Cultura e incultura cinematográficas

Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista
Asociación de Escritores y Críticos de Cine de Andalucía

Imaginen que se organiza una encuesta para situar las doscientas mejores novelas de la historia, por ejemplo, y Don Quijote de la Mancha, de Miguel Cervantes, aparece de milagro en el montón, y lo mismo con León Tolstoy, Dostoyevski, Thomas Mann, William Faulkner, Kafka, Balzac, Stendhal, Dickens, Máximo Gorki... por citar algunos ejemplos históricos de novelistas relevantes. O si nos referimos al mundo teatral, y Shakespeare, Lope de Vega, Calderón, Chejov... no aparecen. Y se ignora a los clásicos de la tragedia griega: Esquilo, Sófocles, Eurípides... Pues esto es lo que ha hecho con el cine la revista Cinemanía para conmemorar el número 200: “Las 200 mejores películas de todos los tiempos. La lista definitiva elegida por nuestros lectores y otros 200 ilustres cinemaníacos”.

Según Cinemanía, las diez mejores películas de todos los tiempos, en una lista de 200, por este orden, son: El Padrino, de Francis Ford Coppola; El caballero oscuro, de Christopher Nolan; Pulp Fiction, de Quentin Tarantino; El retorno del Rey, de Peter Jackson; El Padrino II, de Francis Ford Coppola; El imperio contraataca, de Irvin Kershner; Casablanca, de Michael Curtiz; La lista de Schindler, de Steven Spielberg; El club de la lucha, de David Fincher, y Cadena perpetua, de Frank Darabont. Y me quedo pasmado.

En principio, no sorprende la presencia de las dos películas de Ford Coppola. Personalmente pienso que El Padrino II es la mejor de la trilogía de este cineasta estadounidense. Alguien podrá discrepar que sea la mejor película de la historia del cine, pero todos los historiadores del cine, cinéfilos y estudiosos del cine coinciden en lo magistral de esta filmografía y su gran influencia. De las demás película no se puede discutir que son buenas películas, pero situar El caballero oscuro, sobre el superhéroe Batman,  por ejemplo, como la segunda mejor película de todos los tiempos es un auténtico disparate. Y no digamos, lo de El imperio contraataca o El club de la lucha. ¿Es que se han vuelto gilipollas?

La lista de las 200 no tiene desperdicio. Por ejemplo, Sed de mal, de Orson Welles, ha entrado en la lista por los pelos, aparece en el puesto 200, y Ciudadano Kane, también de Orson Welles (considerada durante décadas la número uno, para la crítica internacional), aparece en el puesto 23. Las películas de Harry Potter y de la saga de El Señor de los anillos arrasan. Y también están las de animación: Toy Store (la I y la III), Up y El Rey León. Increíble. Por lo que se ve el soporte del cómic está en gran parte de los votantes.

Eso sí, nombres importantes del cine están, aunque deberían estar mejor valorados, algunos con una sola película de su filmografía y otros con varias: Dreyer (con solo una película, La palabra, en el puesto 141), Charles Chaplin (Luces de la ciudad, 114), Buster Keaton (El maquinista de la General, 197), Murnau (Amanecer, 128), Fritz Lang (Metrópolis, 127), Ernst Lubitsch (Ser o no ser, 150), François Truffaut (Los cuatrocientos golpes, 124), Kurosawa (Los siete samurais, 118), John Ford (Centauros del desierto, 72), pero es imperdonable la ausencia de La diligencia), Billy Wilder (El crepúsculo de los dioses, 55), William Wyler,  Frank Capra, Carol Reed (El tercer hombre, 120), Stanley Kubrick (el cineasta con más películas en la lista, siete), Charles Laughton (La noche del cazador, 154), David Lean (Lawrence de Arabia, 167), Alfred Hitchcock (Vértigo, 41), Terence Malik, Howard Hawks, Vittorio de Sicca (Ladrón de bicicletas, 196), Robert Mulligan (Matar a un ruiseñor, 71), Stanley Donen, Blake Edwards, Ridley Scott (Blade Runner, 16), Sergio Leone, Woody Allen, Martin Scorsese, Roman Polanski, etc.

Las ausencias son muy importantes. Es escandaloso que no aparezca en la lista el cine ruso de Eisenstein (El acorazado Potemkin), Pudovkin (La madre), “Andrei Tarkovski (Solaris), Dziga.Vertov; Eric Von Stroheim, ignorado; el cine nórdico de Ingmar Bergman (Fresas salvajes o El séptimo sello); ausencia de un cineasta japonés clave: Mizogouchi, o Kaneto Shindo (La isla desnuda); nada del cine italiano, ninguna presencia del neorrealismo,  salvo Vittorio de Sicca (ausencia de Fellini, Rossellini, Rossi, Visconti, Antonioni). Ausencias sorprendentes del cine francés: Renoir, Bresson, Jean Vigo, Marcel Carné, René Claire, Jean-Luc Godard, Resnais, Jean-Pierre Melville, Claude Chabrol, Éric Rohmer, Jacques Tati. La lista ignora la importancia de La nouvelle vague. Otras ausencias: Harold Lloyd, Fred Zinnemann (Solo ante el peligro), John Huston, Elia Kazan, Frank Perry, etc. Y así una lista casi interminable.

Por parte española, están en la lista: Buñuel (Viridiana y El ángel exterminador), Berlanga (El verdugo y Plácido), Amenábar (Tesis), Almodóvar (Todo sobre mi madre, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Volver), José Luis Cuerda (Amanece que no es poco), Mario Camus (Los santos inocentes) y, para alucinación, la presencia de Balagueró (Rec). Pero ninguna mención a Víctor Erice, Basilio Martín Patino, Bardem, Carlos Saura.

Carlos Montañés, director de la revista, explica las razones: “Nos gustan las listas. Nos encantan las listas. Nos vuelven locos las listas”. Efectivamente, se han vuelto locos o son ignorantes, suficiente para comprender la orientación de comercialidad y espectáculo de la lista. Eso sí, para justificar, desde el “derecho al pataleo”, informa que los expertos de Cinemanía han votado como mejores películas, de todos los tiempos: Blade Runner (Ridley Scout), Apocalipsis now (Ford Coppola), Pulp Fiction (Quentin Tarantino), Viaje a Darjeeling (Wes Anderson) y El imperio contraataca (Irvin Kershner). Otro disparate. Imagino que Carlos Boyero, crítico de El País, la misma empresa que la revista, se habrá quedado pasmado con el alarde de esta lista. ¡Ay, si Ángel Fernández Santos (1934-2004), una de las grandes referencias de la crítica cinematográfica española,  levantara la cabeza!

En fin, que, la lista de Cinemanía es un despropósito. Una prueba de que la ignorancia cinematográfica es mayor de lo esperado. Y eso es para preocuparse. Y mucho, por lo que refleja de la realidad cultural de nuestro país.

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