Servicios sociales: empiezan las rebajas

Jesús Muyor Rodríguez
Profesor de Grado en Trabajo Social de la Universidad de Almería

Las “medidas de ajuste” en Sanidad, Educación y Empleo se adelantaron al resto de pilares básicos del Estado de Bienestar, pero las rebajas de invierno ya han llegado a los Servicios Sociales. La última ganga tiene como protagonista la Atención a la Dependencia. Durante los próximos años las arcas públicas podrán aprovechar para hacer frente a la crisis gracias, entre otras ofertas, a la moratoria de un año en la obligación de atender a los dependientes moderados (grado 1, nivel 2) que fueran dictaminados en 2012. Y, como las buenas “gangas”, trae un “2 x 1”: los dependientes moderados en grado 1 nivel 1 no comenzarán a ser efectivo su derecho hasta el 1 de enero del 2014, un año después de lo acordado en el calendario de la Ley 39/2006, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia.

Según los datos manejados desde la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales en España, 30.000 personas serán despojadas de sus derechos con la excusa de sanear la deuda pública. Más de 3.000 familias almerienses a las que, desde los Servicios Sociales, habrá que explicarles cómo un derecho subjetivo se ha convertido en unos días en algo parecido a la caridad y la beneficencia. Servicios de apoyo y atención a la dependencia que no podrán recibir a través de la administración pública y que tendrán que asumir por medio de iniciativas asistenciales privadas y solidarias durante el tiempo que dure la moratoria.

En tiempos de crisis, los servicios "anticrisis", en crisis

Los Servicios Sociales no sólo atienden a las personas en situación de dependencia. En la actualidad son cerca de 6 millones de personas las que perciben anualmente servicios sociales básicos. Con los efectos de la situación económica se está produciendo un aumento en la demanda de servicios sociales por personas y familias que nunca antes habían acudido. Esto ha provocado un aumento de la demanda de prestaciones básicas de los servicios sociales en torno a un 55 %, sobre todo de prestaciones vinculadas a la cobertura de necesidades básicas1.

Paradójicamente cuando la ciudadanía necesita y demanda más atención desde los Servicios Sociales, asistimos al mayor recorte en el presupuesto destinado para tal fin. Organizaciones sociales vienen denunciando el escenario generalizado de recortes del gasto social. Las “rebajas” en este Sistema de Bienestar Social se extienden por toda la geografía española. Canarias, Murcia, Madrid, Valencia, Castilla- La Mancha o, recientemente, La Rioja, son algunos ejemplos donde se han tomado graves medidas que suponen un riesgo inminente para la calidad de vida de las personas, los derechos de la ciudadanía y el mantenimiento de la cohesión social.

En rebajas, los mismos derechos

En los tiempos de rebajas podemos comprobar que los descuentos no han repercutido en la calidad de los productos. Las ofertas no deben implicar una disminución de los derechos de los consumidores. Las limitaciones de recursos no pueden servir de pretexto para demorar la aplicación de los derechos de la ciudadanía, y no deben utilizarse para restringir el ámbito de actuación de los Servicios Sociales públicos. El discurso economicista quiere servir de excusa para anteponer los intereses de un gobierno a los derechos de las personas, pero el marco jurídico al que deben atenerse los Estados a escala nacional, incluso en tiempos de crisis, pasan por las normas internacionales de Derechos Humanos que estipulan obligaciones ineludibles con los derechos económicos, sociales y culturales.

Así lo alerta la experta Magdalena Sepúlveda en la contribución por escrito de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Promoción y protección de todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, incluido el derecho al desarrollo de 2011:

“La obligación de cumplir esas obligaciones mínimas indispensables no desaparece durante los tiempos de crisis y recuperación. Incluso en las épocas de graves limitaciones de recursos, cuando los recursos disponibles claramente son insuficientes, los Estados siguen teniendo la obligación de demostrar que se ha hecho todo lo posible para utilizar todos los recursos de que dispone en un esfuerzo por satisfacer, como cuestión de prioridad, los niveles mínimos indispensables y proteger a los miembros o grupos más desfavorecidos y marginados de la sociedad”.

Y para terminar…empieza la cuesta de enero

A la ciudadanía se nos pide que hagamos un esfuerzo, que nos apretemos el cinturón en los tiempos difíciles, pero algunas personas tienen los pantalones sin cinturón, otras no tienen ni pantalones.

Según datos oficiales publicados, el 21,8 % de la población residente en España está por debajo del umbral de pobreza, lo que supone un crecimiento de un 1,1 punto con respecto al año anterior. Aproximadamente el 3 % de la población vive en situación de pobreza severa y el 20 % vive en situación de pobreza relativa. La heterogeneidad es una característica fundamental del espacio social de la exclusión relacionada en muy buena manera con los itinerarios diversos que la explican. En este espacio encontramos los sectores marginales más “tradicionales”, como las personas sin hogar, las que ejercen la prostitución o las que están en relación con el sistema penitenciario. En otros casos, como en los hogares monoparentales, la exclusión puede explicarse a partir de experiencias de ruptura familiar. La discapacidad, las enfermedades mentales o el consumo de determinadas sustancias pueden llevar también a la exclusión social en un contexto cultural, familiar, social o económico desfavorable.

La situación de crisis económica está produciendo un aumento de la desigualdad, la pobreza y la exclusión social. Una sociedad que vislumbraba síntomas de precariedad antes de la crisis y que en la actualidad podemos constatar que se agudizan estos síntomas y la sociedad se precariza y se empobrece.

Y los recortes, ofertas y oportunidades continúan…

Ante este panorama recuerdo aquello que decían que para salir de la crisis hay que empezar por uno mismo, pero no sabia que se referían a costa de uno mismo. En este mercadillo de oportunidades seguimos escuchamos el grito de mercaderes anunciando sus gangas, “Bueno, bonito y barato”. Y yo me pregunto, ¿cuánto cuesta una vida digna?

Y no dejemos de preguntarnos,
Una y otra vez,
Hasta que un puñado de tierra
Nos calla la boca…
Pero ¿es eso una respuesta?

Heinrich Heine, Lazaro

1 comentario:

  1. estoy totalmente de acuerdo, se rebaja la calidad de vida, se pone precio a los recursos sociales, se subasta la dignidad humana y se desprecia al que menos tiene.
    su voto cuenta en unas elecciones, su existencia es invisible cuando reclama interés por parte de la administración pública.

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