Candidato por Almería del PA
al Parlamento andaluz
Para los nacionalistas andaluces el 28 de febrero más que un día de fiesta es un día de indignación, y si además resulta que eres almeriense, pues con más razón si cabe. Almería viene sufriendo el permanente olvido del gobierno socialista de la Junta de Andalucía, olvido equiparable al que sufre Andalucía por el gobierno de España. El gobierno de la Junta ha sustituido el centralismo madrileño por el sevillano, y eso ha generado mas desigualdades dentro de nuestro territorio sólo comparables a las que ha habido -y hay- dentro del Estado español.
Los andalucistas siempre hemos apostado por la descentralización, cuanta más mejor. Así, al margen de que por motivos de identidad nacional, Andalucía tiene que tener su propio poder, nosotros siempre hemos defendido que la mayor eficacia en la gestión de lo público se hace estando más cerca del ciudadano, y por eso somos firmes defensores del municipalismo, y la comarcalización, con una relación directa entre las comarcas y el Gobierno andaluz, sin más historias.
Los andalucistas nunca hemos creído en la utilidad de las Diputaciones. Nuestra propuesta es que sean eliminadas. Miren, la totalidad del dinero que maneja una Diputación proviene de las demás administraciones, y su función es únicamente repartirlo atendiendo a las necesidades de los pueblos. Eso, que puede ser hecho directamente por la Junta de Andalucía, acaba suponiendo que tenemos que pagar el sueldo de más de una veintena de políticos, con sus correspondientes dietas, coches, despachos, secretarias, móviles, comidas... Pero añadan a eso los asesores y personal eventual que se coloca a dedo, y añadan la realización de actividades que nada tienen que ver con el fin mismo que dicen que tiene la Diputación, como pueden ser festivales de cine y otra serie de eventos que además sólo se desarrollan en la capital. Pues bien todo eso tiene un coste que no va a los pueblos y que podría ahorrarse eliminándolas.
Pero les decía lo de la indignación porque es insultante que el PP se vista de “andalucista” y no sea capaz de poner ni una sola bandera de Andalucía en Almería, igual que tampoco reconocen a ilustres almerienses, que crearon algunos símbolos de nuestro país, como el canon de la guitarra andaluza o nuestra bandera. Y qué decir del PSOE, que después de más de treinta años de poder omnímodo nos ha convertido en el escarnio de medio mundo por sus continuos escándalos, todos ellos fundamentados en exprimir las arcas públicas y repartirse el botín. Los socialistas han logrado que muchos andaluces dejen de creer en la autonomía, y consideran que es un gasto, un derroche, cuando lo cierto es que esto no es autonomía, esto es latrocinio.
Andalucía necesita la autonomía, y la necesita tanto como la necesitó antes, porque necesitamos ser dueños de nuestras decisiones, mandar en nuestra hambre y decidir en qué empleamos el dinero y cómo salimos de esta en la que nos han metido. El problema no es la Junta de Andalucía, el problema es la mala gestión que han hecho de ella los socialistas.
Los nacionalistas sólo nos debemos a nuestra patria, a Andalucía, y no tenemos más ambición que esa, por lo que no es concebible dejar a nadie por el camino, y en este caso a Almería. Pero lamentablemente los andaluces están entre los más defraudados por la clase política, y no es para menos, pero eso es precisamente lo que más le interesa al que quiere perpetuarse en el poder, que la gente no participe. El 28 de febrero es una buena oportunidad para dejarse de chorradas en forma de medalla y hacer memoria histórica.
Los andalucistas siempre hemos apostado por la descentralización, cuanta más mejor. Así, al margen de que por motivos de identidad nacional, Andalucía tiene que tener su propio poder, nosotros siempre hemos defendido que la mayor eficacia en la gestión de lo público se hace estando más cerca del ciudadano, y por eso somos firmes defensores del municipalismo, y la comarcalización, con una relación directa entre las comarcas y el Gobierno andaluz, sin más historias.
Los andalucistas nunca hemos creído en la utilidad de las Diputaciones. Nuestra propuesta es que sean eliminadas. Miren, la totalidad del dinero que maneja una Diputación proviene de las demás administraciones, y su función es únicamente repartirlo atendiendo a las necesidades de los pueblos. Eso, que puede ser hecho directamente por la Junta de Andalucía, acaba suponiendo que tenemos que pagar el sueldo de más de una veintena de políticos, con sus correspondientes dietas, coches, despachos, secretarias, móviles, comidas... Pero añadan a eso los asesores y personal eventual que se coloca a dedo, y añadan la realización de actividades que nada tienen que ver con el fin mismo que dicen que tiene la Diputación, como pueden ser festivales de cine y otra serie de eventos que además sólo se desarrollan en la capital. Pues bien todo eso tiene un coste que no va a los pueblos y que podría ahorrarse eliminándolas.
Pero les decía lo de la indignación porque es insultante que el PP se vista de “andalucista” y no sea capaz de poner ni una sola bandera de Andalucía en Almería, igual que tampoco reconocen a ilustres almerienses, que crearon algunos símbolos de nuestro país, como el canon de la guitarra andaluza o nuestra bandera. Y qué decir del PSOE, que después de más de treinta años de poder omnímodo nos ha convertido en el escarnio de medio mundo por sus continuos escándalos, todos ellos fundamentados en exprimir las arcas públicas y repartirse el botín. Los socialistas han logrado que muchos andaluces dejen de creer en la autonomía, y consideran que es un gasto, un derroche, cuando lo cierto es que esto no es autonomía, esto es latrocinio.
Andalucía necesita la autonomía, y la necesita tanto como la necesitó antes, porque necesitamos ser dueños de nuestras decisiones, mandar en nuestra hambre y decidir en qué empleamos el dinero y cómo salimos de esta en la que nos han metido. El problema no es la Junta de Andalucía, el problema es la mala gestión que han hecho de ella los socialistas.
Los nacionalistas sólo nos debemos a nuestra patria, a Andalucía, y no tenemos más ambición que esa, por lo que no es concebible dejar a nadie por el camino, y en este caso a Almería. Pero lamentablemente los andaluces están entre los más defraudados por la clase política, y no es para menos, pero eso es precisamente lo que más le interesa al que quiere perpetuarse en el poder, que la gente no participe. El 28 de febrero es una buena oportunidad para dejarse de chorradas en forma de medalla y hacer memoria histórica.
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