Lo que hay en el nombre de Alberti

Juan Cruz
El País

Un país es sus nombres propios, todos sus nombres propios, lo que te gustan y lo que te disgustan; los nombres de los hombres y los nombres de los pueblos. La historia los agita, cuando están en la historia, y se quedan (en los libros de historia, en la memoria) todos, aunque en la memoria popular o culta se fijen unos más que otros. Pero la historia es larga, y a veces devuelve nombres que unos creyeron que podían tachar para siempre. Nada se puede tachar para siempre, pues la vida es efectivamente un río y éste crece o se oculta según vengan las lluvias o las tormentas. 

Fachada del Teatro Rafael Alberti,
ahora y antes
Así que alguien tan culto y tan liberal, y tan buena gente, como el secretario de Estado de Cultura José María Lassalle, por ejemplo, tendría que decirle al concejal de Cultura del Ayuntamiento de Huércal Overa (del Partido Popular) que no se precipite con Rafael Alberti, todavía no es tiempo de tacharlo, de borrarlo del mapa de Andalucía. Y acaso no será tiempo nunca de tacharlo. Ese concejal considera que cuando el teatro municipal recibió el nombre del poeta de Sobre los ángeles era cuando los socialistas en el poder se dejaban llevar por el viento del pueblo... Bueno, Alberti era comunista, pero esa era su manera de ver la vida pública, fue comunista antes de la República, durante la guerra, en el exilio, y cuando volvió. Su manera de entender la política tuvo esa forma. Pero en el teatro (que practicó) y en la poesía (en la que fue un maestro cuya estela sigue iluminando a quienes lo leen y lo siguen) fue eso, Rafael Alberti, el autor de Marinero en tierra.

¿Borrar a Alberti del frontispicio de un teatro? No fueron los socialistas, ni el viento de entonces, los que pusieron a Alberti en el nombre del teatro de Huércal Overa. Fue el sentido común; pudo haber sido cualquier otro nombre, pero ese representa perfectamente la mejor historia escrita de Andalucía y de España. Puedes disentir de sus posiciones públicas, e incluso de sus poemas, puedes ser de derechas, de izquierdas o indiferente, pero no puedes ignorar (si eres un ciudadano responsable, y sobre todo si llevas en la solapa la responsabilidad de una concejalía) la importancia que ha tenido su obra poética en la escritura en español del siglo XX.

En las memorias que acaba de publicar Nicolás Sánchez-Albornoz (Cárceles y exilios, Anagrama), el hijo del que fue gran republicano recuerda cuando se encontró con Alberti en Buenos Aires, en el exilio. Nicolás, escéptico en materia de partidos y de religión, pero comprometido como demócrata, cuenta cómo le impresionó encontrarse con Alberti en Argentina... Muchos escritores de la posguerra cuentan cómo eran sus peregrinaciones para ver al poeta y a su mujer, María Teresa León, que vivieron luego en Roma... Estos escritores o intelectuales no eran comunistas, o no lo eran todos, eran lectores del escritor que ahora el concejal de Huércal Overa considera un nombre accidental en la fachada de un teatro.

Hoy se cumplen 35 años de la legalización del PCE en tiempos de la transición. Llama la atención que la noticia de que el concejal del PP en Huércal Overa decide quitar a Alberti de la fachada del teatro coincida en el tiempo con ese aniversario. En esas memorias de Sánchez-Albornoz, el historiador que se fugó de Cuelgamuros narra sus actividades en la FUE, una organización clandestina de estudiantes antifranquistas. Un comando barcelonés de la FUE escribió con tinta química esta inscripción en la universidad de Barcelona: "Viva la Universidad Libre". La policía tuvo que picar la piedra para borrar el eslogan. Pues hoy se siguen viendo las huellas de esa frase que fue grabada en 1947. Pues que tenga cuidado el concejal, pues es posible que de él se olviden, pero es difícil que se olviden del nombre de Rafael Alberti, aunque él lo mande borrar con un pico.

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