Sin noticias de Griñán

Luis Rogelio Rodríguez-Comendador
Alcalde de Almería
 
EL discurso de Investidura de José Antonio Griñán como presidente de la Junta revela dos cosas: la primera, que se puede ser presidente de Andalucía sin haber ganado jamás unas elecciones. La segunda se refiere a lo que vamos a poder esperar de la Junta de Andalucía los ayuntamientos andaluces: nada o casi nada. El señor Griñán se olvidó de los ayuntamientos andaluces en su primera intervención de la Legislatura, en la que prefirió hablar de Europa o de los planes conjuntos de oposición que quiere establecer junto a Izquierda Unida contra el gobierno de Mariano Rajoy. Ya ven que son unas perspectivas escasamente alentadoras en una comunidad que alcanza en estos momentos el 33% de paro y que presenta otros frentes más acuciantes que los discursos huecos y los planes de hacer política de confrontación.
 
En estos momentos Andalucía necesita, y con urgencia, profundos cambios estructurales y más austeridad en las formas de gobierno. Andalucía necesita el sentido común que están poniendo Rajoy y su equipo en la gestión de la crisis que hemos heredado. Pero Griñán es alérgico a la verdad y a las reformas incómodas. Pero lo cierto es que los andaluces necesitamos conocer la situación real de nuestra economía y emprender una serie de reformas valientes y eficientes, porque en buena medida ésa será la única salida de la crisis, la llave de nuestra prosperidad en el futuro y los cimientos de la calidad de vida de todos los andaluces. Sin embargo, el señor Griñán está más interesado en contentar a sus socios y jefes de Izquierda Unida antes que en gestionar una solución para las miles de familias andaluzas en situación de emergencia.
 
La prueba de ese desprecio la tuvimos en el debate de Investidura, en el que Griñán volvió a dar la espalda a los ayuntamientos y no se detuvo a explicar qué medidas de apoyo piensa tener la Junta con la administración más cercana a los ciudadanos, a pesar de que él sabe perfectamente que la desidia e incapacidad administrativa de la Junta hace que en numerosas ocasiones muchas familias se acerquen a pedir ayuda a los ayuntamientos, a pesar de que los consistorios no tienen transferidas ni las competencias ni los recursos necesarios. Pero a Griñán eso le importa poco.
 
Griñán prefiere castigar a la mayoría de andaluces que no han votado a alcaldes socialistas, marginando y olvidando a los consistorios en un gesto de sectarismo partidario que podría ser un preocupante indicio del estilo con el que socialistas y comunistas podrían enfocar la legislatura que acaba de estrenarse. Pero quiera Griñán o no quiera, los ayuntamientos andaluces habrán de cobrar un especial protagonismo en los próximos cuatro años, habida cuenta de las escasas garantías de generación de empleo y bienestar que tiene la Junta de Andalucía en las manos de Griñán y sus socios de Izquierda Unida.

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