Francisco Giménez Alemán
Periodista
Del catálogo de medidas de ajuste adoptadas hasta ahora por el Gobierno, de cuya necesidad no dudo, la de los recortes en sanidad me parece la más delicada e injusta. España se ha dotado en las últimas décadas de un sistema de salud, universal y gratuito, que es puesto como ejemplo de eficacia, solvencia y solidaridad en muchos países. Se trata de una de las conquistas sociales mejor valoradas por la opinión pública y un referente sin parangón del Reino de España.
He de centrar este comentario en la sanidad andaluza, la más cercana y por tanto conocida de primera mano, sin descartar que en otras comunidades autónomas el nivel del servicio de salud sea asimismo sobresaliente. En el caso concreto de Andalucía, después de tres décadas desde la promulgación del Estatuto y con la perspectiva de los años transcurridos desde la transferencia a la Junta en 1984, podemos asegurar que el Sistema Andaluz de Salud (SAS) ha viajado desde la insuficiencia y precariedad del Insalud a un modelo de gestión con el que, salvo excepciones, los ciudadanos se sienten satisfechos y en la seguridad de estar en las buenas manos de los profesionales de la medicina, la cirugía, la farmacia o la enfermería. Las encuestas así lo ponen de manifiesto.
Pero este grado de calidad en la atención a los enfermos comporta un presupuesto para 2012 de 9.393.917 euros, lo que significa el primer capítulo de gasto del Gobierno autónomo, muy por encima incluso de la partida de educación (6.144.653 euros). El recorte anunciado en sanidad para el conjunto del Estado es de 7.000 millones de euros. La Junta no ha ofrecido el dato de la rebaja que le supondrá al SAS hasta disponer del desglose que tiene que comunicar la Moncloa. En cualquier caso, y con una situación deficitaria debido al incremento de la demanda y de la inversión en tecnología avanzada, a Andalucía le supondrá un serio impacto en orden al mantenimiento que viene prestando el sistema sanitario.
Sin dudar de la necesidad por la que el Gobierno de España aborda esta medida, acaso la más dolorosa –decimos– de cuantas se están tomando, es de lamentar que un modelo edificado con tanto esfuerzo, dedicación y recursos siempre limitados pueda sufrir ahora el seguro quebranto que ha de representar el tijeretazo impuesto por Hacienda. Y es de lamentar, porque muy posiblemente la sanidad de excelencia de que gozamos los andaluces tenga que prescindir de algunas de sus prestaciones. Acaso, y en primer lugar, de aquellas que legítimamente figuran en el cuadro de honor de la ciencia médico-quirúrgica practicada con tanto éxito en los hospitales públicos de Andalucía.
(El Correo de Andalucía)
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