejemplo de lo que quería para Andalucía y le paseaba por la Semana Santa de Sevilla, exhibiéndole como lo que él quería hacer en Andalucía. Ahora esconde esas fotos y calla, en un ejercicio de doble moral sin precedentes, como el de pedir austeridad cuando ingresa una media de 500 euros diarios o su amigo Rodrigo Rato más de 6.000 euros al día. ¡Qué vergüenza!

Si en tan sólo un par de semanas, los españoles hemos asistido al mayor fraude electoral de la historia de la democracia con una brutal subida de impuestos a las clases medias trabajadoras, a los que tienen nómina, negada reiteradamente por Rajoy, igual es que Arenas y los suyos lo que realmente andan buscando, ahora que vienen las elecciones andaluzas, es el medio para conseguir un fondo de armario como su amigo Camps.

2 comentarios:

  1. Que vergÜenza lo vuestro.

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  2. Vuestra junta del psoe de andalucia si que es una verguenza. En marzo caereis todos. Pronto van a ir saliendo uno por uno todos los casos. Caquita es lo que teneis en el culo. Por cierto, tambien son una verguenza vuestros resultados electorales en almeria. Eso si que es una verguenza. Inútiles!

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