El congreso

Emilio Ruiz

José María Ortega, un viejo socialista –que no socialista viejo, por más que él se empeñe- ha contado el número de personas que concurren estos días en el Toyo en torno al 12º congreso del PSOE de Andalucía: 563 delegados, 500 invitados, 100 periodistas y 80 organizadores. En total, unas 1.250. A todas ellas siento aguarles la fiesta: estos cónclaves no sirven para nada. Bueno, tampoco hay que ser radical: no sirven para casi nada. Si acaso, para elegir a los “mandamases” del partido para los próximos años, pero para poco más. Oficialmente también sirven para aprobar o reprobar la gestión de la ejecutiva saliente. Inútil ejercicio. No conozco ninguna ejecutiva saliente a la que se le haya censurado su gestión por desastrosa que ésta haya sido. Ejemplos recientes tenemos para elegir. 

También, dicen, se aprueban una serie de resoluciones. Lo mismo: tampoco sirven para nada. En teoría, las resoluciones congresuales de los partidos deben ser el marco en torno al cual tienen que orientarse sus acciones de gobierno. No es así. Si así fuera, los programas electorales carecerían de sentido. Pero es que ya puestos, ni siquiera éstos tienen validez alguna. Léase, a modo de ejemplo, lo que aparece escrito en el programa del candidato ZP y compárese con la práctica política del presidente ZP. Como la noche y el día. O, sin ir más lejos, tómese el programa electoral del candidato Rajoy y compárese con los acuerdos de los viernes del consejo de ministros. Como el azúcar y la sal.

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