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La teoría del colibrí

Pablo Requena
Periodista

No iban a subir impuestos, y no tardaron ni un mes en hacerlo. No iban a recortar en sanidad ni educación, y no hay telediario en el que no tengan su parcela las continuas protestas de profesores y sanitarios. El Gobierno de Rajoy iba a inspirar confianza, y la prima de riesgo está donde nadie pensó que llegaría y hasta el BCE pone en duda su gestión en la crisis de Bankia. Y luego están los malditos recortes, de los que no se salvan ni los soldados que tienen que pagarse el rancho, ni los funcionarios a los que les reducen sus salarios, ni las partidas presupuestarias de los pilares de acción de cualquier gobierno: sanidad, educación, obras públicas e I+D+I. Aunque, ciertamente, sí que hay quien se salva de estos recortes (“ajustes”, si quien se refiere a ellos es algún pepero o socialista andaluz). Porque a ningún dirigente de ningún partido se le ha ocurrido bajar el sueldo, por ley, de cualquier cargo político (concejales, parlamentarios autonómicos, diputados provinciales y nacionales, altos cargos de empresas públicas, etc.), y si hay uno que cobra 4.000 euros más dietas, se le eliminen las dietas y se le ponga el sueldo a 2.000, que seguirá siendo un salario más elevado que la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluso los que están cien veces más preparados que los que nos gestionan. Y que si hay que unificar ayuntamientos en pequeñas poblaciones, o incluso si hay que eliminar las diputaciones provinciales, o las mancomunidades de municipios, o que las autonomías devuelvan determinadas competencias al Estado, que a nadie le tiemble el pulso ni se le caigan los anillos, porque tampoco se les han caido para quitar de un plumazo 10.000 millones de euros para sanidad y educación. Que den ejemplo ellos primero, que para eso cobran de aquellos a los que recortan hasta la respiración.

Habrá quien crea que lo que estoy pidiendo es aquello que algunos denominan como “el chocolate del loro”. Pero si, como un medio local publicaba recientemente, la Junta se ahorrará -sólo en la provincia de Almería- alrededor de un millón de euros con la reducción de sus delegados provinciales, ahora extrapolen ese dato con lo que se podría ahorrar reduciendo salarios a los cargos públicos, o simplemente disminuyendo su número. Eso por no entrar en el colosal y costoso parque móvil de la Junta de Andalucía o de algunos ayuntamientos supuestamente endeudados hasta las cejas, o de las líneas de teléfono y tarjetas de crédito a cargo del contribuyente. Para pedirnos a los ciudadanos que nos apretemos el cinturón, primero hay que aplicarse el cuento.

El colibrí es, por su forma de volar, una de las aves que más energía consume a lo largo del día, razón por la cual su alimentación está compuesta principalmente de néctares ricos en azúcar, así como pequeños insectos, y se le considera uno de los animales más voraces del mundo. Propongo, desde este humilde rincón, que cambiemos esa vieja expresión del chocolate del loro -animal bastante manso, dicho sea de paso- por el chocolate del colibrí, y si de paso reducimos el gasto en el mencionado cacao, ya podemos empezar a entendernos.

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