Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
"Un nuevo rumbo”. “La reinvención del partido”. “Reformas de calado”. El PSOE andaluz celebrará su congreso regional la primera semana de julio y sus dirigentes apuntan alto sobre las pretensiones de un cónclave que, de momento, ha sido aprobado a la búlgara, sin debate, y con un calendario aceleradísimo que pone contra las cuerdas a los dirigentes provinciales. Para muchos esa cita interna supondrá la instauración del griñanismo como la corriente más fuerte dentro del PSOE y no solo en Andalucía, también de Santa Elena hacia arriba.
Nadie duda de que el pasado 25 de marzo abrió una nueva etapa. Griñán ha salido reforzado de las urnas. Tiene más autoridad que nunca dentro de su partido. El líder socialista sabe que muchos le daban por muerto políticamente tras las elecciones y que ahora mismo sería historia si los andaluces no hubieran decidido que la izquierda se mantuviera en el Gobierno andaluz. La resistencia mostrada por las siglas socialistas le han dado por completo la vuelta al escenario.
Los críticos se han diluido y han perdido fuerza en el nuevo PSOE, aunque queda por ver cómo discurren los congresos provinciales que despejarán de verdad cómo respira ahora mismo el partido. Mucho dependerá de lo que la dirección regional tense la cuerda. Se prevé que haya guerra en cinco provincias: Almería, Cádiz, Córdoba, Málaga y Sevilla. Y después del episodio vivido en la provincia gaditana, donde han dado un golpe de mano para derribar al actual dirigente provincial, Francisco González Cabaña, todo apunta a que los griñanistas van a ir a por todas e intentarán tapar el ruido de los contrarios al aparato regional.
En Sevilla gana enteros la posibilidad –que ni ella ni su entorno niega– de que sea Susana Díaz la que aspire a ser secretaria provincial. La consejera de la Presidencia saldría de San Vicente, como ha pedido Griñán, pero desde la atalaya sevillana conservaría un buen trozo del poder orgánico del PSOE-A. Sobre si este cargo es o no incompatible con la cartera que gestiona basta con mirar atrás: Gaspar Zarrías fue años secretario provincial del PSOE de Jaén y consejero de Presidencia.
En las provincias donde se prevén pugnas internas los actuales líderes provinciales, que no han corrido la suerte de Griñán y fueron vapuleados por las urnas en las elecciones locales, deben afianzar su liderazgo o dar paso a caras nuevas, afines, que logren debilitar a los críticos. En esos congresos provinciales se reeditarán las pugnas que se vivieron en febrero, en vísperas de las elecciones y ante el congreso federal de Alfredo Pérez Rubalcaba frente a Carme Chacón, apuesta del aparato regional. Ganó Rubalcaba y aparentemente se diluyó la contienda. Ahora todos se proclaman rubalcabistas pero hay signos claros de que aquella batalla terminó pero no está enterrada.
Ferraz aparece plegado a Griñán y no hay indicios de que desde Madrid se vaya a cortar las alas a este pujante griñanismo. La vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, ha cerrado una especie de matrimonio de conveniencia con la número dos del socialismo andaluz y hay sintonía. Al menos, aparentemente. La salida de Micaela Navarro del Gobierno andaluz, sin explicaciones a la perjudicada, es leído en el entorno de la jiennense como una revancha clara por su apoyo a Rubalcaba en el congreso federal. Los socialistas andaluces van más allá y la culpan de poner rostro a un sector crítico que estaba dispuesto a pedir la dimisión de Griñán y la constitución de una gestora en caso de que se hubieran perdido las elecciones. Navarro lo niega y habla de manipulación, rumores tóxicos y mentiras. Rubalcaba no ha salido a defender a la exconsejera que hizo bandera del rubalcabismo, que sí ha recibido el apoyo de Gaspar Zarrías.
Griñán manda sin que, de momento, nadie le tosa. Eso sí, hay detalles que de vez en cuando levantan suspicacias. Ocurrió el día de su toma de posesión, cuando la plana mayor del PSOE desembarcó en el Hospital de las Cinco Llagas, sede del Parlamento andaluz, para celebrar la resistencia de su bastión, el único poder visible frente a Mariano Rajoy en España. Griñán celebró un almuerzo privado con su familia y algunos amigos. Entre los políticos que asistieron se contaron amigos como Amparo Rubiales, sus colaboradores Antonio Ávila y Carmen Martínez Aguayo, Susana Díaz, Carme Chacón, Tomás Gomez (al frente del PSOE de Madrid y también abiertamente enemistado con el cántabro) y Rosa Conde. Rubalcaba se enteró del almuerzo y de los asistentes ya en el AVE de vuelta y dicen que mucha gracia no le hizo. Griñán se había encargado de invitar al núcleo duro de sus críticos. Tampoco hay que olvidar que su nuevo jefe de gabinete, Máximo Díaz Cano, fue responsable de la campaña de Chacón, aunque a él le atribuyen más cualidades y es una persona que tiene el respeto de muchos sectores más allá del chaconismo.
El griñanismo avanza. Tiene una oportunidad de oro. En otoño el PSOE celebrará una Conferencia de Organización que impondrá nuevas reglas internas. Se barajan las primarias para elegir al candidato a las elecciones generales. Por eso, quizás la batalla no ha terminado. Lo que diga Griñán puede ser definitivo y su candidato es mujer.
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