Diario de Sevilla
José Antonio Griñán mantuvo un encuentro con periodistas el sábado pasado poco antes de comer; relajado, a pesar de que el 29% del congreso de Almería acababa de darle la espalda minutos antes, el secretario general transmitió un mensaje muy claro que mantuvo hasta el final: había entendido que los críticos lo cuestionaban de modo personal y juzgó que ya no merecía la pena integrarlos. De esos cuarenta minutos, durante los que Griñán no sólo habló de la lucha de banderías, sino de su idea de convertir al PSOE en una suerte de engranaje de la izquierda sin imponer hegemonías, salió otra conclusión. Importante. El problema, en opinión de los griñanistas, no era, por tanto, la anterior número dos del PSOE, Susana Díaz, la lugarteniente saliente de la dirección socialista a la que se acusaba de actuar a cuchillo en las luchas internas. "Iban a por mí", llegó a decir el secretario general en un determinado momento donde el off the record se confundía con un "eso los podéis poner". O no, pero de ello se deduce, aunque Griñán lo niegue, que optó por elevarla desde la sede socialista de San Vicente a la Consejería de Presidencia para calmar un poco al partido.
De hecho, en los días previos al congreso, su ya vicesecretario general, Mario Jiménez, contactó con dirigentes y secretarios provinciales para tranquilizar al PSOE antes de que entrase en el palacio de congresos del Toyo. De poco sirvió. De Almería han salido dos claros bandos dentro del PSOE andaluz, algo inédito desde 1994: uno alineado en torno a Griñán y otro crítico, entre los que, realmente, hay quienes cuestionan la capacidad del secretario general para seguir al frente del partido e, incluso, su propio hacer en el Gobierno andaluz. No son todos, sin embargo. Si Griñán, o Mario Jiménez, hubiesen optado por la estrategia de la mesa camilla, de la negociación a culo de ferro, sin levantarse hasta el final de la mesa, la provincia de Jaén no estaría hoy alineada con los críticos, y éstos serían hoy una minoría colorista, pero poco más.
Griñán es de los que opina que hay en el partido personas que consideran que "el PSOE es suyo", y ya no está dispuesto a hacer más gestos. Los críticos, por el contrario, mantienen que él sí hizo gestos, y continuos, desde que se convirtió en el secretario general en marzo de 2010. Pero en sentido contrario.
Luis Pizarro, uno de los que quisieron a Griñán como presidente de la Junta en la sucesión de Manuel Chaves y que, posteriormente, se convirtió en uno de sus opositores más duros, declaró el domingo que, primero, fue a por Almería, provocando la salida del entonces líder territorial, Martín Soler; más tarde, fue a por Cádiz, donde los griñanistas y los críticos ya se reparten la provincia a partes iguales; siguió con Sevilla, donde la dimisión de José Antonio Viera desembocó en una gestora, y además puso a la dirección socialista andaluza a favor del Carme Chacón en el Congreso. Hasta Almería, Pizarro no había realizado declaraciones públicas contra su secretario general. De hecho, desde que dimitió como consejero de Gobernación nunca ha concedido una entrevista.
La batalla ha estallado, hubo movimientos soterrados hasta ahora, pero las cortinas se han abierto y el próximo fin de semana griñanistas y críticos se enfrentarán en los congresos de Sevilla, Cádiz, Córdoba y Málaga. A algún destacado griñanista se le oyó en Almería la frase de que, a partir de ahora, había que "aniquilarlos". En sentido figurado, claro, pero que explica bastante bien cuál va a ser la estrategia. En Córdoba y Málaga ganarán los partidarios de Griñán, con Juan Pablo Durán y Miguel Ángel Heredia a la cabeza, respectivamente, pero en Cádiz y Sevilla las fuerzas están más igualadas. En especial en Cádiz, porque en Sevilla algunos críticos con los que ha hablado este medio esperan obtener, al menos, un 40%, con lo cual ni entrarían en la dirección ni la dirigirán. Otros opositores mantienen que, ahora, los griñanistas intentarán desestabilizar Jaén, aunque ésta es una provincia muy cohesionada. Los nombramientos que la Junta haga en los próximos días en este territorio pueden resultar decisivos: si los delegados son personas distanciadas de la actual dirección será la firma de la declaración de guerra. Entre críticos, pero también entre algunos griñanistas, hay absoluto consenso en que el retraso en la designación de los delegados provinciales por parte del Gobierno andaluz obedece a las luchas internas. Éste es un asunto que Griñán, como presidente de la Junta, no sólo rechaza, sino que le indigna. Lo que más le molestó de la intervención del jiennense Francisco Reyes en el plenario del viernes pasado fue su apelación a que no habían contado con ellos para elegir los integrantes de las instituciones, un mensaje que el secretario general, pero también presidente de la Junta, entendió como una intromisión y una alusión a la salida de la consejera Micaela Navarro del Gobierno. Bien es cierto, que destacadas griñanistas le habían organizado a la de Andújar una campaña de desprestigio, colocándola en el centro de una conspiración que ha terminado por indignar a la mujer que un día Griñán quiso que fuera la presidenta del PSOE andaluz.
