Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
Es un discurso común de toda la clase política en los últimos tiempos. Que levante la mano quien no haya declarado que toca abrir el diálogo entre las distintas fuerzas parlamentarias, reivindicado que en un situación de emergencia económica, que empieza a ser ya emergencia social, los ciudadanos exigen que sus representantes se entiendan y nadie puede comprender que se gasten energías en destruir al adversario en lugar de aunar esfuerzos para salir de ésta. Les sonará porque es la declaración de buenas intenciones que todo político que se precie hace ante los micrófonos, presentándose como alguien responsable ante los ciudadanos. Eso es. Buenas palabras pero sin hechos. La Junta ha pedido convocar la comisión bilateral de cooperación con el Gobierno para salvar “de manera pacífica” todos los frentes abiertos en pocas semanas. Pero todo hace indicar que quien aguarde una mesa de diálogo seria y sin prejuicios puede quedarse esperando. Debería de ser tiempo de discrepar buscando acuerdos, pero la crispación gana espacio. Y la política andaluza no será la excepción. Más bien todo lo contrario. Posiblemente se convierta en escaparate de la confrontación más dura.
En una de sus primeras intervenciones públicas, el presidente José Antonio Griñán subrayó su voluntad de cerrar acuerdos con la oposición. Curiosamente encomendó esa tarea a su vicepresidente Diego Valderas en lugar de asumir en primera persona el reto de sentarse a hablar francamente con Javier Arenas, líder del PP andaluz. Es complicado imaginar que Valderas y Arenas vayan a sentarse pronto a la misma mesa. El vicepresidente no tiene una agenda fijada para trabajar en lo que llamarán un gran pacto por Andalucía. La estrategia pasa por abrir una ronda de contactos muy amplia, que trascienda a partidos, sindicatos y patronal. Valderas tiene intención de ir más allá del formato tradicional de la concertación social. Aspira a contactar con nuevos colectivos ciudadanos y plantear un acuerdo tan masivo que al PP le resulte imposible mantenerse al margen. Ahí están sus coqueteos con el 15-M.
Al líder de IU lo que de verdad le gustaría es plantarse ante el Gobierno central y la política de recortes. Invitar a los ciudadanos a salir a la calle y declararse en rebeldía. El riesgo de esa estrategia suicida, que Griñán aborrece, llega a la intervención de la comunidad autónoma. Él opina que hay poco que perder porque “de facto” ya estamos intervenido. Sería una declaración de guerra en toda regla a Europa, el Gobierno de Mariano Rajoy y el déficit, y cómo para eso está Andalucía… Y sería una situación muchísimo más cómoda para el líder de IU, que está recibiendo fuertes presiones de su partido por apoyar los recortes para reconducir el déficit público. Valderas disimula pero si es franco declara sentir desazón. Cree que el PSOE aún no se ha enterado de que gobiernan en coalición. El pacto de Gobierno es firme pero complicado. IU no tiene un problema, lo tiene el PSOE, recuerdan desde la federación de izquierdas. Pero no deberían de engañarse porque el problema es de ambos. IU puede pasarse toda una legislatura teniendo la sensación de que está acorralada y se queda sin oxígeno. Y encima muchas de sus voces internas se elevan para advertir de que no se puede tragar con todo. Esto aderezado con la inminencia de un proceso de renovación interna en el propio partido que, de cumplirse sus estatutos, debería poner fin al mandato de Diego Valderas y buscar un nuevo líder. El vicepresidente quiere al portavoz parlamentario, José Antonio Castro, pero ni siquiera el elegido se ve en el papel de coordinador regional.
Y en este contexto complicado, dos meses después de formar Gobierno, llega otro conflicto. Una comisión de investigación en el Parlamento sobre el caso ERE y la posibilidad de que Griñán acuda o no a la misma a comparecer. IU lo tiene en su mano. No quiere una comisión de caza mayor ni que el PP le marque el paso, pero el grupo de Valderas tiene pasado. Si quieren ser coherentes deberían de acordarse de la vehemencia con las que exigían explicaciones en campaña. Ya se lo dijo Valderas a Griñán en la tele: “Usted es responsable por acción u omisión”.
Habrá diferencias entre los socios PSOE e IU y habrá gresca de la Junta con el Gobierno y con el PP como partido único en la oposición. Hay que recordar que un año después de las elecciones municipales Griñán no ha recibido a los alcaldes andaluces y que Rajoy no tiene previsto recibir a Griñán. Tanto monta, monta tanto. Diálogo sí, pero de sordos.
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