Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería
Estoy convencido de que el próximo libro del amigo Alberto Cerezuela será sobre el misterio del hotel del Algarrobico. No se me ocurre nada más misterioso que el futuro de este hotel fantasma, inacabado e inhabitado, sentenciado al derribo, pero que permanece en pie como un zombi bañado por las aguas de Cabo de Gata. La encrucijada política y económica actual convierte en especialmente complicado dar respuesta a lo que dicen los jueces, pero también a lo que dice la razón, y como otro amigo socialista me sugiere tras charlar sobre el asunto, sólo hay que colgarle "sostenible".
Este hotel nunca debió poder construirse, pero se construyó, y lo hizo con todas las licencias habidas y por haber, hasta son subvenciones, y en todos esos trámites era el PSOE quien tenía la firma. Hoy es el PSOE quien apuesta por cumplir las sentencias que lo condenan a la demolición. El PP estuvo a favor de su construcción, pero cuando los jueces entraron en el asunto y advirtieron que la Junta de Andalucía había modificado la planimetría para dar cobertura legal a algo que de otro modo no la tendría, ya tuvieron un nuevo arma. Eso sí, mientras tímidamente desde Carboneras defendían la apertura por los puestos de trabajo que podía suponer, la contradicción socialista era explotada en todos los demás niveles de confrontación. Izquierda Unida siempre ha estado por echarlo abajo sin contemplaciones, cueste lo que cueste y lo pague quien lo pague.
Pero ahora nos encontramos con que tirar el hotel cuesta una barbaridad de dinero, además de que habrá que indemnizar -y no en poco- a los promotores puesto que al fin y al cabo ellos son los perjudicados, ellos son los que demandan a la Junta de Andalucía que no les deja ni acabar ni abrir. No es menos cierto que ese lugar nunca, jamás, volverá a ser como era antes de meter las máquinas en él, por lo que tal vez -sólo tal vez- cabría pensar soluciones alternativas, imaginativas. En cualquier caso se impone ante todo el dinero. Insisto, tirarlo costará una fortuna, y la Junta de Andalucía no tiene dinero (ni para eso ni para nada, pero ese es otro tema), y por si fuera poco, las competencias de Turismo y de Obras Públicas las tiene Izquierda Unida.
Los únicos que a día de hoy estarían por la labor del derribo serían los de IU, pero están dentro del gobierno y son conscientes de la incapacidad económica para ejecutar la sentencia (recordemos que la del Gran Plaza fue declarada "inejecutable", y no hay motivo para pensar que otro juez no podría prescribir lo mismo en este caso) y lo que lleva aparejado (tirar, recuperar ambientalmente, indemnizar a Azata), así como explicar porqué se gasta el dinero en eso en vez de buscar una solución para que permita dar trabajo.
La solución será colgarle el cartelito de "sostenible" que igual vale para un roto que para un descosío. El hotel sufrirá alguna amputación, pero abrirá sus puertas, y habrá fotos con todos, con los que lo construyeron, los que dieron las licencias, los que repintaron las líneas cartográficas, los que querían tirarlo, los que querían dejarlo estar... en fin, todos, menos los de Greenpeace... o tal vez les de por aparecer esa noche por allí a sostenerlo.
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