Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
"Estarán los mejores". Esa es la frase, de Perogrullo, que usó José Antonio Griñán para no hablar sobre la futura composición de su Gobierno. Será un gabinete muy político, aventuran sus colaboradores más próximos, capaz de cumplir el reto de defender las posiciones de izquierdas frente al Gobierno de Rajoy. Y será un Ejecutivo que podrá permitirse pocos traspiés, vigilado muy de cerca por el Gobierno central. Ya lo dijo el presidente andaluz: "Nos están escudriñando". Primará la experiencia a los inventos renovadores, aseguran quienes tienen hilo directo con el socialista. No hay que esperar grandes cambios, añaden desde su entorno, pero sin certezas. No consideró Griñán que fueran tiempos para experimentos cuando se estrenó en el cargo a mitad de la pasada legislatura y menos lo pensará ahora, cuando ya es suficiente prueba una alianza inédita con Izquierda Unida que el Partido Popular, solo en la oposición, pondrá a prueba cada día.
El presidente socialista quiere marcar sus tiempos, aunque será complicado que pueda mantener su futuro Ejecutivo oculto hasta el sábado al medio día. Hoy se sentará con el coordinador regional de IU, Diego Valderas, y vicepresidente in pectore. El líder de izquierdas pondrá sobre la mesa los nombres que su partido propone para las tres consejerías que previsiblemente va a ostentar: Gobernación -que estará adscrita a su vicepresidencia- Obras Públicas y Vivienda y Turismo. Los socios de Gobierno no esperan tener información puntual de todas las carteras ni de sus ocupantes. No existe, aseguran, compromiso de conocer todo el Gobierno. Asumen que es una prerrogativa del presidente.
Pero por más que todo el mundo repita que el Gobierno es cosa de Griñán, el líder socialista no va a tener mucho margen de maniobra. Hay reglas no escritas y otras tan simples como que la crisis obliga a un adelgazamiento de la administración. Hay menos sillones para ocupar. Frente a los 13 departamentos actuales será un Gobierno de no más de diez consejerías. "Como mucho once", apuntan ya algunos socialistas conscientes de la dificultad de componer el puzzle. Tres corresponderán a IU. A Griñán se le estrecha el margen. Hay nombres de su total confianza que se dan por asegurados. Entre ellos Antonio Ávila, Mar Moreno o Carmen Martínez Aguayo, pilares en Economía, Presidencia y Hacienda. Otros sobre los que fuentes cercanas al presidente invitan a pensar que van a continuar, como la consejera de Salud, María Jesús Montero, o Luciano Alonso, para quien habría que buscar una salida después de que IU vaya a desembarcar en Turismo. Se da ya por descontada la marcha de Clara Aguilera de Agricultura -ella mismo ha pedido manos libres para dedicarse a tareas orgánicas dentro del PSOE andaluz- y de Manuel Recio de Empleo, tocado por el caso ERE. Lo más probable es que Empleo se caiga del organigrama repartiendo sus competencias entre Educación (todo lo referido a formación) y Economía. También se da por descontada la salida de Josefina Cruz, ahora mismo al frente de Obras Públicas. Griñán tiene poco margen para introducir nuevos nombres aunque suenan fichajes como el de Luis Planas, exembajador de España ante Marruecos y la UE. Su perfil encajaría a la perfección en un departamento que debe librar una gran batalla europea.
Quienes han estado en las negociaciones animan a "mirar el Gobierno con otros ojos". Es decir, no se seguirá el esquema tradicional y en el organigrama habrá un baile de competencias fruto del pacto con Izquierda Unida y de los ajustes. Cultura se adscribirá a Educación, como Deporte. Justicia pasará a Hacienda o a Presidencia. Igualdad y Bienestar Social podría integrarse en Salud.
Todos los secretarios provinciales del PSOE andaluz han estado estos dos días por el Parlamento. Griñán ha conversado brevemente con la mayoría de ellos, aunque no ha habido una ronda formal como sí ocurría en tiempos de Manuel Chaves, cuando las cuotas territoriales eran sagradas. Griñán se jacta de que no va cumplir con las provincias pero no está en absoluta libre de manos. Más aún si de verdad va a cumplir su anuncio de reducir las delegaciones provinciales, brazos de la Junta que han sido hasta ahora coto de los dirigentes socialistas en las provincias. El PSOE andaluz debe afrontar su congreso regional en menos de tres meses y seguidamente los cónclaves provinciales. Tampoco en el ámbito interno está el ambiente para experimentos. En las últimas horas algunos socialistas han especulado con la posibilidad de que Griñán emule una operación Pajín, al estilo de la que efectuó Zapatero, y que colocaría a sus puntales en el partido (Susana Díaz y Mario Jiménez) en el Gobierno para tener manos libres para renovar el partido en el futuro congreso. Quienes lo conocen bien lo descartan aunque ayer sobrevolaba la idea en círculos socialistas de que Moreno podía saltar al grupo parlamentario. Había nervios y despiste. "Cuando te cesan te tienen que dar las mismas explicaciones que cuando te nombran: ninguna", decía la veterana, Micaela Navarro, a la que algunos creen que el juego interno le pasará factura. Griñán sabe pero no contesta.
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