Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
Javier Arenas va a seguir siendo el presidente del Partido Popular en Andalucía después del próximo congreso regional del partido, para el que aún no hay fecha. Su futuro estará posiblemente en el Gobierno de Mariano Rajoy, donde probablemente será llamado en la primera crisis interna, que se prevé pronto. Rajoy está falto de un portavoz político potente y Arenas cumple todos los requisitos para ayudar a la imagen del Gobierno. Pero que nadie piense que el líder popular va a alentar la renovación interna en el PP andaluz ni va a dar paso a caras nuevas en el puente de mando. No tiene prisa. No solo repetirá él sino que ya ha advertido en su círculo político más cercano que Antonio Sanz, su mano derecha, seguirá siendo el secretario general. Lo que si cabe, es más noticia que lo anterior.
Sanz y Arenas |
La operación se repite. En 1996 Arenas se incorporó al Ejecutivo de Aznar tras el fiasco electoral pero nunca, nunca, dejó la cocina del partido. Él, que es un veterano político, sabe de sobra que su poder en Génova reside en que es el jefe del partido en Andalucía. Abandonar el control orgánico del PP andaluz significaría quedarse en el aire, con María Dolores de Copesdal siempre vigilante, por más que Rajoy le tenga como uno de sus hombres de más confianza. No lo hará. Y por si acaso marcha al Gobierno dejará a Sanz en la sede de San Fernando, controlando cada movimiento interno y vigilando de cerca la operación sucesoria de cara a las próximas elecciones autonómicas. Ya cumplió ese papel el gaditano bajo el liderazgo de Teófila Martínez y debió de hacerlo bien, porque Arenas nunca dejó de ser líder indiscutible entre los populares andaluces.
El líder se aburre en el Parlamento andaluz, por mucho que no quieran que se lo digan y menos que lo escriban. El presidente del PP andaluz ya tiene otros planes en su cabeza y una hoja de ruta escrita que conoce Rajoy. Mientras, acude a maitines los lunes y ha recuperado tiempo para la lectura y la natación tras unos años frenéticos en su cruzada quijotesca por llegar al poder en Andalucía.
El primer paso será hablar con los presidentes provinciales de su partido. Es una conversación que se producirá esta misma semana. Les pedirá opinión sobre la fecha del congreso regional del PP-A, que puede celebrarse en julio o en septiembre. Y posiblemente les confirme que Sanz seguirá de número dos. Si Arenas no tiene quien le tosa, ni en público ni en privado, sí que es más fácil encontrar a algún presidente provincial (más de uno y más de dos) al que disgusta que el perenne número dos sea otra vez renovado en su puesto. Quien quiso entender que Sanz ha sido nombrado senador para garantizarle un puesto de lujo en su retirada de la vida orgánica se equivoca. El líder popular asegura que solo ha seguido el camino de los socialistas, que envían a sus cargos orgánicos más relevantes a la Cámara Alta (estuvo Luis Pizarro, Susana Díaz y lo intentó Rafael Velasco). Tiene también mucho que ver con los sueldos del Senado.
Arenas pefiere que el congreso sea después de las vacaciones, aunque ya hay dirigentes provinciales que le han señalado la dificultad de engrasar la maquinaria interna y reunir a los militantes en agosto. No lo tiene decidido. No hay que perder de vista que los socialistas andaluces celebrarán su cónclave regional en el mes julio en Almería, la provincia más pepera de Andalucía y por la que Arenas obtuvo su escaño autonómico. El líder popular preferiría alejar su congreso del socialista, que se celebrará para más gloria de José Antonio Griñán, al que las urnas del 25 de marzo le han ungido como líder del PSOE pese a su derrota.
Sería lo mismo que ocurrió antes de las elecciones pero al revés. El PSOE celebró su congreso federal en Sevilla una semana antes que el del PP. Los socialistas se navajearon y se partieron en dos en un congreso que eligió entre Rubalcaba y Chacón, mientras que el partido de Rajoy levitaba y saboreaba su poder absolutísimo en España. De camino se adelantaba a los acontecimientos y vitoreaban por adelantado a Arenas por lograr el gobierno andaluz después de tres décadas de socialismo. Lo que han debido de lamentar.
El líder del PP quiere decidir en su sucesión y controlar hasta el último detalle. No es raro. Así también lo hizo Manuel Chaves. La historia se repite. Chaves eligió a Griñán y quiso seguir mandando en el partido, pero el presidente se rebeló. Arenas está oteando en sus filas. Pregunta por Carlos Rojas. Le gusta el perfil del nuevo portavoz pero no hay nada decidido. Arenas es mucho Arenas y seguirá siéndolo con la inestimable ayuda de Sanz. Queda mucho, dice, para las próximas elecciones.
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