Javier Aureliano García
Secretario Provincial del PP
Los almerienses tenemos una deuda de gratitud inmensa con Javier Arenas, no ya sólo desde el punto de vista político, sino también en cuanto al papel que Almería puede y debe jugar en el conjunto de Andalucía. Ahora que Arenas ha anunciado su generosa renuncia a no optar a presidir el partido que, gracias a su tarea, es hoy el primero de Andalucía y más votado por los andaluces en las últimas elecciones autonómicas, es justo reconocer que el peso político de Almería en el conjunto de Andalucía ha cambiado gracias a Arenas.
Incluso sin desempeñar tareas de gobierno, los almerienses formamos parte del núcleo de trabajo y proyectos que el PP está desarrollando para cuando llegue el momento del cambio andaluz. Y no es menos cierto que no es posible entender la Andalucía de hoy sin el legado de la tarea de Javier Arenas en los últimos años. Y es que para evaluar el peso real de la labor de quien ha sido nuestro presidente y referente en los últimos años basta simplemente recordar qué era el PP Andaluz cuando él recogió el testigo de su presidencia y que lo compare con la situación actual de nuestro partido, que es el primero y más votado en nuestra comunidad. Y ello no es fruto de la casualidad, especialmente en un entorno político dominado por el clientelismo sectario en que el PSOE de Chaves y Griñán se ha instalado, en solitario antes y con la interesada colaboración de IU en la actualidad.
Gracias a Arenas, millones de andaluces saben que el cambio por el que tantos estamos trabajando no sólo es deseable y necesario, sino que además es perfectamente factible. Pero decía antes que los almerienses tenemos una deuda especial de gratitud con Arenas. Y es que además de haber hecho de Almería su tierra de adopción y de mantener estrechísimas vinculaciones de afecto personal por muchos compañeros de partido de Almería, con Gabriel Amat y Luis Rogelio a la cabeza, Arenas ha sabido valorar el peso real de la provincia de Almería en el conjunto de Andalucía, potenciando la capacidad, el rigor y la aptitud de los almerienses a la hora de formar parte del proyecto del necesario cambio que necesita nuestra comunidad y el gobierno de la Junta de Andalucía. Almería ha dejado de ser, con Arenas, una provincia alejada de Sevilla o del núcleo de decisiones que afectan globalmente a Andalucía. Y ello ha sido posible, además, por el minucioso conocimiento de la realidad almeriense que ha conseguido Arenas durante todos estos años, día a día, pueblo a pueblo y calle a calle. No ha habido político andaluz más consciente de lo que supone Almería que Javier Arenas, pues no en vano se ha recorrido todos y cada uno de los pueblos de nuestra provincia, escuchando a sus gentes, interesándose por sus problemas y tomando nota de las soluciones que podrán administrarse en el futuro, cuando ese cambio con el que está comprometido el PP sea una realidad.
Pero no es tiempo sólo de dar las gracias y reconocer la validez y el ejemplo del legado de Javier Arenas. Es hora de seguir trabajando para culminar su tarea, ahora en torno a la figura de Juan Ignacio Zoido y a la espera de que el congreso de julio marque las pautas de futuro para un partido que está destinado, naturalmente, a significar el cambio político y social al que aspiran millones de andaluces. El PP que nos deja Javier Arenas es un partido aún más sólido, más cohesionado y con una clarísima vocación de compromiso con los andaluces que, es justo reconocerlo, no podría entenderse, ni darse, sin el ejemplo de perseverancia, amor por Andalucía y dedicación que supone el legado de Javier Arenas.
Gracias a Arenas, millones de andaluces saben que el cambio por el que tantos estamos trabajando no sólo es deseable y necesario, sino que además es perfectamente factible. Pero decía antes que los almerienses tenemos una deuda especial de gratitud con Arenas. Y es que además de haber hecho de Almería su tierra de adopción y de mantener estrechísimas vinculaciones de afecto personal por muchos compañeros de partido de Almería, con Gabriel Amat y Luis Rogelio a la cabeza, Arenas ha sabido valorar el peso real de la provincia de Almería en el conjunto de Andalucía, potenciando la capacidad, el rigor y la aptitud de los almerienses a la hora de formar parte del proyecto del necesario cambio que necesita nuestra comunidad y el gobierno de la Junta de Andalucía. Almería ha dejado de ser, con Arenas, una provincia alejada de Sevilla o del núcleo de decisiones que afectan globalmente a Andalucía. Y ello ha sido posible, además, por el minucioso conocimiento de la realidad almeriense que ha conseguido Arenas durante todos estos años, día a día, pueblo a pueblo y calle a calle. No ha habido político andaluz más consciente de lo que supone Almería que Javier Arenas, pues no en vano se ha recorrido todos y cada uno de los pueblos de nuestra provincia, escuchando a sus gentes, interesándose por sus problemas y tomando nota de las soluciones que podrán administrarse en el futuro, cuando ese cambio con el que está comprometido el PP sea una realidad.
Pero no es tiempo sólo de dar las gracias y reconocer la validez y el ejemplo del legado de Javier Arenas. Es hora de seguir trabajando para culminar su tarea, ahora en torno a la figura de Juan Ignacio Zoido y a la espera de que el congreso de julio marque las pautas de futuro para un partido que está destinado, naturalmente, a significar el cambio político y social al que aspiran millones de andaluces. El PP que nos deja Javier Arenas es un partido aún más sólido, más cohesionado y con una clarísima vocación de compromiso con los andaluces que, es justo reconocerlo, no podría entenderse, ni darse, sin el ejemplo de perseverancia, amor por Andalucía y dedicación que supone el legado de Javier Arenas.
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