Políticos detrás de la pancarta

Isabel Morillo
Periodista

El papel de periódico doblado que ayer guardaba José Antonio Griñán como una reliquia en uno de sus bolsillos es la muestra más clara de que la reforma laboral que comenzará a tramitarse en el Congreso el 8 de marzo, el día antes de que comience la campaña andaluza, es la principal arma electoral del PSOE. Era el recorte de la publicidad de un periódico. Una consultora ofreciendo un curso a responsables de personal para que saquen todo el jugo posible al decreto-ley: "¿Despido más barato? Ahora sí que sí; Reducción de salarios: por fin una posibilidad real; Despidos colectivos para los que basta la decisión empresarial". Son tres epígrafes de los once en los que, sin disimulo, esta supuesta empresa paladea la reforma.

Griñán lo guardaba en su bolsillo, con notas en rojo. Es su carta. La gran baza que juegan para movilizar a parte del electorado que los ha abandonado. Recuperar hasta 125.000 de los 700.000 votantes perdidos en marzo es su objetivo y Mariano Rajoy y su reforma laboral les ha dado un gran argumento.Sobre la campaña andaluza sobrevolará una posible huelga general el 29 de marzo. Un día antes de que se presenten los Presupuestos Generales del Estado.

Negar que el PSOE hará lo imposible por sacar rédito de una decisión política que va a amargar la vida de muchos trabajadores y ha disparado el temor al despido, sería absurdo. Tanto, como acusar al PSOE de incendiar las calles y radicalizar las protestas ciudadanas. En clave electoral, si los socialistas fueran capaces de recuperar en menos de tres meses de Gobierno del PP esa capacidad de movilización y de liderazgo social, Javier Arenas debería tener muchos motivos para preocuparse. Pero a nadie, ni a los más pesimistas del PP ni a los más optimistas del PSOE, se le ocurre pensar que los cientos de miles de manifestantes que han salido a las calles andaluzas en las dos jornadas de protestas convocadas hasta la fecha, están entregados a los socialistas. Otra cosa es que el PSOE trate de sacar rédito electoral de esa frustración colectiva.

El secretario general del PSOE andaluz aseguró ayer a este periódico que no sabe si subirá a sus mítines a los líderes sindicales en Andalucía Manuel Pastrana y Francisco Carbonero. Tuvieron hace pocas semanas un acto conjunto contra la reforma en una convención del PSOE. Sí dejó claro Griñán que él no piensa asistir a ninguna de las movilizaciones que tienen programadas los sindicatos CCOO y UGT en los próximos días. La siguiente fecha en el calendario es el domingo 11 de marzo, en plena campaña y un día antes del careo que mantendrán los candidatos en la televisión pública. "Quien quiera ir que vaya, cada uno que haga lo que quiera", aseguró ayer el presidente andaluz sobre si habrá o no presencia de otros dirigentes socialistas. Ya lo reivindicó Alfredo Pérez Rubalcaba, salir a la calle a manifestarse es un ejercicio democrático que todos los partidos practican. Unos con los sindicatos y otros con la Iglesia.

En Andalucía todos los partidos han practicado la política de pancarta. Es innato a IU. Hace poco estuvo la número dos del PSOE andaluz, Susana Díaz, entre otros muchos socialistas, en una de esas marchas contra la reforma laboral. Lo mismo que se puso Javier Arenas, presidente del PP andaluz, a la cabeza de una serie de movilizaciones y protestas contra el paro y la crisis que recorrieron las ocho provincias andaluzas no hace tanto, en 2009.

A quien le falle la memoria, el 15 de febrero de ese año Arenas lideró una gran manifestación en Málaga que sacó a la calle a unas 50.000 personas, según la organización, y 13.000 según la Subdelegación del Gobierno. Esa pancarta de Arenas, bajo la cual se coreaban consignas contra los entonces presidentes Manuel Chaves y José Luis Rodríguez Zapatero, recaló en las ocho provincias. El día después de que el candidato popular se fuera de protesta, Chaves dijo: "Ya han tenido su manifestación, ya han utilizado su juguete nuevo". Al tiempo, pidió responsabilidad y arrimar el hombro. "Lo difícil es sentarse a una mesa a negociar", concluyó. Lo mismo que hoy se podría escuchar precisamente en boca del político a quien iban dirigidas estas palabras.

Porque si se trata de hacerse fotos con las centrales sindicales que ahora denosta la derecha, Arenas tiene unas cuantas. Estrechar su relación con Pastrana y Carbonero lo consideró un plan valiosísimo para situar de una vez por todas al PP en el centro político, la única posición desde la que ha creído siempre que podría gobernar en Andalucía. Fue Arenas el primero que logró que los líderes sindicales tomaran la palabra en un congreso de su partido, en septiembre de 2008. Entonces proclamó que hacía historia.

¿Quién no quiere el cara a cara en la televisión?
En 2008, después de 14 años de sequía de careos televisivos, Manuel Chaves y Javier Arenas se midieron en Canal Sur. Fue determinante que los líderes nacionales también lo hicieran. Ahora no hay elecciones generales, solo andaluzas, y existe menos presión para los candidatos del 25 de marzo. Sin embargo cualquier maniobra encaminada a hurtar a los ciudadanos el derecho a conocer de primera mano y en un debate cara a cara lo que le ofrecen los carteles electorales de PSOE y PP debería de dar pie a un escándalo. O al menos, generar todavía más rechazo social de los ciudadanos hacia sus representantes.

El PSOE apunta a que es Arenas quien rehuye la cita televisiva. Pero todavía nadie ha oído a Griñán retar públicamente a su oponente. Tampoco es que desde las filas socialistas demuestran arder en deseos. Los argumentos del PP son de lo más peregrino. Exigen que se celebre en el Parlamento. Deseo concedido por la RTVA. Y además no quieren ser ellos los que aíslen a IU. Aunque ya hay un debate a tres programado en la RTVA el 12 de marzo.

Arenas declinó esta semana ir a 59 segundos, de TVE, la prueba de su campaña de perfil bajo. Es fácil acordarse de Kennedy y Nixon hace 30 años. Y aquí, nada.

El mitin pequeño
En el PSOE andaluz van a copiar la idea de los “mítines exprés” que utilizó Rubalcaba en la pasada campaña de las elecciones generales. Los llamados mítines en ruta son un formato diseñado para la conversación lo más directa posible con los ciudadanos. Tiene formato pequeño y se celebran en cualquier lugar público: una plaza, una biblioteca, una residencia... El problema es que este tipo de encuentros, aunque salvan el problema de tener que llenar con miles de personas estadios deportivos o plazas de toros, necesitan una gran organización y un calendario. Y eso, a estas alturas de la campaña, todavía no existe en el PSOE, según confirmaron varios responsables de estas tareas en el partido. Más o menos se conoce la agenda de Griñán para su primera semana pero queda, por ejemplo, despejar en la mayoría de los casos donde pernoctará la caravana. Un rasgo más, dicen, de la imprevisibilidad del candidato.

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