La nueva dirección de Griñán es más sólida que la anterior, aquélla que salió del congreso extraordinario del año 2010. Más experimentada y política si se considera a la dirección como el núcleo de las cinco o seis personas que, realmente, marcan la estrategia del partido. De hecho, Griñán decidió ayer que la Ejecutiva se articulará en torno a Mario Jiménez y cinco secretarios al frente de otras tantas áreas, de los que dependerán el resto de personas. Entre éstos cinco, están José Caballos; el catedrático de Hacienda Pública de Málaga, José Sánchez Maldonado, y Juan Cornejo, un gaditano que bastantes trienios en las tripas del PSOE, aunque sin aspiraciones públicas. Es muy relevante que la nueva dirección carece de secretario de comunicación: Mario Jiménez será la cara visible, muy conectado con el Gobierno, donde su portavoz, Miguel Ángel Vázquez, es uno de sus aliados, así como el chaconista Máximo Díaz Cano, secretario general de Presidencia y, en su día, el Gaspar Zarrías de José Bono en Castilla-La Mancha. Entre los vocales, hay otro catedrático, de Derecho Constitucional, Gregorio Cámara, que estará adscrito tanto a Ideas como a Economía.
Pero los críticos, aun conscientes de lo que se le viene encima, han salido fortalecidos del congreso; saben que ya no cuentan con el potente aliado que ayudaron a elevar, Alfredo Pérez Rubalcaba, pero el nuevo posicionamiento de Jaén les ha llegado un cañonazo de oxígeno. Son conscientes de que no ganarán muchos congresos provinciales -quizás, ninguno-, pero juegan a largo: saben que Griñán, tarde o temprano, deberá dar el relevo a otra persona debido a su edad, y es entonces cuando quieren ser determinantes. Bien es cierto que, como un griñanista comentaba ayer, parafraseando al economista John M. Keynes, "a largo plazo, todos estaremos muertos, y más en política".
De hecho, en los días previos al congreso, su ya vicesecretario general, Mario Jiménez, contactó con dirigentes y secretarios provinciales para tranquilizar al PSOE antes de que entrase en el palacio de congresos del Toyo. De poco sirvió. De Almería han salido dos claros bandos dentro del PSOE andaluz, algo inédito desde 1994: uno alineado en torno a Griñán y otro crítico, entre los que, realmente, hay quienes cuestionan la capacidad del secretario general para seguir al frente del partido e, incluso, su propio hacer en el Gobierno andaluz. No son todos, sin embargo. Si Griñán, o Mario Jiménez, hubiesen optado por la estrategia de la mesa camilla, de la negociación a culo de ferro, sin levantarse hasta el final de la mesa, la provincia de Jaén no estaría hoy alineada con los críticos, y éstos serían hoy una minoría colorista, pero poco más.
Griñán es de los que opina que hay en el partido personas que consideran que "el PSOE es suyo", y ya no está dispuesto a hacer más gestos. Los críticos, por el contrario, mantienen que él sí hizo gestos, y continuos, desde que se convirtió en el secretario general en marzo de 2010. Pero en sentido contrario.
Luis Pizarro, uno de los que quisieron a Griñán como presidente de la Junta en la sucesión de Manuel Chaves y que, posteriormente, se convirtió en uno de sus opositores más duros, declaró el domingo que, primero, fue a por Almería, provocando la salida del entonces líder territorial, Martín Soler; más tarde, fue a por Cádiz, donde los griñanistas y los críticos ya se reparten la provincia a partes iguales; siguió con Sevilla, donde la dimisión de José Antonio Viera desembocó en una gestora, y además puso a la dirección socialista andaluza a favor del Carme Chacón en el Congreso. Hasta Almería, Pizarro no había realizado declaraciones públicas contra su secretario general. De hecho, desde que dimitió como consejero de Gobernación nunca ha concedido una entrevista.
