Pedro Molina
Rector de la Universidad de Almería
Nunca he sido amigo de las especulaciones de pasillo, origen de demasiados rumores imprevisibles. En mi etapa como estudiante, después como profesor durante tantos años y desde que soy Rector de la Universidad de Almería, he mantenido siempre la misma actitud: he abogado por una comunicación nítida y precisa, transmitiendo con claridad el por qué de cada decisión que tomaba. Por eso, cuando en la Universidad nos hemos visto obligados a adoptar una serie de medidas para adaptarnos a las necesidades presupuestarias actuales y a las exigencias anunciadas por el Gobierno Central y la Junta de Andalucía, he creído que era necesario que la comunidad universitaria en su conjunto conociera de la manera más directa posible, es decir, a través de mí mismo, las razones que nos llevan a asumir las soluciones que se han adoptado.
Me reuní primero con los profesores e investigadores, a quienes expuse cómo se va a producir el ahorro de más de dos millones de euros en el Capítulo I del presupuesto, correspondiente a gastos de personal, en cumplimiento con las medidas de control del déficit impuestas por el Gobierno. No es lo mejor, es lo menos malo, les dije. Habrá una reestructuración de las facultades y de los departamentos, que deben adaptarse al momento actual, reordenándose las primeras por la imperiosa situación económica y haciéndolo los segundos por esto mismo, pero también para modernizarse con una reorganización que debe estar basada en criterios científicos. Sé que habrá resistencias por parte de algunos docentes, pero deben entender que la situación es completamente distinta a la que teníamos en 2007, cuando no existían los problemas económicos y las dificultades financieras que hoy nos acechan.
Después me reuní con el personal de administración y servicios. Es cierto que muchos no quisieron asistir al encuentro que íbamos a celebrar en el Auditorio, pero también lo es que me acerqué dos veces para pedirles a quienes me recibieron con pitos y pancartas que reconsideraran su actitud y escucharan lo que tenía que decirles: mis argumentos para la no implantación de la jornada laboral reducida entre el 15 de junio y el 15 de septiembre. Se trata, básicamente, de un planteamiento ético y de hacer las cosas como creo que deben hacerse: no sería comprensible para el conjunto de la sociedad que el PAS de la Universidad tuviera ahora un horario reducido y tampoco sería equitativo comparativamente con otro personal funcionario e incluso con el propio profesorado de la Universidad. La decisión no es arbitraria. Se ha tomado basándonos en el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado 2012, que establece que la jornada de trabajo del personal del Sector Público no podrá ser inferior a 37 horas y media semanales y en la Actualización del Plan Económico-Financiero de Reequilibrio de la Junta de Andalucía 2012-2104, en su apartado de Gastos de Personal, en la que se establece para los trabajadores públicos el incremento de jornada semanal hasta las 37 horas y media. Además, el Gerente de la Universidad tiene plena potestad para tomar una decisión como ésta.
La última de estas reuniones ha sido con los miembros del Consejo de Estudiantes y otros representantes estudiantes, preocupados por el alcance que tendrá la aplicación del R.D. 14/2012, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo. Todavía no se ha concretado hasta dónde llegará el previsible endurecimiento del acceso a las becas, aunque en Andalucía sabemos, porque así nos lo ha trasladado el Gobierno andaluz a las universidades, que existe la voluntad política de llegar "hasta dónde se pueda" para evitar que el impacto de esos recortes sea demasiado grande. Lo mismo pasa con el programa Erasmus, que verá reducido su montante económico en un 41% en los próximos Presupuestos Generales del Estado, lo que supone 37 millones de euros menos para un proyecto de movilidad internacional que ha adquirido con el tiempo una enorme importancia. Por ejemplo, la Universidad de Almería ha enviado solo este último curso a 600 alumnos a estudiar en distintas universidades europeas y hemos acogido a cerca de 500. El futuro de este programa está en el aire y no se sabrá a ciencia cierta su porvenir hasta que no se aprueben los PGE y se conozcan las transferencias que habrán de recibir las comunidades autónomas.
La situación es muy compleja, a nadie se le niega, y precisamente por ello, porque los momentos por los que atravesamos son extraordinariamente complicados, debemos exigirnos a nosotros mismos sinceridad, autocrítica y responsabilidad. Hoy más que nunca, la Universidad debe dar la talla, estar a la altura de la situación y entender que para salir de esta debemos remar todos en la misma dirección.
