Los cachorros de Arenas

Antonio Castro
Periodista

La prematura decisión de Javier Arenas de abandonar la presidencia del PP-A ha dejado al partido prendido de una pendiente. La solución Zoido es provisional. Se trata de una medida pactada para evitar que el partido estalle en una guerra de ambiciones aún inmaduras. Sin embargo, a la sombra de Arenas ha crecido en los últimos años una camada de cachorros políticos que serán quienes a medio plazo se disputen el liderazgo para la renovación. Se trata de una segunda era en PP de Andalucía, que ha culminado, con el persistente trabajo de Javier Arenas, en la transformación de la derecha en un partido centrado, moderado y capaz de ganar unas elecciones en el feudo socialista por antonomasia.

Los cachorros del PP andaluz se miran hoy de reojo intentando que no se les note su intención de iniciar la carrera hacia el liderazgo. Todos muestran su respeto y apoyo a Juan Ignacio Zoido como albacea temporal del legado de Arenas. Pero todos saben también que el congreso de julio será la línea de salida hacia una renovación que exige un nuevo liderazgo.

El delfín del Califato
José Antonio Nieto. Amamantado por Javier Arenas hace una década como uno de sus hijos predilectos, el actual alcalde de Córdoba voló solo cuando vio que podía labrarse un liderazgo personal. En los ambientes políticos empezó a vérsele como el delfín del jefe. Y a partir de ahí, el jefe desconfió de él, le puso gente de su confianza alrededor para controlarlo, y dejó de mirarlo como a su hijo muy amado. Nieto ganó la Alcaldía de Córdoba en las últimas municipales por mayoría absoluta. Barrió a la izquierda en la ciudad de los califas. Y desde entonces, en su entorno se tiene claro que el horizonte de este cordobés curtido a la sombra del líder es, precisamente, sustituir a Arenas llegado un momento que muchos creían más tardío.

Nieto ha sido el único que ha insinuado que está dispuesto a dar la batalla por el liderazgo. Lo ha hecho con esa manera de ser irónica propia de un cordobés. No sólo Zoido, hay muchos en el partido que pueden hacerlo igual de bien que él, ha dicho Nieto, y ha aludido a la riqueza del banquillo en el haber de un líder que ha sido acusado siempre de todo lo contrario, es decir, de no tener banquillo por temor a que en él se sentara un sucesor. Es más, Nieto asegura que puede ser perfectamente compatible la condición de alcalde con la de candidato a la Junta y por tanto presidente del Gobierno andaluz.

Un moderado en el mejor escenario
Carlos Rojas. Alcalde de Motril hasta hace una semana, Rojas fue designado por el propio Javier Arenas portavoz del Grupo Parlamentario del PP. Esta decisión llevaba implícito un castigo a Esperanza Oña, anterior portavoz,  que nunca sintonizó con Arenas e incluso ha osado mantener en ocasiones una actitud crítica frente al líder.

Sin embargo, Rojas se ha revelado como una interesante novedad en el panorama político andaluz. Con un discurso coherente y firme, este portavoz cubre la contundencia de sus argumentos bajo la seda de una elegancia política que nace de la moderación. Y, sobre todo, Rojas tiene en sus manos la mejor baza: su condición de portavoz parlamentario le coloca en el escaparate como referente del PP durante una legislatura que en Andalucía puede ser convulsa. Los populares se moverán entre el castigo a pagar por los ajustes de Rajoy, y la ventaja de aprovechar las contradicciones y fracasos del bipartito de izquierdas.

La habilidad en el regate corto
Juan Manuel Moreno. Actual secretario de Estado de Asuntos Sociales e Igualdad, llegó a este puesto con la ayuda de Arenas, que aprovechó el nombramiento de su amiga Ana Mato como ministra para colocar junto a ella a uno de sus hombres de confianza. Moreno está en la línea de Arenas desde que lideraba las Nuevas Generaciones del partido. Tiene los mismos tics que su mentor y le profesa lealtad absoluta.

Moreno, que ofrece una buena imagen y sabe desenvolverse con habilidad en el regate corto, sigue siendo un desconocido en la política andaluza o al menos no es tan visible como requiere un posible sucesor. Moreno está dispuesto a jugar su baza, pero tendrá que conseguir mayor presencia en la realidad política andaluza, apoyos internos en el PP-A y, sobre todo, liberarse de la sospecha de que puede ser un hombre de paja de Arenas. Este último defecto, en cualquier caso, es algo que se suele curar con el tiempo. No sería la primera vez que un líder político volase liberándose de su mentor cuando se ve con el suficiente poder para hacerlo, sobre todo si es ambicioso.

