Isabel Morillo
Periodista
"Una de las soluciones". El candidato socialista, José Antonio Griñán, abrió así ayer la veda a la posibilidad de un pacto de Gobierno entre PSOE e Izquierda Unida. En una entrevista en Onda Cero, Griñán abrió una rendija a la coalición. Mientras, el candidato de IU, que sigue con sus soflamas contra la socialdemocracia, dijo no ser "Rappel", desprovisto de dotes para saber qué pasará el domingo, aunque dejó caer que "la matemática parlamentaria hace milagros".
A los socialistas le chirrían los dientes solo de pensar en un pacto con el partido de Diego Valderas, amenazado por sectores duros de la federación como el que representa el número uno por Sevilla, Juan Manuel Sánchez Gordillo. Al alcalde comunista de Marinaleda (Sevilla) se le ha oído mil veces renegar de todo lo que huela a PSOE, aunque haya colmatado su pueblo de infraestructuras firmadas por los consejeros de la Junta, a quienes atracaba en los pasillos del Parlamento o directamente con los vecinos okupando despachos.
Aunque no se sabe si sería peor el sacrilegio para Griñán, tan lejos de Valderas. El socialista atrajo a su Gobierno a Rosa Aguilar y fracasó en el cortejo de Concha Caballero. En los pasillos de la Junta ya circulan todo tipo de versiones sobre las consejerías del trueque: Educación, Empleo...
PSOE e IU siguen abominándose mutuamente, como dos novios peleados que consiguen el peor retrato del otro ante sus familias para acabar al final juntos. Ayer Griñán dio un paso por si cabe la reconciliación en el caso, cada vez más hipotético, de que Javier Arenas no llegue a los 55 diputados que le garantizarían el poder. De la crisis económica instalada y que ha traído un millones de parados a Andalucía "no tienen ninguna culpa ni los socialistas ni los comunistas", dijo.
Hay experiencias de pactos PSOE e IU en el ámbito municipal. Funcionaron en las penúltimas municipales, en 2007, en un acuerdo cerrado por las direcciones regionales de ambos partidos. Sevilla, Córdoba o Jaén fueron ejemplo. No funcionaron dijeron los votantes, que auparon al poder al PP en la siguiente ronda electoral.
Los socialistas gobernaron Andalucía en coalición cómodamente desde 1996 a 2004. Su muleta fue el Partido Andalucista. Aquel reparto de poder fue por parcelas. A los andalucistas les dieron consejerías de gran proyección, como Turismo, que los nacionalistas utilizaron para darse brillo, pensando en sus intereses electorales y les crearon otras, como aquella invención de Relaciones Institucionales. La experiencia fortaleció al PSOE y hundió a un PA, que no reflota.
De pactos saben también PP e IU. Aún circula la foto de la pinza que Luis Carlos Rejón le entregó a Javier Arenas y que unió a ambos n una estrategia que en 1994 logró acorralar a Chaves. El popular aún recuerda la desazón de su madre por aquella relación fugaz con los comunistas.
Para las caravanas ayer fue día de curvas. Griñán paró en Olvera, el pueblo de Arenas y del actual consejero de Gobernación, Francisco Menacho, que reniega de sus oriundos y es bastión de IU. Hoy el candidato del PP celebrará un acto en una cooperativa, casi calcado al del socialista. Allí Griñán reprochó con dureza la utilización electoral del acto institucional de La Pepa. Afeó a Mariano Rajoy que metiera en su discurso institucional "una bacalá".
El presidente animó al pueblo andaluz, como en 1812, a "huir del inmovilismo y la resignación", pasaje idéntico al que repite en sus numerosos mítines andaluces. Arenas repitió en Marbella tras despedir a su amigo El Sabio de Tarifa. El popular sigue: de recortes sociales nada, promete frente al discurso del miedo socialista, las tijeras irán a móviles (dijo que hay 40.000 que dejará en 10.000) y en coches (subastará el 50%). El mantra: PSOE igual a corrupción y despilfarro. Lo malo es que para cuadrar los 4.000 millones que estima en el debe de la Junta, no llega ni con sus consejeros yendo en autostop a las reuniones en Madrid.
(El Correo de Andalucía)
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