No más obra nueva

Antonio Lao
Director de Diario de Almería
 
La afirmación no es mía sino de la consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía, Carmen Martínez Aguayo. Los motivos tienen su origen en los famosos recortes, en los del Gobierno de Rajoy y en los del Ejecutivo de Griñán. Recortes que nos asfixian y acogotan como el nudo de la serpiente sobre sus víctimas y que no nos permiten, casi, respirar. Y lo peor de todo es que si lo miras con perspectiva, con la serenidad que ofrece la tristeza y depresión económica que nos invade, lo aceptamos como si realmente no ocurriera nada.

¿Qué está pasando que nos volvemos inmunes ante tanta presión que oprime a las familias y las lleva al borde del precipicio? ¿Qué debe ocurrir para que la sociedad actual diga basta, se plante y avance en la senda de la coherencia, de la austeridad moderada y no a la de la muerte económica en vida, hacia la que nos conducen sin pestañear?.

No más obra pública significa en la provincia que no se va a ejecutar ni un sólo kilómetro de autovía, con lo que la del Almanzora queda para mejor ocasión. Tampoco sabremos nada del desdoblamiento de la variante de Roquetas de Mar hacia la urbanización y, ni que decir tiene, que ya nos podemos ir olvidando de los accesos a la capital desde la A-92 en Viator.

Se han acabado con la rehabilitación del Cable Inglés y, por supuesto, no cabe pensar, como ya ha quedado zanjado, en el soterramiento de las vías del tren a su entrada a la capital o en la adjudicación de nuevos tramos del AVE con Murcia.

El consuelo, si se le puede llamar así y, si no que se lo pregunten a los funcionarios, llega al conocer que no va a haber despido de trabajadores públicos, que no se aumenta la ratio de alumnos por clase y, como guinda del pastel, vamos a estar cuatro años en guerra entre el gobierno andaluz y el central. Un panorama sombrío, tétrico diría yo, en el que además del recurso al pataleo, nada edificante, sólo nos queda trabajar y preguntarnos qué podemos hacer para que esto mejore. A un lado debe quedar la depresión y adentrarnos en qué podemos hacer cada uno de nosotros porque la situación cambie. Nadie, absolutamente nadie, va a hacerlo por nosotros.

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