El fin de lo convencional


Mateo Javier Hernández Tristán
Estudiante de Ciencias Políticas

El fin de la concepción tradicional de “la política” como referente de la organización civil de la sociedad está llamando a nuestras puertas. Ya no nos ofrece respuestas a los problemas globales y locales. Hemos entrado en un proceso donde la indignación ciudadana se está independizando de los cauces tradicionales y reglados de protesta y organización,  hacia los no convencionales. Éstos, cada día están adquiriendo una “legitimidad social” ante las injusticias de nuestro sistema. Son percibidas como medidas más efectivas y justas ante la inoperancia de la búsqueda de soluciones convencionales por parte de las organizaciones civiles (partidos políticos, sindicatos, patronal…) .

Las protestas espontáneas, encierros, insumisión o el cuestionamiento y enfrentamiento a la “legítima violencia” que ostenta el Estado son sólo algunos ejemplos de acciones de frustración ante un sistema de partidos y organizaciones sociales caducos,  que se han visto sobrepasados al intentar solucionar desde lo local y de forma individual problemas con orígenes globales pero con repercusiones a todos los niveles. “El 10 de mayo del Señor Rajoy”, tal y como lo bautizó Josu Erkoreca (Portavoz del PNV en la Cámara Baja) el pasado miércoles 11 de julio en clara alusión al “haraquiri” que se realizó Zapatero en su intento frustrado de reconducir la situación económica de España, va a verificar de nuevo lo anteriormente expuesto. De nuevo, las organizaciones civiles (actores protagonistas de la actual forma de hacer política) plantearán modos de protesta que no servirán para nada y que no podrán hacer frente a la “legitimidad” de un gobierno sustentado por una mayoría parlamentaria.

Será la ciudadanía de forma individual o aquellas organizaciones que copen formas de protesta no convencionales, trasgresoras  y, por qué no decirlo, radicales las que ostenten ahora el protagonismo y se conviertan en la verdadera oposición a este gobierno que ha olvidado que una mayoría parlamentaria no es suficiente para gobernar sin una “paz social”. La ciudadanía va a derrocar a este gobierno tarde o temprano, tal y como lo hizo con el anterior. La incógnita a la que no encuentro respuesta es si se contentará con un cambio de gobierno o irá más allá para imponer un cambio de sistema.

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