Paco Campos García
Doctor en Filosofía
Ven un espacio abierto, amplio y diáfano y dicen: ‘Ahí tenemos suelo, suelo público y gratis; y ahí podemos sacar una pasta si nos lo pone fácil el ayuntamiento’. Otean los buitres la carnaza y no paran de dar vueltas hasta que acaban con ella. Estos del ladrillo ahora piensan en servicios públicos: tú me das suelo gratis y nosotros hacemos encima lo que sea y cobramos al que quiera meter la cabeza. Así pasó con El Toyo: se inventaron una urbanización con el motivo de los Juegos. Así pasa ahora con el antiguo recinto ferial: se sacan de la manga una ciudad de los niños y nos meten una bacalá.
En ese recinto, que no lo pueden dejar quieto, iban a hacer un palacio de congresos dándole un pastón a Foster, después dejaron dormir la obsesión, esto es, dejaron en barbecho el recinto y ahora vienen con el rollo de los niños y gastando un pastón que no viene a cuento. Pero lo mismo que pasa con los mercados medievales, los de artesanía, los campeonatos de voley-playa, los catamaranes, ahora tampoco nada hay inocente y filantrópico en todo esto; hay gente que está detrás para llevarse una especie de botín, auténticos holgazanes que esperan que les llenemos los bolsillos por la cara.
Ya está bien de hacer el canelo con las concesiones. Si estos individuos quieren una Disneylandia a lo almeriense, que compren suelo y la hagan; que quieren promover el deporte de la natación y el fútbol, que hagan sus propias piscinas y que cobren; que se hagan un campo de fútbol a su medida y dejen quieto el Mediterráneo que está pagado con dinero público; pero sobre todo, si tienen tantas inquietudes, que monten sus propios negocios, que hagan fábricas, que inviertan y creen empleo, que produzcan sin necesidad de acogerse a lo público; que trabajen.
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