El reto de la independencia respecto al antiguo líder, en cualquier caso, será fácil de superar para cualquier aspirante. No son pocos los que creen dentro del PP que cuando Javier Arenas pierda el poder territorial que le ha dado el control del PP-A será muy vulnerable para sus enemigos internos tanto en Andalucía como en Génova… La política suele ser así de cruel.

La dama de la Plaza de España
Carmen Crespo. La actual delegada del Gobierno en Andalucía llegó al cargo de la mano de Arenas, que fue quien le aconsejó su nombramiento a Soraya Sáenz de Santamaría. En ese ambiente de euforia popular previo a las elecciones autonómicas. Crespo actuó como una fiel delegada de Arenas, hasta el punto de que permitió al líder oficiar de autoridad en la recepción que se le hizo a algunos ministros que en campaña pasaron por la Delegación del Gobierno. Una foto en la que Arenas aparece sentado en un sillón frente a un Arias Cañete acurrucado en un banquillo en una visita de este ministro a la Delegación del Gobierno, da cuenta de quién mandaba de verdad en la sede andaluza del Ejecutivo de Rajoy.

Crespo se ha quedado colgada de la bandera del complejo de la Plaza de España, en Sevilla, una de las obras cumbres de Aníbal González. Tanto es así que muchos la miran hoy con envidia no disimulada al ver que ha sido la única que ha conseguido quedarse con un despacho de relieve después del fracaso electoral del PP en Andalucía. Hoy por hoy, la delegada, cuya obediencia al líder contrasta con la energía con que se desenvuelve frente a todo lo demás, no parece contar con poder suficiente en el partido para ensayar una carrera hacia el liderazgo.

La voz crítica
Esperanza Oña. Alcaldesa de Fuengirola, vicepresidenta segunda del Parlamento, y exportavoz ninguneada por Arenas y Antonio Sanz en tantas ocasiones como pudieron hacerlo, Oña tiene las simpatías de un sector crítico del PP que, en ocasiones, la ha empujado para que dé el paso hacia el liderazgo del partido. La inteligencia política que se le supone le obliga a ser prudente. Actualmente, la alcaldesa está a la espera de lo que pueda ocurrir en el congreso, de quién será el secretario o secretaria general de Zoido, los vicepresidentes y el reparto de poder interno que haga el albacea. En ello están muchos otros, y esta distribución de intereses será una de las claves que hagan de Zoido flor de un día o el hombre que supo dirigir la transición del PP desde el arenismo a la renovación.

Frente a los cachorros, el PP de Andalucía tiene dos poderes básicos. De un lado están los presidentes provinciales, todos ellos impuestos por el propio Arenas. Ha sido precisamente en ellos en los que el líder se ha apoyado para imponer a Zoido como albacea y sucesor. Y de otro lado se encuentra el poder fáctico de los alcaldes de capitales y grandes ciudades, que en la mayoría de los casos no son presidentes del partido.

El poder fáctico de los alcaldes
En este poder de los alcaldes radica una de las claves de la sucesión. De momento, sólo el cordobés José Antonio Nieto ha dejado entrever su intención de asumir el reto de luchar por el liderazgo, sin romper por ello ni la disciplina de partido ni el respeto que se siente por una persona tan querida como Zoido, cuyo prestigio y autoridad moral nadie discute. Dentro de la panoplia de varas de mando hay quienes desde hace tiempo han digerido mal los agravios recibidos del líder. Ellos no lucharán por la presidencia ni a medio ni a largo plazo, pero tratarán de que quienes lo hagan respeten su feudo y en él la cuota parte de influencia que tiene cada cual.

En este escenario, el congreso de julio para el PP de Andalucía promete ser el punto de partido para algo sobre lo que nadie tiene todas las claves, pero que será el resultado de la nueva influencia de la dirección nacional de Génova, las bases y cargos medios del partido, y la conjunción de ambiciones e intereses, entre las que habrá que enterrar de la mejor manera posible la figura de quien condujo sin desmayo la larga travesía de la derecha andaluza a una victoria electoral que no supo gestionar y que resultó pírrica.
(El Confidencial)

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