Pepe Fernández
Periodista
Cuentan que el pasado viernes día 8 de junio el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, estaba reunido con su equipo económico en el Palacio de la Moncloa. Junto a algo más de media docena de estrechos colaboradores analizaba la situación creada tras el anuncio de la apertura de un crédito multimillonario de hasta cien mil millones de euros destinados al rescate del sistema financiero español. Según cuenta una persona muy cercana al presidente, en un momento determinado del cónclave, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, le hace saber a Rajoy que le ha llamado Javier Arenas desde Sevilla, comunicándole que no logra contactar con el Presidente al que desea comunicarle que va a hacer público en horas que no se presenta a la reelección como presidente regional del partido y que va a proclamar públicamente el nombre del sucesor. Siempre según esta fuente, el presidente del ejecutivo no ocultó la inoportunidad del asunto planteado, respondiendo algo así como “que Javier haga lo que le dé la gana”. También se asegura que, a renglón seguido, lanzó un exabrupto.
"Nadie comprende como Rosario Soto se ha mantenido estos años en ese puesto" |
Otras fuentes del PP creen saber que el líder andaluz de la derecha habría mantenido hace varias semanas un encuentro a solas con Mariano Rajoy y que en esa reunión Arenas ya habría planteado su voluntad de abandonar la presidencia del partido en Andalucía e, incluso, habría dejado sobre la mesa del presidente nacional del PP el nombre de Juan Ignacio Zoido como el sucesor más capacitado para mantener la unidad de acción del partido en Andalucía. Nombrar a cualquier otro dirigente andaluz, habría argumentado Arenas ante Rajoy, podría suponer a corto y medio plazo un cisma indeseable en la organización. Incluso habría sostenido que, junto a Juan Ignacio Zoido, se mantendría a Antonio Sanz en la Secretaría General. Dos hombres de su total y absoluta confianza.
RAJOY: NI SÍ NI NO, SINO TODO LO CONTRARIO
Parece ser que Rajoy, tras escuchar los planteamientos de Arenas, ejerció de gallego: ni sí, ni no, sino todo lo contrario. De aquel encuentro, me aseguraba recientemente un diputado del PP muy próximo a Arenas, el líder andaluz salió muy satisfecho y contento. Incluso hubo quien observó en su comportamiento diario un ánimo venido arriba, muy distinto al que venía arrastrando desde el 25 de marzo, fecha de la amarga victoria electoral. En realidad Arenas se había quitado un gran peso de encima. Pasaría a un segundo plano en Andalucía y seguiría mandando desde Génova 13, a donde volvería como número tres del partido, después de Rajoy y María Dolores de Cospedal.
Cuando el lunes pasado Javier Arenas, a través de una videograbación, hacía pública su decisión, arroja un jarro de agua helada sobre los cuadros y militantes del PP andaluz anunciando que tira la toalla blanquiverde. El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, solo sabe que le tocará pilotar los preparativos del congreso regional de Granada y poco más. Una labor que Zoido está dispuesto a ejecutar sin rechistar ya que, como hombre agradecido y amigo personal de Arenas, no le puede decir que no. De ahí la absoluta confianza depositada en el alcalde de Sevilla por quien le lanzó al ruedo político hace años en la Dirección General de Justicia del gobierno de José María Aznar, con Margarita Mariscal como ministra.
ZOIDO, INCÓMODO CON UNA REUNIÓN A TRES BANDAS
Dos días después, el miércoles, JIZ se disponía a compartir con su familia un almuerzo cuando recibe una llamada de Javier Arenas desde la sede de la Calle San Fernando. Le espera con cierta urgencia en compañía del Secretario General, Antonio Sanz. A Zoido no le hace ni pizca de gracia que la reunión se celebre a tres bandas y exige que sea un encuentro a solas. Y así fue. Arenas le cuenta a Zoido que ha conseguido arrancar de los presidentes provinciales del partido el compromiso de apoyarle “unánimemente” como futuro presidente regional. También que, dadas las múltiples ocupaciones que tiene como alcalde de Sevilla, deberá contar con Antonio Sanz en la Secretaría General , ya que conoce mejor que nadie el partido por dentro.
