Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería
Cuando se hizo público el sondeo de Ipsos para Canal Sur al filo de las ocho de la noche, y el PP estaba al borde de la mayoría absoluta, la verdad es que no resultaba sorprendente, era muy similar a lo que las encuestas venían pronosticando desde hace más de un año. Eso sí, las caras de preocupación en los compañeros periodistas de esta cadena pública de televisión -y radio- eran un auténtico poema, comparable sólo a la de los dirigentes socialistas, y en RTVE ocurría lo mismo, de los rostros serios de las primeras israelitas se pasó a amplias sonrisas cuando los resultados se iban consolidando. Muy significativo.
Pero viendo todo esto por televisión mientras estaba con los compañeros de ACL -que hicieron como siempre un magnífico trabajo para servir puntualmente la información de la jornada electoral- en una tertulia en la que también participaron Pablo Requena y David Baños, era bastante incompresible entender cualquier atisbo de satisfacción tanto en el PP como en el PSOE. Cierto que ambos tenían motivos para estar contentos, pero ambos deberían asumir la realidad que expresan las urnas.
Es cierto que el PP es el partido más votado, que por primera vez se coloca en votos, porcentaje y escaños por encima del PSOE, pero no es menos cierto que a pesar del incremento en el número de electores llamados a las urnas, se ha dejado unos 162.000 votos por el camino en cuatro años; y a eso no ha sido ajena Almería, donde 23.400 que les votaron en 2008 han decidido no hacerlo en 2012. Pero si metemos por medio las elecciones generales de 2011, la cosa aún se pone peor, ya que la pérdida de voto en el PP sería desde el 1.985.000 del 20N hasta el 1.577.000... unos 400.000 votos perdidos... 100.000 votos menos al mes...
Lo de los socialistas es más grave. En 2008 tenía 2.178.000 votos en las autonómicas, en las generales logró 1.594.000, y este marzo han sido 1.523.000... es decir, siguen cuesta abajo y sin frenos... son unos 600.000 votos perdidos... 125.000 votos menos cada mes que ha pasado.
Si nos vamos al caso almeriense, el esquema se repite. El PP pasa de 180.249 del 20N a 136.583 de 2012. El PSOE tenía 127.000 votos en 2008, 93.495 en las generales y ahora 93.790 votos, algo más de 200 votos recuperados en estos comicios, pero muy lejos de los de hace cuatro años.
Quien sí va en progresión ascendente es IU, que no pasa de subir en las municipales, en las generales y ahora en las autonómicas, tanto a nivel provincial como general. Aun así sólo una pequeña cantidad de voto socialista podría haber ido a ellos, ya que por ejemplo en Almería ganan 6.000 votos en cuatro años mientras que los otros han perdido más de 33.000.
No es aventurado concluir que la abstención ha sido importante para que se den estos resultados, y que esa abstención tienen motivos políticos. Así, es muy probable que votantes del PP han renunciado a votar sencillamente porque les ha dado miedo la tijera que desde La Moncloa aplica el presidente Mariano Rajoy, y eso en una tierra tan subsidiada como Andalucía, con tanta gente mayor a la que meterle miedo con las pensiones (como si el PSOE no las hubiera congelado) con tanto "empleado público" temeroso de recortes salariales (como si el PSOE no les hubiera bajado el sueldo)... y eso machacado desde las dos televisiones públicas, pues hace mella.
En el PSOE ocurre algo similar. Ha habido mucho votante socialista que ha preferido no ir a votar antes que hacerlo a ellos o IU, y esto último es importante. Si alguien que vota PSOE decide no votar antes que hacerlo a una opción más a la izquierda es porque no cree que la solución al problema sea irse hacia ese lado, si no porque se avergüenza de lo que hoy por hoy es este partido.
Y para saber qué es hoy por hoy el PSOE basta mirar la euforia desatada tras conocer que habían perdido votos y escaños... eso sí, nada de autocrítica, Pepegriñán tenía una sonrisa de oreja a oreja, pero mucho más quienes le rodeaban. Da igual que los electores te hayan dicho que no te quieren si logras mantener el poder al precio que sea.
Y ese precio es IU. Los andaluces no han dicho que quieran una política de izquierdas -que será el mantra- ya que como hemos indicado, sólo una pequeña parte del voto del PSOE se ha ido a su izquierda, mientras que la mayoría se ha perdido entre la abstención y otras opciones.
Va a ser patético observar la reacción de Diego Valderas cuando se muestre dispuesto a apuntalar algo que él mismo ha denominado Régimen, cuando mire para otro lado mientras avanza la investigación judicial de los ERE, que siempre habrá tiempo para echarse unos cánticos del tipo "A las mariscadas, a las mariscadas... por el triunfo de una buena digestión".
Pero nadie tiene el asiento seguro tras estas elecciones. Valderas tiene el grano de Juan Manuel Sánchez Gordillo, que no quiere ningún pacto con el PSOE, prefiere ahogarlos para poder ser referente de la izquierda andaluza, y no hay que olvidar que el líder de IU ha estado a punto de no salir ni como diputado por Huelva, así que su autoridad queda en el límite de lo razonable.
Qué decir del PP. Arenas ha ganado sí, pero no gobernará, y es su cuarto intento. ¿Otro más? ¿Hasta cuando tiene margen? ¿y si no es él, quién? ¿se irá a Madrid de ministro? A pesar del triunfo real su futuro personal y el de su partido está en el aire.
PSOE. Todo son incógnitas. Griñán puede ser presidente si le vota IU en la investidura, o de lo contrario lo podría ser Arenas, todo depende de si gana Valderas o Sánchez Gordillo. Si Griñán es presidente el PSOE puede comenzar a encontrar cierta calma y recomponerse desde el poder, que alivia bastante las heridas, pero si le mandan a la oposición... su mal les puede corroer hasta la médula.
IU es quien tiene la decisión. Puede sostener al moribundo PSOE a echar unos puñaitos de tierra en la tumba.
Lo cierto es que presida Andalucía quien la presida, el resultado será el mismo. Griñán recortará culpando a Rajoy, y Arenas cortará culpando a la herencia de Griñán.
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