Mar Verdejo Coto
Paisajista y urbanista
Azul, como el color del planeta. Quiero que desaparezca de mi cabeza la imagen de la fotografía de nuestro Jefe de Estado con un elefante abatido. Decía Darwin que los elefantes a veces lloran. Tan sólo nos quedan 30.000, y esta vez no han llorado solos. Somos millones los que amamos a los animales, queremos cuidarlos, y vivimos con ellos. Va a tener razón Alejandro Dumas cuando dijo: “Los elefantes son tan inteligentes y los hombres tan bestias, que debe de ser por una cuestión de educación”. ¡Y eso que Su Majestad no ha tenido que sufrir recortes en la suya! En la educación, quiero decir.
En la década de los setenta, la ONU proclamó el día 22 de Abril el Día Internacional de la Madre Tierra. Es un reconocimiento a que la Tierra y sus ecosistemas nos proporcionan la vida y el sustento a lo largo de nuestra existencia, y debemos adoptar la responsabilidad que nos corresponde para promover la armonía con la naturaleza y la Tierra , a fin de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras. ¿Estamos lo suficientemente concienciados para cuidarla? El poeta almeriense Fermín Estrella, en su poema Pino Verde escribe: “Verde pino, verde pino/ los gnomos te cuidarán/ y las ranas del camino/ de noche te dormirán”. ¿Y nosotros los seres humanos no tenemos responsabilidades?
En el año 2000, la ONU redactó la Carta de la Tierra , documento que empieza: "En medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común", y termina con estas alentadoras palabras: “Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz; y por la alegre celebración de la vida”. El proceso requerirá de un cambio de mentalidad y de corazón. El camino es hacia adelante, en él cada vez somos más y nos estamos movilizando.
Celebrémosle tomando conciencia, con un simple gesto, observando un paisaje, conociendo nuestra biodiversidad, paseando con la bici, andando por cualquiera de nuestros senderos, o dedicándolo a la lectura. “Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza”, dijo Rosseau. En esencia hagámoslo viviendo con humildad respecto al lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza. Mientras, en estos días, la Tierra se conmueve, no para de temblar, ¡oigámosla!
Desde Asturias, felicidades a la autora de este artículo claro y comprometido. Un saludo y gracias.
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