Isabel Morillo
Jefa de Andalucía de El Correo de Andalucía
"Toca abrir un tiempo nuevo". Es la consigna oficial. El PSOE andaluz celebra el próximo fin de semana el congreso regional que deberá configurar un nuevo partido y estrenar dirección. Se busca número dos después de que el secretario general, José Antonio Griñán, diera por hecho la salida de la consejera de la Presidencia, Susana Díaz, que se postula ahora para llevar las riendas del PSOE de Sevilla. El nombre que más suena es el del actual portavoz parlamentario, el onubense Mario Jiménez.
En el PSOE guardan silencio hasta que Griñán se siente con los secretarios provinciales esta semana. El reto es recuperar el pulso social y modernizarse después de 30 años consecutivos de poder y una caída en picado de apoyos en las urnas. Los socialistas afrontan su cita interna tras tres derrotas electorales consecutivas pero con el logro, casi heroico, de haber conservado el Gobierno andaluz frente al tsunami azul del PP en España. El secretario general del PSOE-A, José Antonio Griñán, revalidará su liderazgo con menos contestación interna que nunca, después de haber resistido en Andalucía y con el plus de haberse convertido en uno de los referentes del partido en el ámbito nacional. Los críticos se han diluido y el griñanismo avanza. El también presidente socialista ya avisó de que quiere reinventar el partido y tiene en su cabeza una nueva organización interna, con varias secretarías potentes que permitan recuperar el latido del PSOE en la calle. Se preparan cambios en la organización. Dirigentes afines a Griñán dan por hecho el ascenso del portavoz Mario Jiménez. Griñán apuntó a Francisco Álvarez de la Chica como peso pesado del partido cuando lo sacó del Gobierno. Y parece que en una secretaría de organización rebajada de perfil político y más dedicada a la gestión se podría situar el gaditano Juan Cornejo. Hay dudas sobre si funcionaría un nuevo modelo con dos personas fuertes en lugar del tradicional esquema que señala con claridad un número dos. Quienes conocen el PSOE dudan de la fórmula. "No funcionó con [Luis] Pizarro y [José] Asenjo; ni con Pizarro y Mar Moreno; ni con [Rafael] Velasco y Susana Díaz; ni con [José] Blanco y [Leire] Pajín", recuerdan.
En mitad de la gestión de una crisis económica descomunal y compartiendo el Gobierno en una alianza inédita con IU, el PSOE tiene también deberes en clave interna. El primer reto es recuperar a los casi 700.000 votantes que perdieron en las últimas autonómicas. Griñán tiene ahora manos libres y liderazgo suficiente para hacerse un partido a su medida. Lo intentó, sin éxito, hace dos años. Ya ha dado pasos para indicar que vienen nuevos tiempos. Por ejemplo ha hecho caso omiso a las cuotas territoriales dentro del Gobierno y ha emprendido su polémica reforma de la administración, que anunció en su investidura en 2009 pero que el partido le frenó. Los barones provinciales del PSOE-A han perdido poder frente a San Vicente y el partido ha dejado de ser ese reino de taifas que alimentó Manuel Chaves para mantener la paz interna.
Bajo el lema "Andalucía marca el camino", los socialistas se empeñaran en exhibir unidad por más que antes del 25-M los críticos se hicieron oír. El pulso interno más evidente se vivió en el congreso federal del PSOE en Sevilla, a finales de enero, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón se disputaron la secretaría general. La dirección andaluza del PSOE hizo una potente campaña por Chacón, que resultó perdedora. Las grietas que habían ido cuarteando el partido desde la sucesión de Manuel Chaves crujieron hasta dividirlo prácticamente en dos mitades. Muchos socialistas, de la vieja guardia y de la corriente crítica frente al poder de Susana Díaz, cogieron fuerzas. Rubalcaba dio una salida a Griñán y a pesar de que Andalucía había maniobrado en su contra le entregó la presidencia del PSOE. La siguiente batalla interna se vivió en la confección de las listas electorales. La fractura fue extrema en Sevilla, donde dimitió el entonces secretario general José Antonio Viera, y en Cádiz, la provincia que ha plantada cara de forma más abierta a Griñán.
Ha llovido mucho. El resultado de las elecciones andaluzas, con una derrota que supo a victoria, diluyó ese movimiento. Lo dijo Griñán la noche electoral: "No voy a tener que hacer las maletas". El comentario deja claro que las urnas resucitaron y dieron brío a su liderazgo político. El presidente andaluz sacó pecho, reivindicó su acierto al haber mantenido las elecciones andaluzas separadas de las generales y habló de "una gesta" del PSOE andaluz. Los preparativos del congreso regional han evidenciado que ahora los críticos son minoría. Solo en Jaén se conservan fuertes. Solo con Gaspar Zarrías estaría dispuesto a pactar Griñán presencia en la ejecutiva regional, aseguran desde San Vicente.
La operación de la sucesión ¿en marcha?
Los dirigentes del PSOE andaluz se crispan si se menciona lo que mucho de los cargos socialistas saben: que este congreso socialista se hace también en clave sucesoria. No se lo ha inventado nadie. Fue el mismo secretario general y presidente de la Junta, José Antonio Griñán, quien dejó claro durante la campaña electoral que no se veía presentándose de nuevo en unas elecciones autonómicas. Ahí están las hemerotecas. Además la inestabilidad interna de IU, que ha quedado clara durante la votación del plan de ajustes, hace pensar que puede ser complicado acabar la legislatura. La posibilidad de unas elecciones anticipadas cobra fuerza. El PSOE-A debe de prepararse para muchos escenarios y también para ese.
Las elecciones le han dado una vuelta radical al patio político andaluz. Hace pocos meses todo hacía pensar que el PP de Javier Arenas haría un congreso para más gloria de su líder y que el PSOE estaría de guerras púnicas tras perder las elecciones. Será todo lo contrario. Los socialistas afianzarán el liderazgo de Griñán y los populares, una semana después, se enfrentan al difícil episodio de una sucesión. Uno de los cuadros políticos de digestión más pesada y complicada, como bien sabe el PSOE. Aún así, pese a vivir momentos internos en las antípodas, tanto PSOE como PP coinciden en una cosa: ambos partidos deberán de señalar o postular los rostros que tienen más papeletas de afrontar las próximas autonómicas.
En las filas socialistas insisten en que "hoy por hoy el candidato es Griñán". En una entrevista reciente con este periódico, la consejera de la Presidencia, Susana Díaz, quien se sienta en el banquillo de sucesora con uno de los dorsales con más posibilidades de saltar al campo, zanjaba rotundamente la sucesión de Griñán. "Tenemos presidente para rato porque tiene pasión, ilusión y ganas. Ahora más que nunca no solo en Andalucía sino en España es necesaria la figura de Pepe Griñán. Los ciudadanos le han dicho que dé un paso adelante y en julio los socialistas le van a decir que dé un paso adelante. Imagínese si tenemos presidente para rato", dijo. El presidente tiene 66 años.
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