Rafael Leopoldo Aguilera
Director del IEA
Almería vive ya en el tiempo de la primavera. Los aires del Mediterráneo nos convocan al reino de la belleza y la armonía en un altar de gloria. Pausadamente, las respiraciones y las palabras han ido preparando el camino del misterio. Las noches de ensayo y la liturgia de las advocaciones y el rumor de la devoción del pueblo almeriense nos han guiado, en las volandas del júbilo, a las puertas de este templo magnífico que es Almería, cuando el presentimiento se viste de cirios ardiendo y, otra vez, por fin, La Primera está pasando por la Catedral y la Carrera Oficial.
Durante una semana Almería y Semana Santa son un mismo espíritu, un encuentro multitudinario con los siglos. Una sinfonía de amor y de aromas. Un jardín encendido por las candelerías que mecen al viento y se extienden en interminables filas de luz ardiendo al ritmo de los pasos. La impenetrabilidad de los cuerpos unidos al Misterio de la Fe, que se hace cultura, catolicismo popular.
Durante una semana Almería y Semana Santa son un mismo espíritu, un encuentro multitudinario con los siglos. Una sinfonía de amor y de aromas. Un jardín encendido por las candelerías que mecen al viento y se extienden en interminables filas de luz ardiendo al ritmo de los pasos. La impenetrabilidad de los cuerpos unidos al Misterio de la Fe, que se hace cultura, catolicismo popular.
Nuestras tradiciones y nuestra religiosidad no constituyen ninguna postura inmovilista. Nuestras celebraciones no son conmemoraciones desfasadas. Somos nosotros, amigos cofrades de Almería, los que haciendo fructificar nuestros talentos hemos de hacer cambiar, en lo que sea necesario, los rumbos de nuestra historia, para hacer que nuestras Estaciones de Penitencia sean ejemplo y testimonio evangélico del hecho histórico de mayor calado de la historia de la humanidad. Aquí hemos de estar siempre para alumbrar con nuestro esfuerzo, nuestra comprensión, nuestra tolerancia, nuestra honestidad y nuestra eficacia una Almería mejor.
En estas líneas quiero proclamar aquí, ante los que sois tesón y alma de las hermandades penitenciales almerienses, de toda la provincia y la capital, que tenemos que seguir contribuyendo a la perduración de las antiguas y venerables tradiciones que, como la Semana Santa, son esencia en la historia general de nuestro pueblo, arrimando el hombro con pasión.Tenemos que tener gratitud a quienes sois los hacedores del milagro que se repite de año en año para que Almería sea más cofrade y más nazarena por los siglos de los siglos.
Almería os confía la preparación de una de sus fiestas más queridas y desde esta institucional cultural del IEA quiero felicitaros por vuestra confianza y amistad en el Presidente de la Diputación, Gabriel Amat Ayllón, quien desea solamente serviros, ayudar como mejor pueda al esplendor de vuestra obra extraordinaria de la piedad popular y testimoniar su siempre afecto para con aquellos que contagiáis con la presencia activa en las calles la fuerza imponente de vuestro empeño, haciendo de nuestra capital y provincia un río contenido, caudaloso de imaginación y arte en que se concretan las creencias, llevando lo almeriense hasta los últimos rincones del mundo de la sensibilidad.
Almería os confía la preparación de una de sus fiestas más queridas y desde esta institucional cultural del IEA quiero felicitaros por vuestra confianza y amistad en el Presidente de la Diputación, Gabriel Amat Ayllón, quien desea solamente serviros, ayudar como mejor pueda al esplendor de vuestra obra extraordinaria de la piedad popular y testimoniar su siempre afecto para con aquellos que contagiáis con la presencia activa en las calles la fuerza imponente de vuestro empeño, haciendo de nuestra capital y provincia un río contenido, caudaloso de imaginación y arte en que se concretan las creencias, llevando lo almeriense hasta los últimos rincones del mundo de la sensibilidad.
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