Pena de muerte a la Estación de Ferrocarril

Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia

Desde esta tribuna pretendemos efectuar una llamada de socorro con el objetivo de salvaguardar nuestra bella Estación del Tren, una de las más hermosas de España. Pues bien, queridos almerienses, este singular edificio, que constituye el máximo ejemplo, junto con el Cable Inglés y el Mercado Central, de la arquitectura del hierro, se está cayendo. La causa de su continuo deterioro hay que buscarla en el  habitual bloqueo psíquico de los responsables públicos a la hora de abordar cualquier cuestión relacionada con el Patrimonio, sobre todo, ferroviario. Por otra parte, la magnífica Estación del Tren sigue cerrada desde que, en el año 2000, la empresa titular, Renfe, cambió el uso del edificio dándole el grado de explotación comercial.

El hecho evidente es que todos los habitantes de esta ciudad nos sentimos orgullosos de este extraordinario monumento inaugurado en 1895 y ejemplo de esa brillante arquitectura del hierro y el cristal. Cuando la contemplo, me doy cuenta de la bella combinación entre materiales tradicionales (piedra, ladrillo y cerámica) y los ya mencionados propios del mundo moderno producto de la Revolución Industrial. Forma una majestuosa vidriera sustentada por una estructura metálica que tiene en su pórtico una elegante marquesina. A cualquier persona le resulta increíble que lleve más de 12 años cerrada, abandonada y despreciada por las distintas Administraciones, máxime cuando durante más de un siglo este estético edificio ha sido protagonista y testigo de los cambios y transformaciones de la sociedad almeriense y, lo que es más importante, ha pasado a formar parte del Patrimonio colectivo de la ciudad. Desde Asafal (Asociación de Amigos del Ferrocarril de Almería) proponemos, desde hace más de una década, que este monumento ferroviario sea el lugar ideal para albergar un Museo del Ferrocarril y la Minería que recoja toda la riqueza de nuestra provincia.

Cuando hace varios días repasaba la prensa diaria y descubría que el expediente para proteger el edificio de la Estación se abrió en abril de 1985 y 27 años después todavía no se ha declarado BIC, creí estar soñando y volví a releer para asombrarme definitivamente al comprobar que no está catalogado como Monumento Histórico Artístico. Uno ya va comprendiendo por qué nuestra magnífica Estación ha sido ignorada y abandonada a su suerte. Además, si nos fijamos un poco, veremos ladrillos deshechos por la humedad, la cubierta del vestíbulo tiene goteras, la madera de la marquesina del andén está medio podrida y las distintas dependencias no reciben el más mínimo cuidado. Su aspecto general es, pues, lamentable y resulta incomprensible que un edificio de tan reconocida belleza y gran valor cultural pueda quedar sumido en el espacio vacío del olvido. Ni la Consejería de Cultura ni el Ministerio se han preocupado por el tema durante casi tres décadas y  “el uno por el otro, la casa sin barrer”.

Los ciudadanos debemos presionar sin pausa para que nuestra antigua Estación de Renfe se convierta en un punto de referencia tanto para los almerienses como para el turismo. Es curioso contemplar que ni es BIC ni se puede visitar. Precisamente hablando de BIC, ¿recuerdan ustedes aquellos bolígrafos del mismo nombre? El ejemplo nos sirve para reflexionar en el sentido de que, a los BIC, al llegar a Almería se les ha gastado ya toda la tinta y no escriben ni una línea. Da vergüenza, pues no limpian ni siquiera los cristales de la fachada de nuestra Estación. ¿Qué tiene que suceder para que las instituciones almerienses asuman su responsabilidad y pongan a salvo esta emblemática construcción, patrimonio de todos?  Así pues, desde este foro, hago una llamada a los ciudadanos para manifestarnos por este bello monumento ferroviario, símbolo de la ciudad y testigo de tantos sucesos históricos. Queremos que no siga cerrado al uso público, semioculto, vacío, sin uso y con un futuro incierto. Como el Soterramiento, el Tren de Cercanías, el Tranvía… y tantos otros asuntos, la cuestión de la Estación del Tren se está convirtiendo en un problema que nadie quiere o a nadie le interesa resolver.

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