Juan Torrijos
Periodista
Decía el presidente del Partido Popular, Gabriel Amat, que le molestaría, le enfadaría mucho, perder una alcaldía, en referencia a la de Laujar, que, como ya conocen ustedes, ha pasado a las manos del Partido Socialista. Y seamos sinceros, no ha sido gracias a las buenas maneras de los socialistas, sino a los errores de los populares. Si hubiera que buscar alguna cabeza pepera a la que poner en la picota por lo ocurrido en Laujar, don Gabriel debería mirar en su mesa de dirección. Es posible que se esté demostrando que no se pueden acaparar cargos, que no se puede estar en misa y repicando, que es lo que están haciendo muchos de los dirigentes del PP. Y claro, algún sacristán de la provincia toca sus campanas como le da la gana sin que la dirección se entere Y cuando lo hace, no tiene tiempo para subir al campanario laujareño. Después va el presidente, con grandes cargos políticos en Diputación y en Roquetas, y se enfada por la campana que ha tocado a destiempo y que se ha perdido en la hermosa Alpujarra.
El problema del señor Amat es que no se puede quejar, pues es él el que ha repartido el trabajo entre sus colaboradores y compañeros, cargando en algunos de ellos demasiada responsabilidad. Entiendo su enfado, pero la cabeza, como me dijo en más de una ocasión, no está sólo para llevar gorra.
Pues nada, don Gabriel, a aguantarse el cabreo, a apechugar con la pérdida de una alcaldía y seguir soportando el equipo político por usted montado. No hay nada peor para un político que tener que tomarse la dosis de medicina que tenía preparada para el rival. Al PSOE un poco de alegría no le viene mal.
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