30 años de fidelidad

Isabel Morillo
Periodista

El Nobel de Ciencias Políticas Przeworski define la democracia como "un sistema en el que los partidos pierden elecciones. Hay ganadores y perdedores periódicos". La máxima del sociólogo choca con Andalucía. El PSOE ha ganado en esta tierra todas las consultas electorales desde 1977, con tres excepciones: las municipales de 1979 y las municipales y generales de 2011. Mirando a las autonómicas, desde 1982 los andaluces han dado el sí quiero en ocho ocasiones al PSOE. Socialistas y andaluces celebraron en 2008 sus bodas de plata por todo lo alto: el PSOE revalidó su quinta mayoría absoluta.

Los sondeos apuntan a que estas tres décadas de matrimonio han llegado a su final. Hubo divorcio en las locales y generales. ¿Cabe ahora la reconciliación? Es posible, aunque se apunta a un final de ciclo. El PP se aferra a los 30 años del PSOE como su arma electoral más mortífera. Piden su oportunidad por higiene democrática, dicen. Apuntan además a un sistema en descomposición, con vicios y una red clientelar tejida con ayudas y subvenciones que han perpetuado al PSOE en el poder. Los socialistas se revuelven: los andaluces han acudido a las urnas y elegido libremente a sus gobernantes. Son 30 años de gobiernos socialistas -de progreso y avances en esta tierra, sostienen- y los mismos de oposición del PP por expreso deseo de los votantes. El castigo hacia los populares ha sido indiscutible, pero ahora un 70% de los andaluces sí quiere cambio.

Andalucía representa La resistencia socialista, como ayer retrató el PSOE en un vídeo. Efectivamente el caso andaluz es ya único en España pero no es tan extraño. Desde 1980 hasta 2010 en ocho comunidades el partido ganador siempre había sido el mismo; en cinco solo se contaba una derrota y en cuatro, dos.

La primera caída fue la de CIU en Cataluña. En 2006 fue desalojada del poder por un tripartito político de izquierdas tras 26 años de nacionalismo en la Generalitat. Hace dos años volvió al poder. Algo parecido ocurrió en Galicia. El PP de Manuel Fraga gobernó durante un cuarto de siglo. PSOE y nacionalistas le quitaron el bastón de mando que, solo una legislatura después, recuperaron los populares. En estas comunidades la alternancia quedó en un escarceo amoroso. El PNV probó la oposición en el País Vasco 29 años después de llegar al gobierno. De ello se encargaron PSOE y PP. En 2011 Extremadura y Castilla La Mancha se han pasado al PP después de 28 años de socialismo. Y Navarra vivió los mismos años con un pacto de PP-UPN.El por qué de esta mayor supervivencia de los gobiernos autonómicos ha sido objeto de un interesante estudio de los profesores Ignacio y Santiago Lago Peñas. En Descentralización y control de Gobiernos se detienen en los porqués de esa mayor longevidad de los gobiernos regionales.

Las conclusiones apuntan a la combinación de varias razones. En primer lugar la descentralización de competencias ha ido consumándose progresivamente en tres décadas de Estado de las Autonomías. Los ciudadanos, sostienen, "no tienen demasiado claro las responsabilidades" de cada administración. En segundo lugar, apuntan a la falta de alternativas. "Cuando un votante decide castigar al gobierno es necesario un partido alternativo en el mismo espacio ideológico, que esté en condiciones de ganar las elecciones. Si no existe, este votante descontento con el partido en el gobierno lo seguirá votando por razones estratégicas y para no malgastar su voto". El estudio concluye que en las autonómicas siempre hay un problema de contaminación política. La arena nacional manda. "Los votantes tenderán a manejar consideraciones nacionales cuando deciden su voto en las elecciones autonómicas".

En Andalucía más porque la norma ha sido la coincidencia electoral. Las autonómicas de 2008, al igual que las tres últimas convocatorias (1996, 2000 y 2004) y las de 1986, se desarrollaron conjuntamente.Las series históricas de sondeos como los del IESA-CSIC demuestran que los andaluces se sienten de centro-izquierda. IU, sin posibilidades de gobernar, no ha sido una amenaza por la izquierda. Y el PP no ha estado identificado como un partido de centro sino de derechas, provocando un hondo rechazo en los andaluces que durante años han desconfiado de que este partido gestione las políticas sociales. Ya no. Ésa ha sido una de las misiones de Javier Arenas, candidato por cuarta vez, la de centrar a su partido y enterrar el miedo. La fidelidad de los andaluces al PSOE no ha sido igual en todas las provincias. Elecciones 2008 en Andalucía: concentración y continuidad, del catedrático Juan Montabes y la profesora Carmen Ortega, advierte de que entonces el PP venció al PSOE en votos en Almería y Málaga, obtuvo un importante repunte en Córdoba y recortó distancias en todas las provincias.

Entre los votos obtenidos por el PSOE en Almería o Sevilla (su mayor bastión), hubo 20 puntos. Muchos expertos avistaron un agotamiento que llevó a precipitar la sucesión de Manuel Chaves a favor de José Antonio Griñán. Desde 1982, tras cinco presidentes socialistas, es irrebatible que el PSOE ha ocupado el corazón de los andaluces, con habilidad, recordándoles que ha escrito en primera persona el progreso y desarrollo de esta tierra. Enfrente, los populares no han hecho una oposición a la altura, coartados siempre por Madrid. Porque cerrando con V.O. Key, otro clásico de la sociología electoral, "los votantes no son tontos".

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