Todas las informaciones recabadas apuntan a que Zoido se mostró muy incómodo ante una petición que iba más allá del congreso de julio, convirtiéndole en sucesor en menos de veinticuatro horas, al modo y manera que en su día utilizó Chaves con Griñán y que tanto criticaron los populares en estos años. Máxime cuando se ha dado cuenta que ser alcalde de Sevilla no es moco de pavo, que su popularidad está bajando más de lo que él podía imaginar y que no le gustaría acabar como un Monteseirín cualquiera.
ZOIDO DICE NO A ANTONIO SANZ
Pero a lo que se negó en redondo fue a aceptar la continuidad de Sanz, un dirigente que ha sabido granjearse en estos años un notable plantel de críticos internos a su gestión al frente de la Secretaria General. Hay quienes aseguran que Sanz se ha convertido en la diana de las críticas que nadie ha sido capaz de hacerle a Arenas, cara a cara, en el seno interno del partido. Gráficamente un parlamentario gaditano dice que “las patadas a Arenas, lo son en el culo de Antonio”.
La noticia de la nominación de Zoido como sucesor de Arenas sentó como una bomba en el seno de algunas organizaciones provinciales. Primero por el dedazo y la ausencia de debate interno, segundo porque la presidencia volvía a recaer en el occidente y tercero porque muchos interpretaron dentro del PP que cambiaba todo para que todo siguiese igual, “con Javier mandando desde Madrid”. Incluso, dijeron ácidas lenguas, manteniendo incomprensiblemente a la número tres del partido, una portavoz que chilla y no comunica, cuyas intervenciones públicas son ampliamente criticadas internamente. (Nadie comprende como Rosario Soto se ha mantenido estos años en ese puesto).
MÁLAGA, EN CONTRA DE LA “SOLUCIÓN ZOIDO”
En pocas horas al menos tres presidentes provinciales confesaban en privado que ellos no habían suscrito ningún manifiesto en favor de Zoido y culpaban a Javier Arenas de haberles presionado para que apoyasen al alcalde de Sevilla como sucesor. De todas las provincias, Málaga, ha sido donde más ruido ha empezado a sonar en contra de la “solución Zoido”. Dentro de la corrección política obligada, el alcalde, Paco de la Torre , ha sido la voz más contundente y crítica, aplaudida en silencio por cuadros y bases malagueñas del PP. En ese contexto habría que situar la filtración del nombre de Juan Manuel Moreno Bonilla, Secretario de Estado de Sanidad, o el de Elías Bendodo para la secretaría general.
La sucesión de Arenas, cuyo final es posible que aún no esté cerrado al cien por cien, no se presenta nada fácil en tanto que huele a “egoísta improvisación” en el primer partido de Andalucía. Tanta improvisación que nadie ha pensado en algo que podría suponer un serio revés político en el caso de que finalmente llegue a buen puerto la elección de Juan Ignacio Zoido como nuevo líder de la derecha andaluza.
EN ESPERA DE LA SENTENCIA DEL TC
A principios del mes de septiembre vence el plazo para que el Tribunal Constitucional se pronuncie –o no- sobre el recurso presentado por el Gobierno contra la Ley de incompatibilidad andaluza de alcaldes y diputados. De no existir pronunciamiento legal, formalmente la ley entraría en vigor, de tal manera que Zoido (y otros alcaldes andaluces del PP) se verán obligados a optar entre ser alcaldes o diputados autonómicos. (Solo una poco probable sentencia del TC por el escaso calendario, aceptando la inconstitucionalidad de la ley andaluza, salvaría la situación). Llegados a este punto, cabe preguntarse si el primer partido de Andalucía puede permitirse el lujo de no tener a su líder en los escaños en las Cinco Llagas, máxime con el Caso EREs tocando la campanilla de las Ánimas Benditas. Porque una dimisión de Zoido como alcalde de Sevilla es algo inimaginable y, desde luego, altamente destructiva personal y políticamente.
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