Estudiante de Ciencias Políticas
El fin de la concepción tradicional de “la política” como referente de la organización civil de la sociedad está llamando a nuestras puertas. Ya no nos ofrece respuestas a los problemas globales y locales. Hemos entrado en un proceso donde la indignación ciudadana se está independizando de los cauces tradicionales y reglados de protesta y organización, hacia los no convencionales. Éstos, cada día están adquiriendo una “legitimidad social” ante las injusticias de nuestro sistema. Son percibidas como medidas más efectivas y justas ante la inoperancia de la búsqueda de soluciones convencionales por parte de las organizaciones civiles (partidos políticos, sindicatos, patronal…) .
Las protestas espontáneas, encierros, insumisión o el cuestionamiento y enfrentamiento a la “legítima violencia” que ostenta el Estado son sólo algunos ejemplos de acciones de frustración ante un sistema de partidos y organizaciones sociales caducos, que se han visto sobrepasados al intentar solucionar desde lo local y de forma individual problemas con orígenes globales pero con repercusiones a todos los niveles. “El 10 de mayo del Señor Rajoy”, tal y como lo bautizó Josu Erkoreca (Portavoz del PNV en
Será la ciudadanía de forma individual o aquellas organizaciones que copen formas de protesta no convencionales, trasgresoras y, por qué no decirlo, radicales las que ostenten ahora el protagonismo y se conviertan en la verdadera oposición a este gobierno que ha olvidado que una mayoría parlamentaria no es suficiente para gobernar sin una “paz social”. La ciudadanía va a derrocar a este gobierno tarde o temprano, tal y como lo hizo con el anterior. La incógnita a la que no encuentro respuesta es si se contentará con un cambio de gobierno o irá más allá para imponer un cambio de sistema.
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