La batalla ha estallado, hubo movimientos soterrados hasta ahora, pero las cortinas se han abierto y el próximo fin de semana griñanistas y críticos se enfrentarán en los congresos de Sevilla, Cádiz, Córdoba y Málaga. A algún destacado griñanista se le oyó en Almería la frase de que, a partir de ahora, había que "aniquilarlos". En sentido figurado, claro, pero que explica bastante bien cuál va a ser la estrategia. En Córdoba y Málaga ganarán los partidarios de Griñán, con Juan Pablo Durán y Miguel Ángel Heredia a la cabeza, respectivamente, pero en Cádiz y Sevilla las fuerzas están más igualadas. En especial en Cádiz, porque en Sevilla algunos críticos con los que ha hablado este medio esperan obtener, al menos, un 40%, con lo cual ni entrarían en la dirección ni la dirigirán. Otros opositores mantienen que, ahora, los griñanistas intentarán desestabilizar Jaén, aunque ésta es una provincia muy cohesionada. Los nombramientos que la Junta haga en los próximos días en este territorio pueden resultar decisivos: si los delegados son personas distanciadas de la actual dirección será la firma de la declaración de guerra. Entre críticos, pero también entre algunos griñanistas, hay absoluto consenso en que el retraso en la designación de los delegados provinciales por parte del Gobierno andaluz obedece a las luchas internas. Éste es un asunto que Griñán, como presidente de la Junta, no sólo rechaza, sino que le indigna. Lo que más le molestó de la intervención del jiennense Francisco Reyes en el plenario del viernes pasado fue su apelación a que no habían contado con ellos para elegir los integrantes de las instituciones, un mensaje que el secretario general, pero también presidente de la Junta, entendió como una intromisión y una alusión a la salida de la consejera Micaela Navarro del Gobierno. Bien es cierto, que destacadas griñanistas le habían organizado a la de Andújar una campaña de desprestigio, colocándola en el centro de una conspiración que ha terminado por indignar a la mujer que un día Griñán quiso que fuera la presidenta del PSOE andaluz.
La nueva dirección de Griñán es más sólida que la anterior, aquélla que salió del congreso extraordinario del año 2010. Más experimentada y política si se considera a la dirección como el núcleo de las cinco o seis personas que, realmente, marcan la estrategia del partido. De hecho, Griñán decidió ayer que la Ejecutiva se articulará en torno a Mario Jiménez y cinco secretarios al frente de otras tantas áreas, de los que dependerán el resto de personas. Entre éstos cinco, están José Caballos; el catedrático de Hacienda Pública de Málaga, José Sánchez Maldonado, y Juan Cornejo, un gaditano que bastantes trienios en las tripas del PSOE, aunque sin aspiraciones públicas. Es muy relevante que la nueva dirección carece de secretario de comunicación: Mario Jiménez será la cara visible, muy conectado con el Gobierno, donde su portavoz, Miguel Ángel Vázquez, es uno de sus aliados, así como el chaconista Máximo Díaz Cano, secretario general de Presidencia y, en su día, el Gaspar Zarrías de José Bono en Castilla-La Mancha. Entre los vocales, hay otro catedrático, de Derecho Constitucional, Gregorio Cámara, que estará adscrito tanto a Ideas como a Economía.
Pero los críticos, aun conscientes de lo que se le viene encima, han salido fortalecidos del congreso; saben que ya no cuentan con el potente aliado que ayudaron a elevar, Alfredo Pérez Rubalcaba, pero el nuevo posicionamiento de Jaén les ha llegado un cañonazo de oxígeno. Son conscientes de que no ganarán muchos congresos provinciales -quizás, ninguno-, pero juegan a largo: saben que Griñán, tarde o temprano, deberá dar el relevo a otra persona debido a su edad, y es entonces cuando quieren ser determinantes. Bien es cierto que, como un griñanista comentaba ayer, parafraseando al economista John M. Keynes, "a largo plazo, todos estaremos muertos, y más en política".
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