Me reuní primero con los profesores e investigadores, a quienes expuse cómo se va a producir el ahorro de más de dos millones de euros en el Capítulo I del presupuesto, correspondiente a gastos de personal, en cumplimiento con las medidas de control del déficit impuestas por el Gobierno. No es lo mejor, es lo menos malo, les dije. Habrá una reestructuración de las facultades y de los departamentos, que deben adaptarse al momento actual, reordenándose las primeras por la imperiosa situación económica y haciéndolo los segundos por esto mismo, pero también para modernizarse con una reorganización que debe estar basada en criterios científicos. Sé que habrá resistencias por parte de algunos docentes, pero deben entender que la situación es completamente distinta a la que teníamos en 2007, cuando no existían los problemas económicos y las dificultades financieras que hoy nos acechan.
Después me reuní con el personal de administración y servicios. Es cierto que muchos no quisieron asistir al encuentro que íbamos a celebrar en el Auditorio, pero también lo es que me acerqué dos veces para pedirles a quienes me recibieron con pitos y pancartas que reconsideraran su actitud y escucharan lo que tenía que decirles: mis argumentos para la no implantación de la jornada laboral reducida entre el 15 de junio y el 15 de septiembre. Se trata, básicamente, de un planteamiento ético y de hacer las cosas como creo que deben hacerse: no sería comprensible para el conjunto de la sociedad que el PAS de la Universidad tuviera ahora un horario reducido y tampoco sería equitativo comparativamente con otro personal funcionario e incluso con el propio profesorado de la Universidad. La decisión no es arbitraria. Se ha tomado basándonos en el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado 2012, que establece que la jornada de trabajo del personal del Sector Público no podrá ser inferior a 37 horas y media semanales y en la Actualización del Plan Económico-Financiero de Reequilibrio de la Junta de Andalucía 2012-2104, en su apartado de Gastos de Personal, en la que se establece para los trabajadores públicos el incremento de jornada semanal hasta las 37 horas y media. Además, el Gerente de la Universidad tiene plena potestad para tomar una decisión como ésta.
La última de estas reuniones ha sido con los miembros del Consejo de Estudiantes y otros representantes estudiantes, preocupados por el alcance que tendrá la aplicación del R.D. 14/2012, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo. Todavía no se ha concretado hasta dónde llegará el previsible endurecimiento del acceso a las becas, aunque en Andalucía sabemos, porque así nos lo ha trasladado el Gobierno andaluz a las universidades, que existe la voluntad política de llegar "hasta dónde se pueda" para evitar que el impacto de esos recortes sea demasiado grande. Lo mismo pasa con el programa Erasmus, que verá reducido su montante económico en un 41% en los próximos Presupuestos Generales del Estado, lo que supone 37 millones de euros menos para un proyecto de movilidad internacional que ha adquirido con el tiempo una enorme importancia. Por ejemplo, la Universidad de Almería ha enviado solo este último curso a 600 alumnos a estudiar en distintas universidades europeas y hemos acogido a cerca de 500. El futuro de este programa está en el aire y no se sabrá a ciencia cierta su porvenir hasta que no se aprueben los PGE y se conozcan las transferencias que habrán de recibir las comunidades autónomas.
La situación es muy compleja, a nadie se le niega, y precisamente por ello, porque los momentos por los que atravesamos son extraordinariamente complicados, debemos exigirnos a nosotros mismos sinceridad, autocrítica y responsabilidad. Hoy más que nunca, la Universidad debe dar la talla, estar a la altura de la situación y entender que para salir de esta debemos remar todos en la misma dirección.
¿Y cómo se ha llegado a tan grave situación económica? ¿No será que ha sido Usted un mal gestor y ha tenido que multiplicar cargos para comprar a la gente para mantenerse en el poder? Conozco muy bien su actitud dialogante. Para que me recibiera, hube de decirle a su secretaria que no me iba de allí hasta que no me recibiera, después de solicitarlo infinidad de veces, por escrito. Y cuando me recibió no me dejó hablar, sino que se acordaba de la shisha que le regalé para su boda (la segunda) y después tenía que irse. Me parece increíble que Usted que luchó contra una dictadura se haya convertido en un dictador y reprima las críticas que le he hecho a su gestión con la represión, expulsándome 4 años y 3 meses, actuando Uste de juez y parte. Bonita ética la suya. Tan siquiera deja que me matricule como alumno. http://1001denuncias.blogspot.com.es/2012/04/d-pedro-molina-no-deja-que-me-matricule.html
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