El efecto bumerán

M. A. Blanco
Periodista

No es solo la opinión de reputados economistas como Paul Krugman o Joseph Stiglitz (ganadores del Premio Nobel) e incluso Warren Buffett (poseedor de una de las mayores fortunas del mundo y cercano a ideologías neoliberales, lo que no le impide señalar a la banca como la principal responsable de la crisis)... es la realidad de países como Portugal o Grecia, a los que vemos seguir en picado, con ciudadanos cada vez más en precario, con la pobreza extendiéndose por cualquier rincón. Las medidas de austeridad vuelven como un bumerán para golpear en la cara a los países donde se están llevando a cabo. De ahí que Rajoy ponga como ejemplo a nuestros vecinos lusos en su presunto plan para España. Gran estrategia, claro que sí... Y eso que no solo tiene el ejemplo griego o portugués: puede recordar cómo las medidas en la misma línea tomadas por Zapatero han acentuado la crisis. Vamos a ver si con napalm logramos apagar el fuego, ya que con el lanzallamas no ha podido ser, parece pensar.

El presidente, por lo visto, sabe de antemano de otro efecto bumerán de lo que se supone que tiene en mente para la primavera: prevé huelga general. Lo peor del asunto es que le da lo mismo y lo comenta tan tranquilo, como quien habla de que este año también irá a la playa en verano. Igual que un caballo con anteojeras para que no vea lo que tiene alrededor y siga tirando adelante, sigue convencido de que al final lo que tendremos es un efecto mariposa que acabe transformando en prosperidad lo que tantos ven como maniobras para poner al país de saldo y poder venderlo más barato. O le asesoran mal o, peor, es premeditado.

Lo curioso del asunto es que estos efectos previstos de antemano no acaban siempre como uno se lo espera. Ahí está el caso del cierre de Megaupload y la resurrección de salas de cine, que sin embargo ha terminado derivando en un mayor tráfico para la competencia del reino de Kim Dotcom y unauge de las redes p2p. Cuando sueltas al lobo, el rebaño tiende a dispersarse por donde mejor le viene, no por donde uno pretendía.

Ahora se anuncia el paréntesis para las series de ficción de TVE, que junto al deporte y los informativos han aupado durante meses a la cadena a lo más alto del ranking. Hay quien cree ver maniobras para que baje la audiencia y luego poder asombrarse por lo que cuesta mantener una cadena pública: primer paso para la privatización.

A mí me da lo mismo que sigan o no Águila Roja o Cuéntame (no las veo), pero no tanto las consecuencias que conllevaría su cierre. Aparte de la sospechada en redes sociales y medios, está la obvia: unos cuantos trabajadores del audiovisual que se quedan de golpe sin trabajo. No solo actores, por supuesto: cámaras, electricistas, maquilladores...

Con este panorama, qué ganas tengo de que pasen las elecciones andaluzas para que el Gobierno descubra cuáles son esos planes y esa reforma laboral cuyo efecto sospecha Rajoy. Sobre todo, para comprobar cómo reaccionamos ante ellos. La cosa puede tener su gracia como al final el bumerán acabe golpeando en la cara de quienes están alimentando la decadencia del país en lugar de en las de las víctimas que estos habían previsto.

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