Política en Huércal de Almería

Teleprensa

Editorial

Éramos pocos y parió la abuela. No sé si el equipo de gobierno de Huércal de Almería, formado por las siglas del PP y Grinp, ha empezado especialmente con buen pie esta legislatura, pero, a juzgar por el gran número de comentarios que los lectores de Teleprensa dejan en toda noticia procedente de ese municipio y firmada por el Consistorio, auguro que no. El pacto, de entrada, no es muy bien recibido por muchas personas que se sienten decepcionadas al ver cómo quien terminara el pasado mandato -primero desde las filas de Izquierda Unida y posteriormente en el Grupo Mixto- es quien ha permitido hacerse con la alcaldía al Partido Popular. Dicen no comprender la incongruencia de quien tanto criticó la forma de hacer de Juan Ibáñez e igualmente acusan a éste de mantenerse como sea en el sillón.

Pero además, en este curioso municipio -y digo lo de curioso porque ha sido uno de los pocos que se ha mantenido hasta esta legislatura en manos de la izquierda y con una alcaldesa que ya no pudo más en la pasada y tras su marcha provocó el mayor caos de gobierno que se ha vivido en esta provincia- nadie se calla. Y cualquier acción política es siempre muy mal vista por alguien, y subrayo de lo de muy mal. Da igual que se pongan chinorros en una calle, que se asfalte una carretera, se instale el árbol de navidad más grande de Andalucía o se abra un parque infantil en una zona pública abandonada. Todo tiene su cara y su cruz, está visto. Porque la mayor queja que se transmite de este gobierno local es esa forma de hacer las cosas que tiene y que unos califican de “amiguismo” y otros incluso de “deslealtad”.

Para muchos adjudicar una parcela pública para que un particular monte una actividad lúdica no tiene razón de ser. El caso del Parque de Los Pinos. De la misma manera, que el Consistorio organice una cena de San Valentín a cinco euros el comensal es considerado como un despropósito en estos tiempos de crisis ya que el sector hostelero es precisamente en fechas señaladas como ésta cuando intenta recuperarse un poco. Y así, aunque el Ayuntamiento considera un éxito la participación que ha tenido la genial idea, más de uno está aún maldiciendo la iniciativa. Y para mal de males, no se le quita de la cabeza, porque hoy se ha conocido que un concejal aprovechó el evento para beber un poquito de más y encima quiso abusar de su condición para evitarse los controles de alcoholemia. Vamos que esto no termina aquí.