Teleprensa
Editorial
Más allá de quien esté de acuerdo en construir edificios de catorce plantas o de crear una zona cultural en las instalaciones del conocido Toblerone, el hecho de que se haya producido una llamada a la 'lucha' a través de las redes sociales dice mucho de los nuevos tiempos. Cuando todos creían que nadie en esta tierra se moviliza por nada, pues ya ven, no es cierto, a la gente le preocupa su entorno y esta crisis económica que parece querer acabar hasta con el ánimo del personal está despertando aún más si cabe al ciudadano de ese letargo en el que parecía encontrarse. Ahora bien, los tiempos han cambiado y la forma de expresar esas reclamaciones también. Por ello, no debería pasar desaparecido para el Consistorio capitalino la creación de la Plataforma Salvemos el Toblerone. Y digo bien, no debería pasar desaparecibido ni para el equipo de gobierno que ya está moviendo ficha para empezar a levantar nuevas moles de ladrillo ni para los partidos de la oposición, en demasiadas ocasiones secos en ideas.
Lo que está claro es que los políticos tienen que gobernar pensando en sus vecinos y éstos tienen derecho a expresar y definir la ciudad que quieren. Se acabó el tiempo en que uno elegía alcalde y aguantaba con él y su programa durante cuatro años. La política tiene que adaptarse al ciudadano y no al revés, máxime cuando la experiencia nos está mostrando lo equivocadas de algunas políticas que se han llevado a cabo y que ahora nos pasan factura a todos. Y es que no es descabellado plantear que con el ladrillo ya nos equivocamos una vez. Y que 'gracias' a ese boom muchos chiringuitos se han ido al otro barrio y los solventes se han visto arrastrados y aguantando estoicamente los desmanes de los piratas.
Si de algo puede presumir Almería es de la altura de sus viviendas. No ha sufrido los abusos de otras capitales en las que se han lanzado a levantar vertiginosas torres. Aquí, sólo sufrimos la incongruencia de los edificios de la Térmica, que fueron a nacer cuando se decidió eliminar de primera línea de playa, unos metros más adelante, el único edificio molesto que había en altura, la antigua Residencia de Ancianos. Por eso, tal vez habría que dar una nueva vuelta de tuerca al proyecto que se intenta promover en este Toblerone.
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