Joaquín Abad
Exdirector de La Crónica
Y es que los del pepé, los cachorros de Rajoy, de Soraya, deberían tomar nota de ese alcalde de un pueblo de Almería, llamado Gabriel Amat, que lleva diecisiete años rigiendo un municipio rico, Roquetas de Mar, sin cobrar sueldo. Cuando llegó a la Diputación Provincial se topó con toda suerte de dietas, gastos suntuarios y demás derroche al que puso freno de forma inmediata.
Porque el problema no es la prima de riesgo. El problema, ahora, no es la burbuja inmobiliaria. El problema es al burbuja política. Esos quinientos mil políticos que viven y comen de la teta del Estado. Son muchos cientos de miles que preferirán que nos intervengan antes de renunciar al salario de político y trabajar en su anterior profesión, quien la tuviera. Desde que llegó la democracia hemos pasado de menos de un millón de funcionarios a casi tres millones. Muchos, como todo el mundo sabe, puro clientelismo para, como en Argentina, tener una masa crítica de votos asegurados.
Me parece que ni Rajoy va a poder eliminar a algunos cientos de miles de esos políticos, así como adelgazar en un millón la nómina de empleados públicos, que para que España funcione no son necesarios. Como no es necesario el tinglado de traductores simultáneos del Senado. Como no es necesario el mismo Senado. Como no es necesario un Constitucional para enmendarle la plana al Supremo, cuando una sala del mismo sería suficiente para tratar de los conflictos de esa materia.
El ejemplo del alcalde de Roquetas es el que no supo aprovechar Javier Arenas y así le fue. El estigma del señorito andaluz en la cúpula del pepé sólo se solapa con conductas como la de Gabriel Amat. Conductas que, por ahora, son una anécdota en el mapa de España. En la nómina del pepé, por supuesto.
Me parece que ni Rajoy va a poder eliminar a algunos cientos de miles de esos políticos, así como adelgazar en un millón la nómina de empleados públicos, que para que España funcione no son necesarios. Como no es necesario el tinglado de traductores simultáneos del Senado. Como no es necesario el mismo Senado. Como no es necesario un Constitucional para enmendarle la plana al Supremo, cuando una sala del mismo sería suficiente para tratar de los conflictos de esa materia.
El ejemplo del alcalde de Roquetas es el que no supo aprovechar Javier Arenas y así le fue. El estigma del señorito andaluz en la cúpula del pepé sólo se solapa con conductas como la de Gabriel Amat. Conductas que, por ahora, son una anécdota en el mapa de España. En la nómina del pepé, por supuesto.
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