Pablo Requena
Periodista
En mi forzada y autoimpuesta tarea de no escribir más sobre la campaña electoral y las elecciones andaluzas hasta el 26 de marzo, me pongo a reflexionar sobre qué tema tratar y me doy cuenta de lo que me supone evitar pensamientos referidos a fondos de reptiles, a propuestas o argumentos usados por unos y otros partidos y demás ideas relacionadas precisamente con los comicios del día 25. Por tanto, no me referiré a ello hasta que Arenas le haga a Griñán la famosa y escatológica rima numérica a la que se presta tan señalado día. O viceversa.
Tras ese arduo trabajo de desechar de mi mente todo lo relacionado con las elecciones, me acuerdo de las decenas de miles de familias almerienses que viven y trabajan en la agricultura y que están afectadas -por no decir jodidas- por culpa precisamente de ésos que ahora se afanan en pedirnos el voto. Pienso en esos agricultores que ahora están mal y cuyo futuro pinta mucho peor por “nimiedades” como el acuerdo entre la UE y Marruecos, la pésima gestión de la crisis de la ecoli, la crisis de precios o el imparable encarecimiento del combustible, a lo que hay que sumar las heladas y la sequía de las últimas semanas. Y poco o nada deben estar haciendo los principales partidos políticos españoles para que, precisamente en Almería, (y permítanme un mínimo apunte electoral, a pesar de la matraca que he soltado al principio) haya nacido el Partido Hortofrutícola, que aspira a ser la voz de esos agricultores hastiados con nuestros dirigentes. ¿Posibilidades de obtener escaños? Nulas. Pero el derecho a pataleo está ahí.
Que la agricultura –la española en general y la almeriense en particular- está inmersa en lo que se podría denominar la “tormenta perfecta” para su extinción no se le escapa prácticamente a nadie. Y precisamente nadie es quien parece interesarse por ello, a pesar de lo muchísimo que hay en juego. Si alguien piensa que la provincia de Almería, con la tasa de paro más alta de toda España, ha dejado ya de destruir empleo con el panorama que tiene por delante el campo almeriense (del que dependen 150.000 trabajos en nuestra provincia) que se compre una hamaca y se vaya a León a contemplar nubes con Zapatero.
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