Mónica Ureta
Periodista
Quince días después de que los socialistas celebraran en Sevilla uno de sus congresos más convulsos, el PP hará lo mismo este fin de semana pero en medio de una absoluta paz interna. La situación de los dos partidos es radicalmente opuesta, también en Andalucía. Mientras el PSOE-A anda a la gresca por las listas autonómicas, lo que debilita el liderazgo de José Antonio Griñán, en el PP-A reina la cohesión en torno a Javier Arenas. Ninguna formación había acumulado tanto poder institucional como el PP tras las elecciones de mayo y de noviembre. Pero queda uno de los últimos bastiones socialistas por conquistar: Andalucía. El desembarco de los populares en la capital hispalense será un auténtico cierre de filas con Arenas, uno de los hombres fuertes del presidente, Mariano Rajoy, que con toda probabilidad repetirá en un puesto relevante de la nueva ejecutiva. El PP-A confía en que el cónclave sirva de trampolín para que el candidato popular, al que las encuestas dan ganador el 25-M, llegue por fin a San Telmo.
El PP tiene razón en que, a diferencia del PSOE, su congreso, cuyo lema es Comprometidos con España, no será de nombres, sino de ideas. Al margen de quiénes acompañarán a Rajoy en su equipo los próximos cuatro años, la clave estará en las propuestas que emanen del plenario y si, en medio de la tormenta económica, el jefe del Ejecutivo lanzará nuevas medidas o avanzará su Presupuesto. La Comisión Europea ya ha dado un tirón de orejas al Gobierno por no presentar aún sus cuentas. Los socialistas critican que Rajoy está esperando a que pasen las andaluzas para que el tijeretazo no perjudique electoralmente a Arenas. El PP-A lo niega y recuerda que ya se han aprobado medidas impopulares como la subida de impuestos, el cambio de temarios para las oposiciones a profesor o la reforma laboral, que sacará a los ciudadanos a la calle el domingo, como broche final al congreso popular.
Arenas deberá hacer campaña con la mochila de los recortes de Moncloa, que pueden ponerle en más de un aprieto. El líder de los populares andaluces irá a lo seguro: mantendrá un perfil bajo, el mismo que Rajoy durante la campaña del 20 de noviembre, sin meterse en grandes charcos, y evitará concretar qué ajustes llevará a cabo si alcanza el Gobierno andaluz. Se centrará en el empleo -la tasa de paro supera el 30% en Andalucía- y en los escándalos de 30 años de Gobiernos socialistas, como el caso de los Expedientes de Regulación de Empleo irregulares pagados con dinero público. Lo que está claro es que todo el partido se volcará con la causa de Arenas porque se lo juega todo y porque otra derrota el 25-M significará su retirada de la política andaluza tras cuatro intentos electorales. En campañas anteriores, dirigentes nacionales del PP hicieron un flaco favor al candidato andaluz con descalificaciones a Andalucía que dieron munición al PSOE. En 2008, por ejemplo, Ana Mato dijo que los niños andaluces son "casi analfabetos".
Rajoy le debe a Arenas buena parte de sus conquistas. Hace cuatro años, cuando el liderazgo del presidente popular pendía de un hilo tras un nuevo batacazo en las urnas, Arenas fue uno de sus principales valedores en el tenso congreso de Valencia, junto con Francisco Camps, que finalmente no viajará a Sevilla por "decisión personal". Sí estuvo en la ciudad en una misa en la Macarena tras su absolución por el caso de los trajes. En el cónclave anterior, la oposición de Esperanza Aguirre amenazaba con desbancar a Rajoy, que resistió pero con muchos detractores. Decidió rodearse de un equipo de su confianza y situó a Arenas en la cúspide de Génova.
peso andaluz. La situación de hace cuatro años dista mucho de la actual. Hoy no hay quinielas ni cábalas sobre quiénes estarán en la dirección nacional. La secretaria general, Dolores de Cospedal, ya ha sido confirmada en su puesto -coordinará además la comunicación entre el partido y el Gobierno- y Arenas, que es vicesecretario Territorial, se da por hecho que continuará. Lo que sí ha trascendido es que Rajoy quiere adaptar la ejecutiva a los tiempos de crisis y que la estructura será más pequeña. En estos momentos hay tres vicesecretarios, ocho coordinadores y siete secretarios de área. El PP-A está convencido de que mantendrá o incrementará su peso en la dirección nacional, más aún con los comicios autonómicos tan cerca. Ahora hay nueve andaluces en la ejecutiva: además de Arenas, están María José García Pelayo, Ángeles Muñoz, Celia Villalobos, Teófila Martínez, Juan Manuel Moreno, Antonio Sanz, Cristóbal Montoro y Juan José Matarí. Andalucía, con 552 compromisarios de un total de 3.172, será la delegación con más peso en el congreso. Le siguen Valencia, Castilla y León y Galicia.
Los compromisarios han registrado 1.500 enmiendas a las cinco ponencias que se debatirán este fin de semana. La de Estatutos establece que un alcalde no puede ser diputado al Congreso, una norma interna que contradice la estrategia de Arenas en Andalucía. Los populares debatirán también sobre si las raíces del partido se asientan en el "humanismo cristiano" o en el "humanismo de tradición europea", como piden algunos compromisarios. De lo que no se discutirá es del matrimonio homosexual. El congreso se prevé tranquilo, pero todo puede pasar en la cita más importante para el partido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario